lunes, diciembre 22, 2008

ARGENTINA 2009: EL AZAR O EL ESFUERZO

En estas horas de vigilia, no sólo de la Navidad y el Año Nuevo, sino de los cambios que inevitablemente van a acontecer en nuestra patria, no hay mucho para agregar a lo ya dicho durante el año. Todos sabemos todo. También, todos tenemos ya la intuición de que el momento de autoflagelación que nos hacía clamar “Los pueblos tienen el gobierno que se merecen” está a punto de terminar. Sin proponernos, por fuerza de las cosas, todos hemos comenzado a preguntarnos cómo es que hemos consentido gobernantes que encarnan nuestros defectos y no nuestras virtudes. Bastó la aparición de un hombre sencillo, casi gris, sensato, justo, diciendo “No” desde un lugar de poder para que de pronto nos diéramos cuenta que la buena vieja Argentina no está muerta, y que sus pecados, tentaciones y escasa voluntad de esfuerzo no han podido destruir su meollo.

La Argentina y los argentinos somos buenos. Detrás de la banda de ladrones, de la banda de irregulares que han hecho del Estado –esa representación nacional de los argentinos—la caricatura del estado republicano y democrático que marca la Constitución y de la cohorte compacta de malos políticos que destruyeron toda legalidad institucional y toda legitimidad de poder, se encuentra un pueblo cada día más despierto, más alerta y más sensibilizado a pelear en defensa de sus mejores cualidades.

Existirá siempre la tentación de entregarnos al azar, o a las manos de Dios, que siempre sabe más y hace mejor, pero la experiencia acumulada de tanta mansedumbre o haraganería intelectual y cívica parece ahora abrir el camino a una actitud diferente: la del esfuerzo para pensar de verdad, para evaluar la realidad sin la comodidad de las ideas hechas y para accionar con precisión para lograr objetivos.

Hay una pléyade de nuevos y viejos dirigentes que hoy ponen el acento en la restauración republicana. Se trata de una coalición que se fue formando por necesidad, quizá la más amplia desde los tiempos de la entente Perón-Balbín. De este primer gran conjunto popular, necesario para restaurar el orden, saldrán los dos grandes conglomerados políticos de la modernidad, el que expresa un capitalismo dinámico y globalizador y el que se encuentra más cómodo con políticas socialdemócratas y alianzas internacionales acotadas.

Es más que probable que los nuevos conglomerados aniden en las hoy obsoletas carcasas del Partido Justicialista y del Partido Radical, como forma de aprovechar la tradición y revitalizarla. Pero es posible también que, trazando una línea con el pasado, las dos grandes tendencias políticas de nuestra comunidad –en combate desde los años 90 y hasta la actualidad-- busquen nuevos nombres. Lo que hoy cuenta es la nueva voluntad de realismo y nitidez, el nuevo compromiso con la política, siempre ese arte de lo posible, ese arte de la negociación y de la convivencia.

Nada nuevo, en suma, salvo la nueva vida que nos espera como comunidad organizada una vez que desechemos la vieja piel de nuestros defectos. Nada espectacular, tampoco. Sólo lo que sepamos conseguir con nuestro esfuerzo sostenido, por fin libres del estigma del ignorar nuestras mejores cualidades.
2009, al contrario de lo que muchos creen, va a ser un gran año.

domingo, noviembre 30, 2008

SOBRE EL PJ

El mayor de los problemas para organizar la oposición política al Gobierno de los Kirchner reside en la ocupación ilegal del PJ por éstos y en el bloqueo de elecciones internas, por vía de una Justicia que se niega a servir a la Constitución y prefiere obedecer a sus amos políticos.

La falta de un marco en el cual la vieja disputa por la modernidad económica pueda resolverse democráticamente hace que todo el resto de la oposición afín a la modernidad haya carecido hasta ahora de un eje central con el suficiente peso como para proponer esta política a consideración de la población.

La oposición socialdemócrata puede muy bien organizarse y hasta ser mayoría en las elecciones, pero en términos de organización económica de la Nación, sólo sumará fuerza al kirchnerismo ya que expresa ideales bastante semejantes a éste. Apretada entre ambas socialdemocracias (una con el nombre robado de PJ), la modernidad republicana, capitalista y popular continuará siendo una minoría y la Argentina, una Nación postergada y sin destino. A menos que encuentre una ruta política hacia las elecciones de 2009.

La recuperación del PJ para esta modernidad es un propósito político importantísimo pero no el fundamental. Si el Ejecutivo y la el Poder Judicial continúan trabando el normal desenvolvimiento del PJ de modo de acotar las chances de una oposición no socialdemócrata en las elecciones de 2009, el principal objetivo consiste entonces en construir un conglomerado modernista, republicano, capitalista y popular que pueda ganar las elecciones y ofrecer una verdadera alternativa al hoy deseperado conjunto de los argentinos, que no quiere saltar de la sartén kirchnerista para caer en otro fuego socialdemócrata.

Con PJ o sin PJ, lo que importa es el contenido y la pléyade de dirigentes valiosos que hoy no tienen un marco común de referencia y tampoco un líder nítido capaz de construirlo. Lo que importa también, es el otro lado de la sociedad, compuesta por una gran mayoría de votantes sin representación. Unos y otros conforman esa hoy gran masa amorfa que exige una inmediata forma política.

El conglomerado sin nombre, pero con una ideología de la modernidad clara y sin vueltas, está en marcha. Del PJ, se va a quedar con lo mejor, con lo más valiosos de sus dirigentes y con el pueblo, que siempre va a acompañar a los buenos, aunque hoy parezcan menos que los malos.

Referencia:
Notas publicadas en el Foro Partido Justicialista durante el mes de Noviembre.

EL BARULLO

En este foro hemos señalado más de una vez lo que a lo largo de este año parecía siempre el principio del fin para encontrarnos luego con la frustración de seguir en lo mismo, como si cada deterioro en el gobierno solo pudiera fortalecerlo. Herido, mellado, desprestigiado, ridiculizado en el país y en el mundo, allí sigue el gobierno de los Kirchner, con la vergonzante aprobación del Senado en estos últimos días de leyes confiscatorias.

Este final por etapas, con infinitos principios que demoran en llegar a su último destino, no deja de ser la única realidad política visible.Los Kirchner no tienen ni cabeza para gobernar ni el pueblo tiene paciencia para soportar más desatinos.Falta liderazgo en la oposición, y si bien el liderazgo de Elisa Carrió reclamando una República con la institucionalidad correspondiente es de un alto valor, lo que está en juego es la supervivencia productiva de la Argentina y entonces un liderazgo que englobe la demanda republicana de Carrió y se haga cargo de la urgente reestructuración de la economía es lo que el peronismo disidente debe proveer.

No hay problema político más acuciante que éste y es éste el que los peronistas no kirchneristas deben resolver, para bien de la Argentina y también para rescatar honorablemente el nombre de peronistas, tan bastardadeado por los Kirchner y quienes los rodean. Es un punto de inflexión histórica, en el cual el peronismo se perfeccionará institucionalmente a sí mismo o se lo tragará la historia, como la obra de un gran hombre que no tuvo seguidores a su altura.

En los Estados Unidos, Obama acaba de nombrar a Paul Volcker en su equipo económico, con lo cual los demócratas señalan un, para muchos, inesperado giro hacia la concepción más moderna de la economía global. La Argentina, mientras tanto duerme, sin ver lo que sucede en el mundo. Más allá de la ideología, sigue imperando la realidad. Comprender la realidad es peronismo. El resto es, más que silencio, barullo inútil.

