sábado, mayo 21, 2022

EL PERONISMO COMO SOSTÉN DE LA COALICIÓN LIBERAL

Se distinguen tres formaciones políticas para integrar esta coalición: la del PRO de Mauricio Macri, la del peronismo liberal excluido del kirchnerismo de Juan Schiaretti y la liberal de Javier Milei.

De las tres que eventualmente competirían en la interna de esta coalición, la peronista es la única en condiciones de aportar una estructura nacional.

De completar los huecos del PRO a Mauricio Macri, si éste decidiera separarse de los radicales o de proveer a Javier Milei de la estructura nacional imprescindible para una candidatura presidencial y, por supuesto, de recuperar para amplios sectores del peronismo hoy cooptados por el kirchnerismo,  un lugar de legítima pertenencia y progreso y, con Juan Schiaretti, un liderazgo más adecuado a su tradición de productividad y trabajo.

¿Es posible imaginar una interna presidencial donde compitiesen Macri, Schiaretti y Milei?

Ganase uno u otro, los escenarios de cambio para el país estarían asegurados de un modo doble:

·         Haciendo todas las reformas imprescindibles del Estado y la economía para estabilizar la moneda y obtener la más alta productividad

·         Cuidando a los trabajadores ocupados y desocupados al mejor modo peronista pero por fuera del Estado y de las empresas

En este razonamiento se excluyen los egos y los deseos presidencialistas personales, en favor de la posibilidad de lograr un cambio real de la Argentina, en las condiciones más favorables y menos dolorosas posibles.

Cada uno de los implicados en la coalición tiene de todos modos una misión indelegable:

·         Mauricio Macri debe renovar su vocación de líder popular, tal como supo hacerlo en Boca y como, hasta el último momento de desesperada incorporación de Pichetto, se negó a hacerlo rechazando liderar al peronismo huérfano

·         Juan Schiaretti, un gobernador ejemplar, debe lavar al peronismo del mal nombre que le dejó el kirchnerismo, recordar a los votantes que el peronismo de Menem fue el primero de encontrar la fórmula del éxito aliándose con el liberalismo y dejando que Cavallo reorganizase la economía con un sello profundamente liberal, logrando así una década de estabilidad y progreso que se puede y debe repetir

·         Javier Milei, el líder que tanto atrae a los jóvenes y muy particularmente a la golpeada, maltratada y no educada juventud popular de adhesión peronista, puede hacer el milagro de que las nuevas generaciones puedan ser a la vez peronistas y liberales. Como prácticamente el único líder que en la última década reivindicó el éxito Menem-Cavallo, puede recordar a los jóvenes votantes, además de las ventajas que les ofrecerá una economía libre, que el peronismo verdadero fue siempre una organización libre de trabajadores y aspirantes al trabajo, independiente del Estado, y que se puede tener, a la vez, una economía liberal y una alta protección y seguridad en el trabajo. 

En la desesperanzada Argentina actual, debería esperanzar la idea de una coalición liberal que uniese las ideas y esfuerzos de los tres sectores más compatibles y honestos en su deseo de regreso a una Argentina grande y feliz.

 Esta coalición liberal permitiría además que el resto del espacio político se ordene con las otras dos coaliciones tradicionales: 1) la de la social democracia que incluye al radicalismo, a la Coalición Cívica, y a fragmentos del PRO y del peronismo y 2) la del izquierdismo setentista y el tradicional. 

Este es un nuevo modo de ver el espacio político. No es una utopía, sino la conclusión histórica de las dos tendencias tradicionales del peronismo y el liberalismo que confluyeron hasta unirse en los años 90, unión derrotada después en el 2001. Esta derrota marcó un regreso a la desunión y al enfrentamiento y sobre todo, al fracaso. 

Aprendida la lección, sólo queda como solución el regreso inteligente a la unión que creó el éxito y que nunca se debió abandonar.

martes, mayo 10, 2022

LA INEXORABLE POLÍTICA PERONISTA Y LIBERAL: FALTA EL EJECUTOR

 El perdurable odio de unos por otros nubla la razón colectiva y oculta la obvia solución argentina, que debe ser a la vez peronista—para atender el cuidado y promoción de millones de excluidos—y liberal—para asegurar el crecimiento y la estabilidad.

Se mira la realidad política desde el pasado, manteniendo viva la idea de que peronismo y liberalismo están fatalmente opuestos cuando, sin ir más lejos, la experiencia de los años 90 demostró que no es así y más aún, que la unión de ambos podía generar un inmenso crecimiento y progreso.

Hoy hace falta más: más peronismo, más liberalismo.

Y hace falta el ejecutor: el liberal que entienda cómo puede funcionar el peronismo o el peronista que entienda que se puede hacer un excelente peronismo dentro de una economía liberal.

Al liberalismo le caben las tareas de estabilizar la moneda y hacerla otra vez convertible, de eliminar el déficit fiscal, de eliminar los impuestos recesivos y, en particular, a las exportaciones, y de generar las condiciones necesarias para facilitar la producción y crear una economía ágil y libre.

