jueves, mayo 24, 2012

LA SECRETA ASAMBLEA NACIONAL


(publicado en http://peronismolibre.wordpress.com)

En el estado actual de asamblea nacional, que al carecer de una expresión orgánica, no es aún del todo evidente para la población—participante y espectadora a la vez—lo más difícil de interpretar es el momento histórico y prever o su ruptura o su continuidad. Sin embargo, el tema más importante para aclarar en la opinión política y pública es el origen de este momento, sin cuya comprensión profunda será imposible tener alguna chance de influir positivamente en el curso de los acontecimientos.

La caracterización actual de crisis económica sumada a autoritarismo presidencial, corrupción en el más alto nivel del Ejecutivo y sumisión dela Justiciaal Poder Ejecutivo, sirve tanto como diagnóstico como punto de inflexión: ¿cuánta crisis económica—es decir, inflación, apropiación de recursos privados, cierre de importaciones y asfixia de las exportaciones—, cuánta corrupción y cuánta injusticia están hoy dispuestos a aceptar los argentinos? Estas preguntas, que parecen frescas y formuladas para la ocasión, se arrastran sin embargo desde fines de 2001 y comienzos de 2002, no en la caprichosa fecha del discutido corralito que los enemigos del mercado y la libertad han querido fijar siempre, sino en el exacto momento del golpe institucional que arrolló el corralito transitorio de la emergencia, respetuoso de la propiedad y la moneda, para transformarlo no sólo en el corralón que destruyó los contratos privados, pesificó los dólares y devaluó la moneda, sino en el inicio histórico de esta larga década vivida fuera dela Constitución.

El galope feroz de estos días hacia lo que parece ser un sistema de poder antidemocrático a la venezolana no sería así sino la profundización final de la etapa iniciada a fines de 2001 y comienzos del 2002. La claridad del arco que va desde aquel golpe institucional del peronismo y radicalismo regresivos que derogó los derechos de propiedad constitucionales con el objetivo explícito de sustituir la política económica liberal y constitucional de Cavallo, hasta el desbocado estatismo de estos días, ilumina la disyuntiva.

Se trata del regreso ala Constitución, al respeto a los derechos de propiedad, y a un programa económico nítidamente liberal o del salto ciego hacia un sistema anti-liberal, anti-capitalista, anti-globalización, es decir, el salto a la definitiva pobreza e insignificancia global. Si un golpe institucional torció de forma legal pero ilegítima el mejor destino posible del país, otro golpe institucional legal podrá enderezar lo que se torció, para sortear no sólo la crisis cada día más extendida y profunda, sino para evitar perder ala Argentinaen la senda de las naciones sin solución ni destino.

No se trata ya del rescate de los años 90, al que tantas veces hemos aludido como el más serio y exitoso intento de encaminar ala Naciónhacia su mejor desempeño y destino, sino de poner el foco específicamente en aquel momento de confusión y ceguera de fines de 2001 y comienzos de 2002. No se trata sólo de la mirada local: también los Estados Unidos, que dudaron acerca de la mejor estrategia, pagaron muy cara su indecisión y deberían contribuir a clarificar este costoso error. En aquel momento,la Argentina, el mejor modelo de las políticas liberales en América Latina cayó y con ella cayeron, sin darse cuenta, los mismos Estados Unidos, cuyo modelo liberal se vio seriamente cuestionado en la región, cuando no mofado por las nuevas generaciones, alistadas rápidamente otra vez en estatismos y socialismo utópicos.

El viejo axioma que señala “Se sale por la puerta donde se entró,” explicita el diseño del momento histórico actual y su mejor y ya previsible salida. Se entró en esta situación por un golpe institucional: se saldrá por otro de signo antagónico, destinado esta vez no a romper el orden constitucional sino a restablecerlo. Se entró en una decadencia global y en un disimulado pero hoy inocultable empobrecimiento, para sustituir una organización liberal de la economía por una organización estatista de distribución de los mismos estancos recursos internos y desdeñosa de crear riqueza genuina: se saldrá entonces de la pobreza auto-infligida y se regresará con la frente alta al mundo, con el restablecimiento del programa económico liberal que se abandonó.

Los actores principales de este necesario regreso a la senda del verdadero progreso serán principalmente el peronismo lúcido—gobernadores y CGT—y los economistas liberales que puedan por fin demostrar cómo sí es posible hacer peronismo dentro de una economía liberal. Un peronismo  asumiendo el liberalismo como el mejor instrumento a su servicio se convertirá así en el modo más eficaz de anular para siempre las tentaciones estatistas que estuvieron en el origen del, sin embargo, más democrático movimiento de la historia contemporánea argentina, y a las que, por ignorancia o interés de enriquecimiento o poder personal, el peronismo muchas veces ha regresado. Diferentes temas de discusión siguen pendientes desde los años 90: cómo las organizaciones sindicales pueden crear empresas cooperativas de salud y educación que funcionen como entes privados en beneficios de los trabajadores según la mejor tradición de las obras sociales; cómo los trabajadores pueden acceder por medio de su inversión en jubilación o ahorro al mercado de acciones, en particular en las misma empresas dónde trabajan; cómo los trabajadores pueden por medio de un sistema financiero sólido, claro e independiente, acceder al crédito no sólo para comprar su vivienda sino para iniciar pequeñas o medianas empresas, individuales o cooperativas, en un ambiente de prosperidad creciente por el regreso de las inversiones a un país con reglas económicas simples y claras y una Constitución vigente y respetada.