LA CUMBRE PERONISTA DE PARQUE NORTE

Todo el peronismo anti-kirchnerista se reunirá el 10 de Diciembre en Parque Norte para conmemorar los veinticinco años de democracia. Algunos de los invitados más mencionados: Felipe Solá y Francisco de Narváez que se miran de reojo y no saben si mezclarse o separarse, Carlos Menem que no sabe tampoco si podrá asistir, el infaltable Eduardo Duhalde, los hermanos Alberto y Adolfo Rodríguez Saá, José Manuel de la Sota, Juan Carlos Romero, Jorge Busti, Luis Barrionuevo, Ramón Puerta, Miguel Angel Toma, Eduardo Rollano, Humberto Roggero (en nombre de De la Sota), Héctor Maya, Hilda Duhalde, Eduardo Amadeo, Javier González Fraga, Jorge Sarghini, Rogelio Frigerio, Rodolfo Frigeri,Jorge Todesca, Alieto Guadagni, Abel Posse, Andrés Cisneros, Jorge Castro y Archibaldo Lanús. Podríamos agregar más nombres, conocidos y no conocidos, a la lista. Lo que lamentablemente todavía no podemos mencionar es el concepto organizativo que podría agrupar a una variedad tan heterógenea de dirigentes y cuadros técnicos, más allá de su profesión de antikirchnerismo. Hay profundas diferencias entre el duhaldismo clásico, el duhaldismo renovador de Felipe Solá, el peronismo de letra de De Narváez, el peronismo auténticamente republicano de Ramón Puerta y el modernismo económico de de la Sota, los Rodríguez Saa o Menem.

Es evidente que la cada vez más acelerada marcha hacia la recuperación legal del PJ está dejando lugar a una nueva temática que va a interesar mucho más a los argentinos: cuáles son los grupos ideológicamente homogéneos que se van a formar dentro del amplio paraguas del PJ, qué personalidades y capacidades van a aportar, y qué ideas de superación de los Kirchner y transformación y recuperación de la mejor Argentina van a proponer. Esto es lo que va a comenzar un minuto después que termine el acto político.

Será entonces la hora en que peronistas y aliados pongan lo que tengan en materia de planes e ideas para consideración de los argentinos. También la inevitable democrática hora de la pugna entre los grupos no kirchneristas divididos entre aquellos que tratarán de sustituir sólo a los Kirchner pero no a lo peor de sus ideas y actitudes y aquellos que seguiran pugnando por devolver a la Argentina a la legalidad, al mundo y a la modernidad.

La expectativa de una resolución institucional al poder sin control de los Kirchner sigue un camino separado de las elecciones 2009. Estas tendrán lugar bajo cualquier formato de continuidad institucional y es a ellas a las que hay que apostar elevando el nivel de discusión y formando pequeños equipos de gestión coherentes capaces de transmitir a los argentinos una concepción de país que, anclada en lo mejor del pasado, sepa ofrecer una esperanza de Argentina sólida y con un futuro bajo control.


REALIDADES, VERDADES Y UN ACERTIJO

La muy promocionada cumbre del peronismo disidente terminó transformada en una solicitada publicada en el diario Clarín donde muchos firmaron y otros, no. Esta realidad es también una verdad. Una verdad un poco triste que quizá tenga remedio -contradigamos a Serrat- una vez que alguno de los muchos aspirantes al liderazgo del peronismo en su conjunto, firmantes de la solicitada o no, emerja con el discurso superador de la deplorable instancia kirchnerista.

Cada día es más fácil resolver el acertijo, en tanto los Kirchner continúan empujando a la Argentina hacia los mismos abismos del pasado y eligiendo el rumbo, siempre mal y en contra del interés nacional.

También cada día es más fácil adivinar quienes NO pueden sustituirlos ya que básicamente participan de muchos de sus presupuestos ideológicos en materia de política internacional, por ejemplo, o aprueban una o varias de sus disparatadas medidas económicas o callan ante los atropellos a la legalidad.

El nuevo líder emergente del peronismo es, en esta nueva instancia global, pro-yanqui y no pro-ruso. Comprende que el nuevo presidente de los Estados Unidos pertenece al centro-derecha globalizador. Entiende perfectamente que si la Argentina no es capaz de volver a la legalidad y modernizar su economía, no tendrá ya chances de crecer. Es tan republicano y constitucionalista como Carrió y está dispuesto a renovar al peronismo corrigiendo la percepción negativa que buena parte de la sociedad tiene de éste. Es federalista, pero federalista en extremo, dispuesto a promover y conseguir lo que desde Alberdi hasta ahora no se consiguió. Defiende la ley. Es peronista y, desde siempre, amigo y socio de los que, proviniendo de otra formación política, sostienen las mismas premisas. Porque lleva consigo la verdad, va a predominar.

¿Quién es?

lunes, octubre 27, 2008

FINALES Y COMIENZOS

Durante unos breves minutos, el diario La Nación en su edición electrónica del domingo 26 de Octubre a la noche, reflejó con un gran titular la declaración de Elisa Carrió en el programa de Mariano Grondona: “Son una banda de ladrones”, “Néstor Kirchner se ha robado la Argentina toda”. La verdad no duró mucho tiempo online, borrada por vaya a saber qué temor y a la mañana siguiente los titulares eran otros. El resto de los medios tampoco propició la continuidad de la noticia en la opinión pública, aunque es de esperar que en las próximas horas o días, el tema vuelva, como vuelve en esta columna.

El caso es que como Elisa Carrió tiene razón, lo menos que deberían plantear sus numerosos diputados es un juicio político que, además, debería ser acompañado por buena parte del peronismo disidente no duhaldista. Arrastrada por los Kirchner con su erradísima, delincuencial y políticamente inoportuna decisión de asaltar las AFJP, la Argentina se precipitó hacia una crisis más honda aún que la que antecedía. Con rumbo de catástrofe, el actual gobierno parece haberse encaminado, ya sin retorno, hacia el estrelle final.

La crisis argentina, siempre la misma, la del incorrecto diagnóstico y las soluciones equivocadas de corto plazo, espera todavía una oposición coherente en las dos variantes políticas aún por construirse: la del conservadorismo liberal y la de la izquierda socialdemócrata, para aplicar categorías universales al peronismo moderno y al radicalismo aggiornado.

En el mundo, lo que está en juego, no es exactamente lo mismo, a pesar de las apariencias que oponen a conservadores y demócratas. Obama no es exactamente un socialdemócrata y tampoco Mc Cain es un conservador retrógrado. Lo que se discute es, sobre todo, la modalidad del liderazgo de los Estados Unidos. No el liderazgo, sino la modalidad. Cuánto cederán en el manejo de las finanzas globales y cuánto conservarán de iniciativa y responsabilidad militar. En las próximas elecciones los estadounidenses decidirán si ceden poder al resto del mundo y en qué o si lo conservan para sí. No está en discusión el sistema capitalista, y apenas el sistema de reparto interior. La campaña feroz y los candidatos atípicos fogoneados de uno y otro lado tienen otro trasfondo, la reorganización del poder mundial y los términos de esta reorganización. Las naciones nunca han regalado poder cuando han podido conservarlo y es esta resistencia la que siempre ha asegurado liderazgos claros en procesos de progreso universal constante. Un progreso que interesa al mundo pero también a los Estados Unidos, ejecutores del mismo desde su Independencia.

