domingo, noviembre 18, 2018

LA OPOSICIÓN PERONISTA Y EL SALVAVIDAS DE MACRI


Mientras que los actuales consejeros del Presidente Macri consideran aún que la oposición a la ex presidenta Kirchner será lo más redituable en las elecciones presidenciales de 2019, grandes fragmentos del peronismo hacen el mismo caso a esta estrategia de ganar a toda costa y, siguiendo la invitación gratuita que se les hace desde Cambiemos,  han comenzado a reagruparse alrededor de lo que no deja de ser una pobrísima candidata en términos de proyecto. Esta estrategia que, desde ambos lados privilegia el ganar antes que el prevalecer por la calidad y significado de la propuesta, podría terminar mal, si la economía repunta, como se espera, pero no al nivel y volumen necesario para convencer a una mayoría considerable. Una victoria en ballotage tampoco auspiciaría un debut suficientemente fuerte del segundo mandato

El actual gobierno, sin embargo, y a pesar de que muchos soñadores o interesados agoreros lo den ya por terminado, tiene aún muchas y excelentes cartas para jugar y prevalecer de un mejor modo, redefiniendo además a la oposición en términos más precisos.

Que Macri considere al peronismo como un todo embanderado con el kirchnerismo, además de volvérsele un búmeran cuando el mismo equivocadísimo y perdido peronismo vuelve hoy sobre sus pasos, abrazándose otra vez a la ex presidenta, es un error conceptual. En efecto, hay un fragmento del peronismo muy importante y con grandes posibilidades de crecimiento si es bien conducido, que el actual presidente podría incorporar a la actual alianza Cambiemos: el peronismo liberal. Nótese que este es un peronismo sin otro liderazgo en este momento que el del Presidente Macri y sin posibilidades de generar un espacio propio de gran tamaño antes de 2019. Se trata, al mismo tiempo, de un peronismo capaz de aportar todo aquello que le hace falta a Cambiemos y, más aún, con el poder necesario, vía una nueva relación con los sindicatos y la CGT, para asegurar el éxito final de la actual propuesta económica.  Ese peronismo liberal considera que la actual política económica de Cambiemos  fracasó hasta hoy por dos motivos: la falta de audacia para sostener una reforma de la economía genuinamente liberal y la falta de cintura política con los sindicatos,  trabajadores y empresarios para lograr un apoyo irrestricto a las reformas pendientes.

El peronismo liberal es el peronismo que ya hizo en los años 90 lo que hoy Macri quiere hacer, y tiene amplia experiencia en cómo acompañar este proceso, en particular, desde el movimiento trabajador, incluso enmendando carencias del pasado, como la falta de seguros laborales y el reentrenamiento laboral. Es inexplicable entonces que no se recurra a sumarlo a Cambiemos, perdiendo así la oportunidad de crear una invencible e indiscutible mayoría electoral. Una mayoría apoyada no en un ballotage y en la estrategia mezquina de buscar a la peor candidata presidencial posible como oposición, sino en la estrategia que un verdadero hombre de estado utilizaría, la de prevalecer con la mejor propuesta, construyendo la mayoría más amplia posible basada en intereses comunes y genuinos.

De optar por esta última estrategia, sin duda el Presidente Macri tendría igualmente a la ex presidente enfrente y, a su lado, todos aquellos peronistas, e incluso radicales, que hicieron la desgracia de la Argentina a partir de Diciembre de 2001. Ese grupo tendría su mismo programa a medias socialdemócrata, a medias izquierdista (y sí, ¡una parte de la clase media va a volver a creer otra vez que tienen razón!) y también con la apariencia de un peronismo ortodoxo e histórico al cual los sindicatos van a adherir si no se les propone algo más conveniente y verdadero. Pero, al mismo tiempo el Presidente Macri tendría en Cambiemos una alianza amplia, con una mayoría capaz de ganar en primera vuelta, ofreciendo así el respaldo necesario para las reformas pendientes en un segundo mandato presidencial.

De ahí la importancia de extraer con delicadas pinzas políticas al peronismo liberal de los años 90, separarlo claramente del conjunto amorfo de peronistas a quienes les da lo mismo cualquier cosa con tal de ganar, y sumarlo al lado de la propuesta correcta para la Nación y su pueblo, y muy específicamente, su pueblo trabajador, en todas las capas de las clases medias. Leído en términos históricos, de lo que se trata es de unir a las dos partes fuertes de la Argentina, el liberalismo y el peronismo, el capital y el trabajo, en una reconciliación final que asegure el progreso continuo. En los años 90 el peronismo de Carlos Menem, dio el abrazo al liberalismo. Hoy, el liberalismo de Macri debería dar el abrazo al peronismo y marcar el fin de la verdadera brecha que ha destruido al país desde 1945, con todos los tristes capítulos de enfrentamientos, incluidos golpes militares que todos conocemos.

Con el peronismo, siempre hay algo nuevo para comprender y aprender: no tiene mucho sentido usar hoy definiciones como peronismo disidente, o peronismo federal, o peronismo razonable o, como señala con humor Jorge Asís, peronismo perdonable.

Conviene mucho más actualizarse y llamar a las cosas por su nombre: hay un peronismo liberal, dispuesto a apoyar a Macri, y hay un peronismo amorfo, sin nuevas ideas y dispuesto a fundirse otra vez con el kirchnerismo. Cambiemos debe transformarse en la gran alianza liberal, conservando a los radicales e incorporando a los peronistas afines, y enfrentar en 2019 al peronismo amorfo, ese que el General Perón hubiese vomitado por no haber aprendido a cabalgar la historia.