El atraso en el pensamiento político está en todos los sectores: en una centro derecha tímida temerosa de reivindicar los 90 (da cuenta de esto el injustísimo desprecio del que aún es víctima el más ingenioso y serio de los economistas argentinos, Domingo Cavallo, respetadísimo en el mundo, sin embargo); en las diversas variantes de estatismo culpógeno (¡a cuantos supuestos radicales liberales hemos visto arrodillándose ante la ilegal confiscación de YPF con la verónica de la abstención!) y también en el peronismo no kirchnerista y en la zigzagueante CGT, que aún no han sabido capitalizar los beneficios del peronismo de los 90 y avanzar más en esa senda, donde también quedó pendiente un cabal federalismo.

 No todo está perdido, y todo está por ganarse, si advertimos en qué punto estamos y qué día permitimos, por acción u omisión, que toda esta funesta etapa comenzara. Reconocer esa fecha, significa reconocer también el día próximo por venir, el quién, el cómo, el qué,  y el por qué. El día que en la historia argentina va a señalar el fin del error y el regreso al propio, natural y bello destino de prosperidad y justicia.

jueves, mayo 03, 2012

LA REINSTITUCIÓN DE LAS INSTITUCIONES


(publicado en http://peronismolibre.wordpress.com )

El mayor problema político que enfrenta la Argentina en estos días no es el fortalecimiento de un gobierno unipersonal y autoritario ni la carencia de un líder indiscutido y hegemónico en la oposición sino la escasa conciencia popular de que el origen de los tormentos actuales y de los por venir reside en las instituciones republicanas inoperantes o corruptas. Instituciones republicanas son, por ejemplo, además del Poder Ejecutivo y las dos cámaras del Congreso, el Poder Judicial—incluyendo a la Justicia Electoral-, los Estados provinciales federales, los organismos de control del Estado con participación de organizaciones no gubernamentales y los Partidos Políticos.

Desde el advenimiento de la democracia, los argentinos hemos asistido con perplejidad, en relación al fortalecimiento y respeto de las instituciones, más a un recambio de bandos políticos con intereses y proyectos disímiles pero con algo en común: el uso y subversión de las instituciones para proteger sus propios intereses y no los de la Nación o del pueblo argentino en su conjunto.

La mención de causas populares hoy abandonadas, como la eliminación de las listas sábanas para hacer uso del derecho de elegir a cada candidato individualmente por el voto popular, o más recientemente, la resignación ante el hecho de que jueces de la Nación cedan a la presión del poder político para no investigar causas que comprometen la vida o el patrimonio actual o futuro de los argentinos, describen a gritos dónde hay que hacer el esfuerzo político para lograr que los argentinos tomen las riendas de su propio destino.

La destrucción de los partidos políticos, la persistencia de las listas sábana, el interés del actual gobierno de destruir en particular todo vestigio democrático en el Partido Justicialista, la corrupta ceguera de la Justicia Electoral ante éstas y otras irregularidades-incluyendo las elecciones- tanto como la estafa de los subsidios a los ferrocarriles con complicidad de funcionarios del Gobierno que terminó en la tragedia de Once, como la causa que envuelve al vicepresidente y a la sociedad oculta detrás de la privatización de la impresión del papel moneda nacional, o como la más reciente confiscación de YPF (que no sólo demorará la solución del problema energético sino que costará fortunas en reparación económica y en pérdidas de inversiones extranjeras por desconfianza), describen la impotencia de los ciudadanos para decidir qué país y qué políticas quieren. La indiferencia y la resignación han sido siempre la respuesta de un pueblo cansado y siempre manso durante una larga temporada antes de explotar harto, para volver luego al mismo esquema, con diferentes actores y creyendo equivocadamente que el problema está en el proyecto o en los dirigentes o, más sofisticadamente, en la falta de acuerdo en políticas de Estado, es decir, en la congenialidad de los proyectos. Quizá esta vez lo que se precise sea un liderazgo didáctico y esclarecedor sobre el poder en manos de los ciudadanos que los ciudadanos no se deciden a ejercer o no saben cómo y en la límpida reinstitución de las instituciones republicanas, únicas salvaguardas de la auténtica voluntad popular.

El cómo, sin embargo, está al alcance de la mano, y, si se comprende que no es el actual gobierno el problema sino la corrupción de la Justicia y hasta de la Policía que debería servir a ésta y no al gobierno, hay que sacar de la mira de combate al actual corrupto e imperdonable equipo de gobierno y poner el acento en la corrupción de las instituciones que permiten sus acciones delincuentes, en particular la de la Justicia, con muchos jueces que se sienten impunes para hacer cualquier cosa porque la ira popular no está aún canalizada correctamente hacia ellos.

No hace falta un líder opositor, sino una multitud de líderes que trabajen bajo una idea común: el esclarecimiento acerca del verdadero rol protector de los intereses individuales y comunitarios de las instituciones y el aumento de la conciencia individual de cada argentino acerca del poder que tienen en sus manos. Como todo comenzó con el verbo, no hay que desdeñar la simple formulación de esta idea básica de agrupación, como inicio de un movimiento colectivo para la reinstitución de las instituciones como mediadoras entre el pueblo y cualquier gobierno. A esta Argentina la salvamos entre todos, o no la salva nadie. ¿Hace falta repetir quién dijo esto y cuánta razón tenía?

Al liberalismo local inspirado en los Estados Unidos, modelo de eficiencia en sus instituciones, no hay que recordarle esto. Al peronismo republicano que ya aprendió duramente su lección, tampoco. Sólo hace falta lograr la unión informal de ambos en la base misma de la sociedad y trabajar en movimiento hacia arriba, hasta remover todo vestigio de disfuncionalidad en las instituciones y terminar castigando penalmente a quienes las hayan subvertido en sus funciones.