Deberíamos en este sentido, como argentinos, recordar nuestra posición continental y fortalecerla, en la certeza de que América Latina es una pieza más importante de lo que se suele creer en esta nueva apuesta por el liderazgo del mundo. Asentar nuestra posición continentalista sin la fractura chavista en el Ecuador, reclamando una vez más un continente integrado desde Alaska a Tierra del Fuego, requiere comprender cabalmente el actual proceso norteamericano, incluyendo la exacerbada crisis financiera. No sea que, encandilados con la idea de un poder multinacional con unos Estados Unidos debilitados, ayudemos a vulnerar nuestro mejor destino posible. Nuestro error geopolítico tradicional, desde el mismo comienzo de la Nación.

En la Argentina, el peronismo moderno tiene muy en claro esta idea y el radicalismo socialdemócrata, tan semejante en esto al peronismo antiguo, no. Una diferencia más para aclarar qué tipo de oposición debería construirse aceleradamente en la Argentina, no sólo para librarnos de los males internos sino para ofrecer al mundo una actuación coherente y eficaz con lo que está en juego. El destino de todos, liderados por los mejores.

jueves, septiembre 18, 2008

EL PAIS DE LOS GRANDES CHICOS

Hace ya muchos años, María Elena Walsh hizo historia acuñando la expresión “país jardín de infantes” en un famoso editorial del diario Clarín. En estos días, la metáfora vuelve a imponerse, ante la infantil conducta de los gobernantes, que lejos de enfrentar la realidad como adultos, prefieren suprimirla desde un pensamiento ideologista, variante del pensamiento mágico infantil, e ignorar las consecuencias de dicha negación.

Que la crisis financiera norteamericana sea interpretada como el colapso del sistema capitalista y no como una crisis de crecimiento de ese sistema aún no ajustado en sus nuevas variantes y que la desorganización absoluta de la economía argentina sea presentada por el equipo gobernante como un modelo de solidez, propone a los argentinos una preocupación adicional a las cotidianas: la de pensar que estamos en manos de criaturas irresponsables y no de adultos a cargo del siempre difícil manejo de una nación.

Pretender que los Kirchner se miren en un espejo fiel y que acepten la imagen que este les devuelva de sus personalidades reales y ya no agrandadas por cargos para los cuales no compitieron lo suficiente con mejores candidatos, es ya, a esta altura, tiempo perdido. Exigir en cambio a la comunidad que revea su propia adultez y reflexiones sobre las oportunidades perdidas por error de interpretación, es acercarse al futuro.

¿Cuándo se perdió la Argentina? En los últimos días de diciembre de 2001, cuando faltó en la presidencia el liderazgo y en economía no se asumió con claridad la conducción de un país en guerra con su solvencia, su autoestima y su confianza en su destino. ¿Qué era el corralito? Una medida de emergencia que mantenía el valor y la moneda de los depósitos y permitía manejar esos depósitos con total libertad dentro del sistema bancario, con el sólo límite de la extracción de efectivo. ¿Por qué se debió tomar esa medida? Porque los argentinos no creyeron que los bancos, que habían prestado demasiado dinero a las provincias sin orden fiscal, podrían honrar sus depósitos y entonces comenzaron a retirarlos. ¿Por qué Cavallo estaba y continúa estando tan seguro de que los bancos iban a poder hacer frente a la situación con sólo la medida del corralito, preventiva de una sangría mayor? Porque es un técnico sólido, el mejor que haya tenido el país en décadas, que sabía que la renegociación de la deuda prevista para dos meses después iba a remediar el problema. Sin embargo, en estos días, en los que Cavallo ha reaparecido para advertir acerca del peligro en el cual se encuentra la Argentina si los Kirchner continuando negando la realidad, una gran parte de la comunidad continua desorientada, confundiendo las medidas adultas y responsables del Cavallo de Diciembre de 2001 con las medidas infantiles e irresponsables de Duhalde en los días que siguieron. El corralón de Duhalde es el que está en la base de la actual desdicha argentina: su pesificación y devaluación son las que transformaron a la Argentina en un país sin crédito y las que congelaron las tarifas de las empresas privatizadas, creando un atraso tecnológico casi irreparable e inmensas pérdidas al Estado a través de los subsidios para compensarlas. Adultos y criaturas: la Argentina de los 90, consciente de su atraso y con voluntad de recorrer el siempre esforzado camino a la adultez opuesta a la Argentina facilista que, en vez de pelear por su solvencia financiera prefirió, como los chicos jugando al Estanciero, falsear la moneda y recomenzar la partida.

En un mundo de países adultos, definición más acertada que la de primer mundo, segundo o tercero, la Argentina posterior al 2002 prefirió volver a la infancia. Y allí sigue, aunque la población sea ya algo más que adolescente, con sus hormonas y órganos genitales bien desarrollados y con la pretensión de una vida adulta y fecunda. La infancia ya no le sirve, la Argentina está en su plena era productiva, aunque a los Kirchner les cueste dejar el juego del payasito torpe con los zapatos grandes al frente de un partido y de la muñeca de cachetes inflados sentada en el sillón de terciopelo rojo con su vistoso vestidito. La comunidad argentina quiere que la dejen ser lo que ya es, una comunidad adulta, y no la prisionera de un juego infantil. Pide reflexión inteligente y racionalidad en los actos: la adultez se consolida en el cerebro.

La fuerza productiva del campo, de las provincias sujetas con la cadena del centralismo y la energía personal de cada uno de los argentinos que sólo esperan certezas para lanzarse a invertir y crear, están hoy frenadas por grandes a los que aún les cuesta dejar de ser chicos y que no aceptan crecer para dejar crecer. Gracias al esfuerzo de mejores argentinos, la comunidad argentina es hoy mucho más que un ocasional par de personas que no alcanzaron la madurez necesaria para gobernar. La Argentina como nación es casi adulta. Ya estaba en camino, asentándose, hasta que un rebrote de infantilismo la volvió a atrasar. Se trataba, tal vez, del tiempo necesario para que la comunidad se mirara a sí misma y comenzara a deslindar sus aspectos maduros de los inmaduros, los infantiles de los adolescentes y pre-adultos. La búsqueda de una mayor institucionalidad y la aspiración a una economía sana y confiable forman parte de este crecimiento colectivo, así como el espontáneo rechazo comunitario a los rasgos infantiles de omnipotencia, autoritarismo y negación de la realidad.

La preocupación por esta Argentina otra vez nena, descalificada como país confiable, y el terror por la inflación sin control de los tiempos de la economía infantil expresan también un sentir colectivo. La comunidad se siente dueña de su destino y quiere hacerse cargo de él. Busca un buen grupo de adultos en condiciones de gobernar. El tiempo de reflexión comunitario está llegando a su fin: sólo hay lugar para la verdad y la realidad. Que los chicos se vayan a jugar a otra parte y dejen que esté país sea gobernado por los que, a fuerza de perseverancia y fe en sí mismos, han logrado transformarse en adultos. Esos grandes que, al revés de los chicos, son capaces de transformar de verdad la realidad y que no esperan que ésta mágicamente cambie, por la sola voluntad del deseo.

viernes, agosto 29, 2008

GENTE HONORABLE

Cuando ya no se trata sólo de las valijas con dólares de Chávez sino de las donaciones de las bandas narcos, algo que no debería sorprender cuando Chávez apoya a las FARC colombianas, uno se pregunta si el destino fatal del peronismo va a continuar, hasta su ya aparentemente inminente final, lindando con la delincuencia.