Al peronismo le caben sus tradicionales tareas de protección de los trabajadores registrados, no registrados, desocupados formados y desocupados no formados—hombres y mujeres sin hijos o con hijos en edad escolar—y las de la organización de condiciones de vivienda, salud y educación para esos sectores—incluyendo a las madres de hijos no escolarizados y a los niños escolarizados o no.  

Los liberales no precisan explicaciones acerca de cómo lograr sus objetivos: las exitosas economías de los países centrales y de muchos otros vienen mostrando el cómo desde hace décadas.

Es el peronismo el que precisa una reconversión en sus métodos para lograr los objetivos de siempre. Mientras el mundo se globalizó con una política general de producción capitalista sin inflación, el peronismo local se aferró a su antiguo estatismo inflacionario, convirtiendo a la Argentina en un país fallido con un 50% de pobres.

El General Perón, sin embargo, dejó una enseñanza clara al promover la organización de los trabajadores por fuera de Estado.

La CGT y los sindicatos son organizaciones libres del pueblo y es por eso que, desde el comienzo, aprendieron a organizarse para proveer salud y turismo a sus afiliados, además de defender el único capital inicial que tienen los trabajadores: el de su trabajo.

Este es el modelo en el que un peronismo reconvertido debe inspirarse y dejar que, mientras desde el Estado se hace la reforma liberal que termine con la inflación y cree las mejores condiciones de productividad, los sindicatos tomen a su cargo la protección social bajo el lema: “No hay otra clase de hombres y mujeres que los que trabajan.”

¿Cómo sería el nuevo modelo?

1) Eliminación de todos los planes superpuestos y creación de un plan único de inclusión—al trabajo o a la educación/formación—con  un seguro de desempleo, personal y bancarizado. Se restituye la dignidad: todos son o van a ser trabajadores.

2) Registro sindical universal y obligatorio de trabajadores, sea cual sea su condición—empleado, desocupado o en formación. Se terminan así la exclusión y el descontrol, ya que junto al registro de sueldo o seguro, existe el de pertenencia como trabajador ocupado o en formación en un sindicato. Sabremos fácilmente quién es quién y qué hace y será más fácil recuperar a los auto-excluidos y cear mejores condiciones de seguridad para todos. 

3) Aporte del trabajador para su jubilación, seguro de desempleo, y educación/formación cuando corresponda

4) Formación técnica y de oficios en los sindicatos. Cursos a cargo de trabajadores desocupados formados pasando su oficio.

5) Creación del bachillerato sindical de dos años que permita un acceso a la universidad a quienes demuestren talentos especiales

6) Simplificación y modernización de las leyes laborales: el trabajador se protege a sí mismo a partir del poder colectivo que le da la asociación sindical.

7) Creación de aseguradora sindical para administrar los aportes y seguros de desempleo

8) Ley de auditoría que asegure que los afiliados tengan poder de control sobre las cuentas sindicales

9) Eliminación del Ministerio de Desarrollo Social, quedando todas las cuestiones que atañen a los trabajadores ocupados o no, a cargo del Ministerio de Trabajo y/o de otros que eventualmente correspondan, p.ej. Ministerio de Educación

10) Creación de ley por la cual todos los trabajadores del Estado entran en situación de disponibilidad sin perder su sueldo  y son reasignados, de modo de permitir un Estado liviano, con empleados altamente formados y productivos y con los trabajadores que hoy están mal ubicados, reasignados allí donde puedan demostrar mejor su capacidad y hacer carrera.

El Estado y las empresas que ocupan trabajadores inicialmente volcarán los recursos necesarios para poner en marcha el nuevo plan virtuoso que, en la medida en que más y más trabajadores se sumen, eduquen, trabajen y aporten deberá sostenerse por sí mismo y liberar tanto a las empresas como al Estado de cualquier obligación hacia sus trabajadores que no sea la del pago del sueldo y las buenas condiciones de seguridad, higiene y otras en sus ambientes de trabajo.

Otro plan especial, nacional y/o provincial que el peronismo puede crear, independiente del Estado aunque también con  su inversión inicial, es el de la creación de cooperativas rurales con la cesión de tierras fiscales improductivas a futuros trabajadores rurales que construirían allí sus viviendas según un  modelo colectivo y racional, trabajarían allí mismo, y pagarían con su trabajo el dinero que se les preste vía crédito bancario para arrancar el proyecto.

Este plan rural debe comenzar a pequeña escala, creando un modelo económico fácil de repetir y/o amplificar y, además, seguramente exportable a países vecinos, de modo de reducir la inevitable presión inmigratoria que se sufrirá cuando la Argentina comience  otra vez a crecer.

Mientras que el liberalismo apura sus planes de reforma de la macro economía el peronismo debería hacer un esfuerzo paralelo para crear su propia reforma compatible para proteger a los trabajadores al mismo tiempo que atrayendo y multiplicando las inversiones locales y extranjeras.

Un trabajo simultáneo sería ideal, demostrando que somos capaces de organizar una reforma que sirva a todos y no perjudique a nadie.