Desde el relente criminoso de los años negros, cuando la misma ilegalidad del sin embargo legítimamente revolucionario movimiento colocaba a militantes y leales en las mismas cárceles que cafishos y traficantes y alentaba la apropiación de fondos públicos y sindicales para hacer una política que de otro modo no hubiera podido ser financiada, la imagen del peronismo estuvo siempre necesitada de la más enérgica de las rectificaciones. Hecha la revolución, lo que quedaba por realizar era la organización comunitaria.

Opuesta a la guerrilla, sin el bagage obligadamente delincuencial de los militantes de la Resistencia, la generación joven del regreso del General Perón en 1972 expresaba la promesa del cambio. Un cambio que el mismo General se ocupó de liderar, trazando la nueva línea dogmática que separaba la paja inútil del trigo necesario para alimentar políticamente a los que seguían: el movimiento debía institucionalizarse, la delincuencia guerrillera debía deponer las armas y todos los argentinos debían moverse dentro de la más férrea de las consignas: “Dentro de la ley todo, fuera de la ley nada.”

Aquella nueva generación, promesa brillante de los años ’70, se desgajó en fracciones. Algunos desobedecieron la consigna de líder y eligieron continuar en la delincuencia con proyectos alternativos de izquierda o de derecha. Muchos –combatientes de un lado u otro o civiles con o sin afiliación política- nutrieron las filas de muertos y desaparecidos sin una segunda oportunidad. Otros optaron por un exilio prudente que en infinitos casos se transformaría en duradero. Los más, se sumergieron en la oscuridad política por casi una década, en un viaje casi sin retorno de la brillantez a la tragedia. Allí quedaron hasta el regreso de la democracia, desde donde, ya maduros adultos, y después de absorber un nuevo fracaso frente a Alfonsín, ocuparon los sucesivos gobiernos desde Menem hasta la fecha, sin terminar de tener nunca en claro cual era su misión histórica ni que debían ejecutar en el peronismo como tarea final.

Los que alrededor de Menem se hicieron ricos como funcionarios, los que luego con el Duhalde que quebró la institucionalidad económica de la Nación y hoy con los Kirchner a la cabeza, se mueven fuera de la ley, abusando de sus privilegios como funcionarios y torciendo la ley en su beneficio o en el de sus amigos, continúan alimentando esa ya clásica imagen negra del peronismo, que ya no sólo parece ser incorregible, sino no tener ya el menor interés de rescate para la gente honorable, ni siquiera la propia.

La gente honorable, peronista o no, ha preferido mantenerse alejada de un movimiento que en espiral ha descendido cada vez en forma más veloz hacia la ilegalidad, en el sentido exactamente opuesto a su misión histórica, que no era otra que la de restaurar el orden comunitario después de haberlo quebrado en 1945. Gorilas o pueblo llano sin acceso al poder, militantes sin lugar dónde militar ni jefes respetables a quienes responder, una vasta mayoría de argentinos que, más allá de su historia personal peronista o no peronista, se siente y es honorable, pretende gente igualmente honorable en el poder. No quiere más mentirosos, ni hipócritas, ni ladrones ni delincuentes, quiere respeto por la ley y gente tan honorable como ellos, sólo que con la inteligencia de las cosas de Estado.

Cuando los que nos gobiernan no tienen la inteligencia de las cosas de Estado, y cuando tampoco son honorables, volvemos a preguntarnos cómo llegaron allí. No fue como se dice habitualmente, porque mucha gente confundida o tonta o tan poco honorable como los candidatos, los votó, sino porque los candidatos eludieron, sobornando a la Justicia, el filtro de las internas partidarias democráticas. En este caso, la del Partido Justicialista, que hoy permanece en la misma irregularidad con el consentimiento de una Justicia en la cual la gente honorable prefiere lavarse las manos antes que dar una vuelta de tuerca a la decadencia política argentina y ofrecer el más justo y honorable de los cauces para que la historia argentina fluya, en vez de detenerse.

jueves, julio 31, 2008

LA ENCRUCIJADA O LA CRUZ

En la meseta de fines de julio, post conclusión dramática en el Senado del conflicto con el campo, los grandes temas del país vuelven a ocupar a dirigentes y medios periodísticos. El Gobierno podría haber caído –se habló de la renuncia del matrimonio presidencial- pero no cayó, y mientras la ciudadanía asiste a retoques cosméticos en el Gabinete disfrazados de importantes renuncias y a ajustes en las tarifas que apenas rozan la superficie del gran problema, la orientación general que rige a ambos Kirchner no parece haber cambiado ni estar en cuestión.

La pregunta es entonces si el conflicto con el campo ha colocado de verdad al Gobierno en la encrucijada de tener que cambiar de política o irse, o si, por el contrario, la final aparente disolución del pleito agropecuario con todos los problemas sin resolver no señala más bien la inevitable cruz que los argentinos deberemos cargar hasta el nuevo cambio presidencial en 2011. Esto es, un gobierno inepto, respaldado por un partido intervenido y una concertación quebrada, y sin una correcta visión estratégica de la Argentina.

Cuando los Kirchner hablaban de golpismo hablaban bien: lo que los golpea esta vez no es un grupo de militares ni un grupo de civiles gorilas –algo imposible cuando los antipueblo son ellos- sino la realidad de su propia ineptitud para rever sus ideas y actitudes y cambiar. Muchos comentaristas políticos se entusiasman con la idea de que la pareja se separe y que ella ejecute una política diferente. En esa fantasía, la encrucijada sería así aprovechada por una pragmática ella para dar un giro hacia la derecha y separarse de las ideas izquierdistas de un obcecado él. Los argentinos quisieran creer en la posibilidad de un mayor realismo en las cuentas públicas, o en la redención de un autoritario él por una más flexible ella, pero, ya casi curados del tradicional infantil idealismo colectivo, ya no creen. Ambos Kirchner se han desplomado hasta la menor de las popularidades posibles. ¿Entonces? ¿Y el campo, que está tan callado? ¿Qué va a suceder? ¿Qué nos espera?

Como en la segunda ola de un tsunami, todo está por volver. Los temas irresueltos del campo, y también todos los problemas negados en la política y en la economía.

Las encrucijadas a menudo sirven sólo para identificar la cruz. También, en unas pocas históricas ocasiones, para atreverse a cargarla, morirse y resucitar en la gloria. Nadie duda de que estamos en una encrucijada. El problema es qué hacer con la cruz.

martes, junio 10, 2008

EDUCANDO AL MANDATARIO

En tiempos en que el soberano ha dado pruebas de estar ya lo suficientemente educado como para distinguir lo constitucional de lo anticonstitucional, lo racional de lo irracional, lo conveniente de lo inconveniente, lo lógico de lo ilógico, quizá convenga instalar la nueva premisa argentina que consistiría en educar ahora a los mandatarios. Insuficientemente formados, con graves problemas de decodificación de la realidad, con conductas inconscientes no debidamente analizadas, los mandatarios tienen una dificultad específica: no entienden quien es su patrón e invierten las posiciones, creyéndose el patrón del pueblo. Esta situación pone en grave riesgo a la Nación cuando es el primer mandatario el que confunde su posición en relación a la comunidad.

Es bastante absurdo que la casi totalidad de los argentinos nos encontremos en una actitud expectante de lo que el primer mandatario decida y que nuestra rebeldía ante el mal trabajo de dicho mandatario consista sólo en la protesta activa. Implica que desde nuestro lugar soberano como pueblo participamos de la misma confusión de los mandatarios y creemos que ellos son la autoridad cuando, en realidad, son nuestra misma autoridad delegada. Los mandatarios deberían entonces ser sensibles al primer indicio de disconformidad y protesta, para renovar cada vez simbólicamente el mandato y lograr que mandantes y mandatarios resuelvan los problemas. Que el mandato se otorgue cada cuatro años por medio del voto no autoriza a ejercer el poder en contra del pueblo. Cuando existe intolerancia a los pedidos del pueblo, o aún a una parte de él, o negativa al diálogo y resistencia a comprender que el mandato, como la confianza, se renueva todos los días, hay dos poderes alternativos que deben intervenir: el Poder Legislativo y el Poder Judicial. Ellos son los encargados institucionales de educar al primer mandatario allí donde la educación institucional le falla y de reorientarlo en el mejor interés del pueblo.

Cuando este mal se traslada a la esfera de los partidos políticos y los mandatarios prescinden del voto de los afiliados, transformándose en mandantes y ejecutores de políticas propias, y este mal se traslada a la Nación, llevando a la contienda electoral a candidatos de que no expresan la voluntad de ninguna porción del pueblo y son sólo designados por mandatarios partidarios usurpadores del derecho de los afiliados mandantes, pueden con toda seguridad ser calificados de falsos mandatarios. Eso explica muchas veces el autoritarismo que viene a suplir la representatividad y la permanente inversión de roles en relación al pueblo, al cual se manda sin comprender que es el pueblo el único mandante y a quien el mandatario debe obediencia.

La única pregunta válida de estos días en la Argentina es si la Corte Suprema educará al mandatario. El pueblo se sentiría respetado y feliz de saber que, a pesar de todos los problemas, nada está perdido puesto que vive dentro de una democracia constitucional y no bajo una dictadura.

sábado, mayo 10, 2008

LA DIRIGENCIA PATÓGENA

La principal discusión política pendiente en la Argentina no es acerca de un modelo u otro, sino acerca de si los máximos gobernantes del país están en sus cabales, o sea si dentro de la realidad o fuera de ella. La ya famosísima frase del General Perón aludía también de un modo más simbólico a esta cualidad que todo buen dirigente debe tener: el sentido de realidad, a través del cual se llega a la verdad.

No se conduce con propiedad una nación, sin verdad. Eludir la verdad, característica propia de las personalidades que sufren algún tipo de distorsión emocional o de los circuitos de análisis lógico, se transforma en un grave problema público cuando a quienes padecen esta afección se les permite dirigir el país. Por su carácter de autoridad, entronizan su enfermedad y se convierten así en agentes patógenos, creando enfermedad psíquica colectiva mientras diseminan su mentira en el seno de la sociedad. Esto, al cabo de un tiempo, crea un gran sufrimiento en el pueblo, tironeado entre su sentido de realidad y la superestructura mentirosa en la cual se quiere obligarlo a creer. Es el tiempo entonces del pathos colectivo, cuando el pueblo es convertido en una masa informe que se percibe arrastrada allí donde no quiere, ya sea hacia alguna dictadura, hacia una hiperinflación o hacia una profunda crisis de autoconfianza. Porque, ¿qué puede hacer el pueblo que percibe por sí mismo la realidad porque vive en ella pero al cual la máxima autoridad le miente, diciéndole que la realidad es otra cosa? ¿Qué puede hacer el pueblo cuando esa otra autoridad que es la Justicia cierra los ojos allí donde debería abrirlos para defenderlo en su sentido de verdad?

En estos días se han vuelto a escuchar desde el Gobierno exclamaciones como “Los del campo están locos” y en el pasado más reciente el loco también era Cavallo. Y mucho antes Sarmiento. Y Perón antes de que los gorilas tuviesen que darle la razón. Y los gorilas, antes de que un Menem pacificador les restituyese su parte de verdad.

Como lo que está en juego siempre es la verdad, son los astutos mentirosos los primeros en reclamarla para sí. Los que la tienen, son los que más tardan en descubrir las armas del mal, porque los buenos sólo proyectan el bien e invariablemente creen a los malignos mejores de lo que son. En cuanto a los actuales gobernantes de la Argentina, los psicoanalistas podrían refinar el análisis clínico, y descubrir el juego perverso al cual la población es sometida desde antes de la última elección, donde lo que eligió no es lo que hubiera elegido si todas las opciones hubieran sido antes liberadas, y donde aún admitiendo que haya elegido lo que no hubiese elegido, ve que aún gobierna el que nunca se eligió.

Los espíritus más religiosos verán algo más sencillo, la eterna batalla de la verdad y la mentira, de la realidad y la locura, de Dios y el Demonio. O sea, del bien y del mal, que existen en la historia de las naciones y de los pueblos tanto como en la historia de las personas. Nunca fue fácil distinguir uno del otro, porque no son dogmáticos ni estables.

La Argentina está en este mismo momento en el centro de esa batalla. La gran confusión que se percibe dentro de la comunidad resulta de descubrir que hay algo superior y previo a la opción entre modelos económicos o ideológicos y es que las naciones sólo pueden ser bien conducidas cuando se obedece al sentido de verdad, de lo que en la realidad y no en las creencias, es bueno y justo para el país y el pueblo. El General Perón sintetizaba el rumbo a seguir diciendo que sólo se trata de elegir aquello que hace la grandeza de la Nación y la felicidad de su pueblo.

También Perón tenía clara la batalla contra los dirigentes patógenos, y no se cansaba de repetir que el mismo pueblo genera los anticuerpos. A la vista, el campo, que se brotó y quizá esa reacción de vacuna política bien recibida por herencia, confunde a un Alberto Fernández que trata de locos a los dirigentes rurales, confundiendo un brote y otro. Si no saben lo que es la soja, ni que una sembradora no cosecha, ¿van a saber que hay otros brotes además de los psicóticos?

Entre vacas y vacunas dadas a tiempo, entre alfalfa y caballos que no son los del comisario, la Argentina reverdecerá, y de los locos, sólo serán admitidos los lindos. El de las tres naranjas de Piazzolla y los demás, esos artistas que saben que tampoco hay buen arte sin verdad.

miércoles, abril 02, 2008

EL CORAZÓN DEL PROBLEMA

Las explicaciones acerca del inevitable fracaso del modelo económico impuesto por la fuerza después de los sucesos de 2001, han sido ampliamente expuestas en estas columnas. Como los argentinos nos guiamos más bien por la experiencia directa que por la anticipación y prevención de los acontecimientos, la rebelión del campo viene a demostrar lo que de otro modo no se quería comprender: no se puede crecer eternamente expropiando el capital que se necesita para reinvertir y seguir creciendo.

Desde la expropiación de Duhalde a través de la pesificación hasta la expropiación por medio de las retenciones a los exportadores agropecuarios, el modelo kirchnerista muestra que sólo se sostiene a través de la ilegalidad y del desprecio a la propiedad privada, lo cual remite a un desaliento de la inversión tanto nacional como extranjera. Este modelo cruje, se resquebraja y, finalmente, se va a romper en lo que es su supuesto fundamental: que se puede crecer sin un pleno sistema capitalista de mercado. Es el modelo de una mentira.

Si el problema está creado entonces por una mala elección del modelo económico, la solución se encontraría en cambiarlo. Esto es lo que, sin embargo, resulta imposible al gobierno actual, y lo que traslada entonces el corazón del problema al plano político. Como el gobierno insiste en asumirse como peronista, proyectándose en la comunidad como la nueva expresión de éste, el corazón del problema se traslada, antes que a los partidos de oposición, al peronismo en su conjunto, que de ninguna manera siente como legítima y propia esa expresión política del Gobierno. El reciente abordaje y ocupación del Partido Justicialista por parte de los Kirchner a través de un congreso ilegalmente constituido muestra dónde se teme, y con razón, que comience a crujir, resquebrajarse y, finalmente, romperse, el modelo político de partido único del Estado. Dónde habría que construir un sistema democrático bipartidista, se fuerzan las instituciones para lograr un partido centralizado desde el Estado y capaz de dominar los tres poderes.

Fuera del campo económico, donde la lucha hoy es clarísima, hay una segunda lucha por el retorno del peronismo al punto de progreso y modernidad al que había llegado en los ’90. El peronismo no kirchnerista, en plena etapa de reorganización y conformación de los nuevos liderazgos, es el responsable del giro interno que la Argentina precisa hacia su mejor destino. Sólo una recuperación democrática del PJ asegurará que nadie continúe haciendo uso indebido de la estructura política con el potencial más grande del país para perjudicar la Nación y expropiar al pueblo su futuro.

No es en la ilusión de una futura oposición más fuerte que la del partido hoy en el gobierno que se va a derrotar el modelo de la ilegalidad, tanto institucional como económica, sino en la oposición actual dentro de ese mismo partido, la única en capacidad de regresarlo a sus condiciones democráticas anteriores para permitirle continuar su camino hacia la modernidad política. Si el PJ recupera su legitimidad democrática, los demás partidos y en particular el radical, estarán obligados a una legitimidad y representación equivalente, dando la oportunidad a una oposición con fortaleza propia.

El corazón de la batalla política está hoy en el peronismo, una vez más invitado por la realidad a ser la delantera en el proceso de creación de identidad de los argentinos, quienes no quieren más dirigentes disfrazados ni mentirosos ni, mucho menos, el permanente default a la realidad. Al peronismo se le exige verdad y el peronismo deberá proveerla, cambiando su dirigencia.

lunes, marzo 17, 2008

LOS GENERALISTAS DE LA POLITICA

En el justo momento del comienzo de la crisis global de reajuste financiero, que no significa de ningún modo crisis del sistema capitalista global sino un reacomodo del crecimiento global, se advierte más que nunca el charlatanerio de gobernantes ignorantes y periodistas que no saben tampoco muy bien de qué se trata y teorizan en base a preconceptos y no al estudio específico de una situación inédita. Generalistas de la política, somos todos muy buenos a la hora de defender tal o cual posición ideológica o de mostrarnos amplios y hablar de “políticas de Estado” o de la “modernidad”. Lo que no parece existir son especialistas que definan no qué política de estado sería la adecuada sino cómo es esa política de estado en sus más mínimos detalles. Así es que, por más que se llegase a un consenso entre las diversas fuerzas políticas acerca de una generalidad, el resultado sería nulo y la población no recibiría los beneficios esperados por la sencilla razón de que no hay estudios previos.

La carencia de un estudio profundo y sistemático de las posibles políticas públicas en cada área de gestión gubernamental es gravísima. El conocimiento necesario queda limitado a la mayor o menor formación de cuadros especializados que el gobierno de turno pueda convocar según afinidad ideológica. Lo que no existe son los estudios previos sistematizados y abordados en grupos y por equipos enlazados porque no hay suficientes organizaciones no gubernamentales estructuradas como think tanks de calidad para el estudio de cada uno de los problemas y su gama posible de soluciones. Así es como asistimos a debates sin sustento en el Senado (podemos verlos por televisión) y a leyes que dan vergüenza ajena por la falta de rigor en su formulación cuando no en su redacción. Los políticos, que ya son poca cosa en sí mismos en su gran mayoría por una educación provinciana e insuficiente en la era global, no cuentan tampoco con el soporte de un aparato intelectual organizado que los alimente.

Con el casi total de la energía política puesta en la lucha por los espacios partidarios o las posiciones electorales, los políticos argentinos –con honrosísimas excepciones- dedican por sí mismos poco esfuerzo al estudio previo de los problemas. La ley del poder es bien conocida: una vez que se accede a él ya no hay tiempo para aprender y allí es donde la población debería poner sus ojos, en el grado de saber previo que cada aspirante lleva consigo al poder y en la calidad de los aparatos intelectuales que los apoyan. No hay saber previo sin estudio y no hay estudio sin profesionales altamente especializados concentrados por sector específico de la administración o políticas públicas. Este trabajo suele darse en organizaciones específicas, generalmente no gubernamentales, y sirve no sólo como basamento para decisiones acertadas en los políticos una vez que toman el poder sino como semillero de cuadros especializados, una reserva necesaria de la administración pública. Los empresarios que donan con relativa generosidad a los políticos en tiempo de campaña harían entonces mejor en dedicar sus esfuerzos a la inversión en ese conocimiento que ellos mismos van a reclamar después a gobernantes ignorantes, meros generalistas de la política e incapaces de imaginar soluciones que jamás han previsto o de aplicar con corrección soluciones que no comprenden del todo y a las que acceden por instinto o porque no les queda más remedio.

La recurrencia de los problemas argentinos no es sólo un problema de la baja calidad de la dirigencia política. Es más bien, en cualquier sector del espectro ideológico, una renuncia a las mejores tradiciones heredadas de la política seria y responsable. Sarmiento y Perón, para nombrar las dos cabezas señeras de las dos filas ideológicas de la Argentina, fueron no sólo dos grandes intelectuales sino también dos grandes planificadores. Dos líderes que creían en el estudio profundo de los problemas, dos líderes que aborrecían la chapuza y la improvisación en los asuntos de Estado, y tan opuestos en sus personalidades e ideas que no podríamos nunca atribuir el fracaso argentino al enfrentamiento ideológico o a la predominancia alternativa de una u otra de las vertientes ideológicas. La raíz del problema está, justamente, en lo que es diferente a ambos: la falta de estudio, de planificación, la improvisación y la falta de amor por la tarea de la cual se es responsable.

El punto exacto de esta enfermedad nacional contemporánea se mide en la desaparición de la escena política del único estudioso, planificador y ejecutor de políticas públicas, el único heredero a gran escala de esas específicas cualidades de Sarmiento y de Perón: Domingo Cavallo. Creador de la Fundación Mediterránea y luego fundador de la ambiciosa y abortada Fundación Novum Millenium, auténtico ejecutor de la modernización de la Argentina, fue justamente arrastrado por la propia insuficiencia de una oposición sin formación global que no entendió jamás de qué se trataba la modernización de la Argentina. Incomprendido además por la población que, sintiéndose atacada en su bolsillo lo repudió, con Domingo Cavallo se hundieron las chances de la Argentina y las fortunas de quienes lo condenaron sin saber esperar.

Más que ilustrar los vaivenes de la carrera política de un hombre en particular, el ejemplo de Cavallo sirve más bien para demostrar que los valores argentinos no están donde deberían estar y que la falta de familiaridad con el estudio serio, con la planificación y con la especialización, hace de los argentinos presa fácil de los chantas en quienes se ven mejor reflejados, que en los sólidos especialistas que precisan tiempo, sostén convencido, financiación y paciencia.

domingo, marzo 09, 2008

LA CIUDAD DESNUDA

Después de tres meses en el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, la nueva administración de Mauricio Macri ha tenido tiempo de hacer un primer relevo de las dificultades que enfrenta cualquier intento de gestión moderna en el Estado argentino. Que se trate del Estado Nacional, de un estado provincial o municipal, los vicios, el desorden y, sobre todo, el enorme atraso en la infraestructura de los servicios públicos sólo equiparable a la igualmente atrasada formación de la mayoría de los cuadros administrativos, el desesperante panorama del país caduco se despliega con las mismas características. La experiencia de gestión urbana de Macri se transforma entonces en el botón de muestra de lo que es posible hacer en el resto del país o, por el contrario, en la demostración de que, aún con las mejores intenciones, no tenemos remedio.

La aparente negociada convivencia con el gobierno de Kirchner no parece alentadora, en tanto canjea tolerancia política con tolerancia para negocios oscuros como los del juego, destinados ahora a alimentar la maquinaria política del oficialismo de turno. Tampoco la falta de una enérgica condena a la política económica general que ata el país a cada día más limitadas condiciones de inversión auténticamente productiva. Es muy importante recordar que la única inversión genuina en infraestructura de servicios, con la consiguiente inmediata modernización del país, se produjo durante la década de los ’90 y que el proceso de modernización fue detenido a fines de 2001 por Duhalde con su pesificación y ruptura de los contratos privados con aquellas empresas de servicios que garantizaban un progreso exponencial en las condiciones de vida de los argentinos. La pregunta es si la nueva administración de la ciudad, autónoma en el sentido de decidir su economía, puede volver a aquel esquema de modernización y progreso y cuánto la falta de federalismo auténtico, que se hace sentir tanto en la cuestión de la policía propia, incidirá a la hora de tomar las grandes decisiones. Falta no sólo rehacer la estructura de Buenos Aires allí donde jamás fue tocada, y las recientes inundaciones dan cuenta de este atraso de más de ochenta años. Hay que continuar, además, con la modernización de la infraestructura de servicios, buscando el modo legal de desprenderse de la política de servicios nacional y de las nefastas decisiones del ministro De Vido.

Falta también, hablando de federalismo, una alianza federal con otros estados que también padecen el habitual centralismo abusivo, reforzado en el caso de ambos Kirchner, por el propio pensamiento estatizador y autocrático. La real causa del atraso y la pobreza en la Argentina continúa siendo la falta de libertad y autonomía de cada estado provincial para recaudar y administrar sus propios impuestos. Por otra parte, en estos momentos políticos de condena al capitalismo y a toda posible inspiración o sociedad con el exitoso modelo de los Estados Unidos de Norteamérica, la poco inocente renuncia a promover un verdadero federalismo esconde sobre todo la necesidad de impedir que una política diferente a la nacional pueda llegar a expresarse en una o más provincias, convirtiéndose en la demostración de un éxito sólido y duradero, opuesto al falso éxito oportunista del actual gobierno nacional.

La ciudad ha quedado desnuda en sus problemas, reclamando igual realismo en las intenciones de sus actuales gobernantes, hoy en el centro de la escena, a plena luz y con un poder suficiente. Estos tienen una oportunidad única de hacer una diferencia e iniciar, de un modo consciente y activo, lo que no es sino el postergado camino hacia el federalismo. Alberdi, que nunca soñó que la ciudad de Buenos Aires pudiera convertirse en un Estado, sigue esperando. Los habitantes de Buenos Aires, también, y con ellos, los de toda la Nación, desesperados por encontrar un modelo de crecimiento y progreso sostenible en el tiempo.

miércoles, febrero 20, 2008

DOS PROYECTOS

Aunque no explícitos, los dos proyectos de país que han regido en la Argentina post-democrática continúan dirigiendo el actual debate acerca de la reorganización de los partidos políticos. El modelo social-demócrata de capitalismo tibio, geopolíticamente sudamericanista, y el modelo capitalista moderno global y continentalista en el plano regional, aparecen como el motivo real de las pugnas, legales e ilegales, en la reorganización de los dos grandes partidos políticos, el peronista y el radical.

No se trata ahora, como muchos de los seguidores de Lavagna creían, de una lucha de la oposición por limitar el poder presidencial, sino de la misma vieja opción entre dos modelos a la hora de enfrentar y solucionar los problemas argentinos. No hay síntesis entre ambos modelos ni posible fusión, y así como al fracaso de modelo socialdemócrata le siguió el triunfo del modelo capitalista de Menem- Cavallo, interrumpido por la gestión poco exitosa de de la Rua y, sobre todo, por el golpe institucional de Duhalde, restaurador a su vez del modelo social-demócrata, al inevitable fracaso final de la gestión de Kirchner 1 y Kirchner 2, representantes del mismo proyecto social-demócrata de siempre que hoy se percibe engañosamente como un éxito, le sucederá el modelo de capitalismo global, con una posible acelerada continentalización.

Los tiempos argentinos son también los tiempos del mundo y estos están cambiando a toda máquina, sin que aún se advierta la aceleración exponencial del movimiento de reordenamiento capitalista del mundo, que los acontecimientos de Septiembre de 2001 parecieron suspender para siempre. El hecho es que el reordenamiento avanza en la misma dirección pre-2001 y que en la Argentina la única señal que se percibe acerca de esto es la importancia enorme que los defensores de un modelo y otro dan a la reorganización del PJ y del Partido Radical, en la certeza de que se avecinan tiempos en los cuales cada uno de los proyectos tiene que tener un instrumento electoral muy eficiente, so pena de perecer bajo un clima internacional altamente demandante.

Conviene entonces recordar las afiliaciones de los dirigentes con cada modelo antes de limitar el problema de las reorganizaciones partidarias al mayor o menor grado de institucionalización. Detrás de la mayor o menor institucionalización y de la mayor o menor democracia interna, hay dos proyectos de país en pugna. El modelo social demócrata es defendido por Alfonsín, Duhalde, Kirchner 1 y Kirchner 2, Lavagna y Carrió. El modelo capitalista es defendido por Menem, Cavallo, de la Rua, Puerta, los hermanos Rodríguez Sáa y, de un modo tibio, por Macri y por los siempre acomodaticios Scioli y Reutemann. También por Ramón Ortega, al cual casi nunca se nombra, aunque convendría recordarlo en esta hora como uno de los grandes defensores del modelo capitalista y de la amistad con los Estados Unidos.

La lucha de unos y otros por el control de los partidos políticos no es sino la lucha por el instrumento electoral de cada proyecto. En un momento en que desde el Estado se pretende influir para que en ambos partidos predomine un proyecto socialdemócrata, renunciar a la participación en ambas reorganizaciones partidarias es condenar al proyecto capitalista, global y continentalista a una derrota antes de competir, y a la Argentina, al definitivo exilio de una modernidad que no va a esperarla a que despierte de su equivocado sueño socialdemócrata.


Opine y participe en la reorganización del PJ.
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Foro Partido Justicialista
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martes, febrero 05, 2008

LA GRAN OPORTUNIDAD

El tema de la conveniencia institucional de un sistema bipartidista en la Argentina no es nuevo, pero sí el haber llegado por fin al momento de lograrlo. Los movimientos de Néstor Kirchner en esta dirección para reorganizar el Partido Justicialista han desatado en forma irreversible este proceso, que ya conmociona también al Partido Radical. Lo que queda por definir es la identidad de los dos partidos, siempre necesariamente basada en sus identidades históricas, y el modo correcto de definirlas, es por medio de correctas y democráticas elecciones internas en ambos partidos.

Si no hay democracia y juego limpio en esta etapa refundacional, difícilmente la haya en elecciones generales posteriores donde compitan ambos partidos. Este es el punto de interés para los argentinos, militantes o no, afiliados o independientes: cada uno tiene hoy la responsabilidad personal de exigir que ambos partidos se reorganicen en forma democrática y con la participación de todos. La aparente intención de Néstor Kirchner de ocupar el PJ como parte de su aparato Frente para la Victoria, eliminando a otras líneas internas opositoras, resulta más que inconveniente para este proceso, al cual deslegitimaría así desde su arranque.

La democratización de los dos grandes partidos puede dar una oportunidad también a todos aquellos pequeños partidos que se fueron escindiendo de ellos, nacidos en la impotencia ante la falta de reglas democráticas y rebeldes al imperio de los caprichos personalistas. Con los dos grandes partidos reorganizados, los pequeños partidos tendrían así la opción de mantener su identidad individual, en general de partido regional, asociándose en las elecciones nacionales con alguno de los dos grandes o podrían convertirse en equipos operativos, organizados en fundaciones y ligados a alguna de las líneas internas de esos dos grandes partidos. Se trata de construir un orden institucional con identidades claras que puedan sumarse con libertad de elección. Estamos frente a la gran oportunidad de construir algo más que un mero sistema bipartidista: una sociedad política absolutamente democrática, en la cual el pueblo argentino tenga siempre la opción del cambio y del recambio por los debidos carriles institucionales, además de una opción participativa legítima, abierta y democrática para asegurar la permanente renovación y jerarquización de las dirigencias.

En una comunidad políticamente desorganizada, estamos construyendo organización. Con los ojos bien abiertos, participemos, y no dejemos que desde el Estado un grupo de pícaros use la justicia y las dos instituciones políticas tradicionales del pueblo argentino, el Partido Justicialista y el Partido Radical, en su propio beneficio y no en beneficio de los argentinos, los únicos que con su voto dentro de esas instituciones tienen el derecho a decidir. Ya sabemos lo que dijo el General Perón: “Mi único heredero es el pueblo.” Quería decir que en el país y en las instituciones políticas, el que vota es el pueblo, y no un dirigente con las riendas del Estado.

sábado, enero 19, 2008

LA REPÚBLICA BOLIVARIANA DE ARGENTINA

El atentado del 11 de septiembre de 2001 en los Estados Unidos tuvo también terribles consecuencias para la Argentina y para Latinoamérica. Hay que volver a recordar que en los años previos, la Argentina y los Estados Unidos habían logrado consolidar una estrecha relación política y militar (al punto que la Argentina fue incluida como aliada Extra-OTAN) y ambos países, junto con una pléyade de naciones americanas orgullosas de su adecuación a la modernidad económica global, apoyaban el Area de Libre Comercio para las Americas. El atentado envió a los Estados Unidos al Asia Menor, le quitó lo que en otras circunstancias hubiera continuado siendo su principal interés de expansión económica -el desarrollo programado de América Latina- y perjudicó a la Argentina de modo aún más directo. La debacle financiera de 2001 se origina en la mala comprensión de los Estados Unidos de la situación local con los resultados conocidos: perdieron al país estandarte de las reformas económicas, de la modernidad y del proyecto integrador de las Américas con la inclusión norteamericana y su liderazgo. Entregaron así a la Argentina a las fuerzas de le reacción económica, la política exterior argentina a Fidel Castro y Hugo Chávez y abrieron las puertas a la creación de la alianza opuesta al ALCA, una unión sudamericana basada en la vetusta, pero siempre útil ideología británica del siglo XIX, que soñaba con un continente americano partido en dos y con una Sudamérica unida opuesta a esa Norteamerica tan amenazante para el aún vigente imperialismo británico.
ALCA-rajo, dijo Chávez, y así fue. Desde entonces hay dos proyectos opuestos para el Continente Americano. El primero es el que sostienen, hoy desganados y sin un lider visible que lo promueva, los Estados Unidos y que incluye el ALCA, una posible alianza militar y, muy a lo lejos, una Unión Americana, unión política, cultural y productiva al estilo de la Unión Europea. El segundo es animado con una energía envidiable por el Presidente venezolano que no se calla tampoco a la hora de formular este proyecto de unión de repúblicas bolivarianas sudamericanas y con el cual pretende liderar también la economía sudamericana. Vienen, más que van, las valijas con dólares y con una pregunta: ¿va la voluble Argentina a firmar este proyecto y convertir a la Argentina en lo que el Presidente venezolano propone? O, por el contrario, ¿va la Argentina a ayudar al Presidente venezolano a abrir su mente a la realidad y conveniencia de una America Unida junto a los Estados Unidos y a ayudar así a los venezolanos? Al igual que los cubanos, los venezolanos merecen los benficios de la modernidad y la inclusión en un proyecto que garantice el óptimo crecimiento de la región. Todos los americanos, norteamericanos y sudamericanos merecemos también vernos libres de ese mismo terrorirsmo que inició nuestras presentes desgracias y una unión útil en este sentido pasa más con los Estados Unidos que con Irán.
Los actuales candidatos presidenciales en los Estados Unidos no hablan del ALCA, muy poco de Latinoamérica, y su contacto con la región parece limitado a los temas de inmigración ilegal, un tema que sin embargo se beneficiaría mucho con la inclusión del tema del desarrollo continental para limitar la emigración. Sin embargo, entre ellos se elegirá el próximo noviembre no sólo al nuevo presidente y "líder del mundo libre" sino también al líder automático del proyecto de unión de las Américas. El proyecto de Chávez para Sudamérica es explícito y si los Estados Unidos callan, otorgan. Por lo tanto, es de esperar que retomen la iniciativa ideológica proponiendo nuevos caminos para el ALCA, trabajando los aspectos de unión cultural y creando las bases para una futura unión política que incluya a todas naciones americanas.
La Argentina del Gobierno seguirá su rumbo inestable entre una economía estatista y una economía de capital, entre ser caprichosos amigos de los Estados Unidos -si el presidente es Hillary, sí y si es Bush, no- y en la tentación de transformarse en una república bolivariana, quizá hasta reflotando el mismo proyecto sanmartiniano originado en el pánico británico a la Independencia norteamericana casi tan grande como el pánico a una coalición hispánica, heredado luego por los Estados Unidos. Los fantasmas del pasado viven en todas las memorias, pero el futuro está hecho de un presente en el cual las conveniencias son otras que hace dos siglos. La Unión Europea muestra el poder de un mercado continental. Ubicados en el mismo continente que los Estados Unidos, y con su tesoro de organización, tecnología y uso de capitales para el crecimiento, ¿podríamos renunciar a ser sus socios y construir una América común?
La Argentina será lo que deba ser, pero antes que eso suceda, parece condenada a diferentes experiencias de identidad. Un gobierno hegemónico y sin oposición organizada para defender la identidad genuina no son la mejor de las combinaciones para sortear las dificultades de un mundo en guerra, una guerra en la cual los argentinos hemos estado envueltos, sin saberlo y sin poder organizar nuestra defensa, desde la hora cero.