miércoles, diciembre 21, 2022

LOS ADIOSES

Todos los argentinos mayores sentimos desde hace un tiempo la vibración de un inmenso cambio subterráneo, que cada tanto sube y brota espasmódica y fragmentariamente en la superficie y cuyos signos tratamos de interpretar con teorías políticas cuando quizá una teoría histórica y biológica sería más apropiada.

Entre los signos que han ido asomando, se destacan el rechazo de los más pobres al kirchnerismo durante las últimas elecciones, el explosivo crecimiento de Javier Milei entre los jóvenes de todos los sectores sociales, la aparición de una bandita de jóvenes marginales intentando asesinar a la vicepresidenta, la inesperada renuncia de Cristina Kirchner a todo nuevo cargo electoral y, ¡cómo no!, la  maravillosa sorpresa de que la selección nacional de fútbol ganase la Copa del Mundo, demostrando la falsedad del lugar común de que los argentinos somos buenos individualmente, pero no sabemos trabajar en equipo.

Los signos son muchos y ya se puede percibir la estructura que contiene y explica todos estos hechos que vienen agolpándose y advirtiéndonos que lo subterráneo está a punto de emerger como un todo visible y coherente. Se trata de un final histórico y biológico: el final de una generación, la generación de los hijos del peronismo, la última en conocer en persona a Perón y en intentar seguirlo y/o reinterpretarlo, buscándole su lugar en la historia de todos los argentinos. Es el final físico de una generación que se imaginó revolucionaria cuando la revolución ya había sido hecha, que fue perseguida, asesinada, exiliada, de una generación que se dividió en facciones antagónicas, que gobernó muy mal y que después de muchos fracasos—en especial, no haber sabido proteger el éxito del peronismo liberal de los años 90—hoy solo tiene por delante la muerte física, su sustitución por las generaciones más jóvenes y la inevitable y demorada institucionalización del peronismo como uno de los dos grandes partidos nacionales.

Todos hemos escuchado que estamos asistiendo al fin del peronismo, sin darnos cuenta de que, en realidad, estamos asistiendo al fin de la generación que lo destruyó, no lo comprendió o no supo rescatarlo como lo que es y seguramente será en el futuro: el partido de los trabajadores y de la producción.

Entre los muchos adioses que dirá un pueblo mayoritariamente joven y muy diferente del  pueblo joven de los años 70, está el adiós al Estado como sustituto de la actividad privada, el adiós a la interferencia estatal por medio de la política en las libertades individuales, en especial, la de producir y ganar, el adiós a las estructuras estatales obsoletas que no proveen la necesaria educación de calidad o  formación profesional ni la imprescindible seguridad personal, y el adiós a un país que todos los días da vergüenza en su desorden, falta de proyecto y desubicación en la realidad del mundo. 

Pero, estos adioses no son todavía la bienvenida a los nuevos instrumentos que deberán garantizar la libertad de la producción y el trabajo y los bienes de orden y progreso que debe proveer el Estado. No solo el peronismo, sino el radicalismo y los otros partidos menores que funcionan en alianza con uno u otro, deben atender a esta renovación generacional de los instrumentos de acción política.

Hay mucho para pensar y hacer, y, terminada la erupción de la nueva generación—muy visible, ocupando multitudinariamente las calles durante el mundial—dedicarse a trabajar profesionalmente para solucionar los innumerables y profundos problemas de nuestra vida nacional.

Muerto el pasado, viva el nuevo presente.


miércoles, noviembre 23, 2022

ORDENANDO EL DESORDEN

 

Cuando desde lo que se supone es la conducción oficial del peronismo, la ahora conversa Cristina Kirchner que cita con confianza y familiaridad al “General” y se dirige al peronismo en su totalidad en su nuevo autoadjudicado oficio de conductora de este legado histórico, se producen una serie de interpretaciones arbitrarias y caprichosas de la realidad, nadie se sorprende. 

Es lo de siempre, pero ahora más ordenado: ya no se trata de descubrir al peronismo como un actor fantasma a la espera de reaparecer y al kirchnerismo como el invasor no deseado, la plaga ideológica que no encontró anticuerpos ni en el PJ ni en los gobernadores y, ni siquiera, últimamente, en la CGT. Todo es más sencillo. El peronismo es eso que está ahí, ese asincronismo histórico que renegó de su propia evolución en los 90 para extraviarse y con él, extraviar al país. Extrañamente, en su hora más negra, brilla sin embargo la luz de una contundente esperanza.

El peronismo que es, derrotado en su concepción del país y de la economía, sólo admite terminar su destrucción para renacer como lo que nunca hubiera debido dejar de ser: un instrumento político de la democracia y el partido, por excelencia, de la modernidad, la producción y el trabajo.

Las elecciones de 2023 expresan entonces la posibilidad de terminar con estos 20 años de decadencia argentina, ordenando el espectro político según su más avanzada organización hasta el fatídico año 2002, cuando se destruyó el sistema de referencia tradicional modernizado, para volver a pasados imaginarios e improductivos.

Si Cristina Kirchner es la actual jefa del peronismo en la cumbre de su desorden, lo que se precisa entonces, es el líder lúcido que se le oponga y se ofrezca para ordenar y recuperar el peronismo.

Ese peronismo alternativo es hoy, fundamentalmente, un movimiento a la búsqueda de su propia organización, que retome las características de su última organización exitosa, uniendo peronismo y liberalismo.

Los fragmentos hoy separados que son parte natural e indisoluble  de esta organización son fácilmente identificables: el liberal-peronismo de Milei que reconoce y asume el peronismo-liberal de Menem y Cavallo, los peronistas sumergidos en varias franjas del PRO, y los peronistas de las gobernaciones liberales, al estilo de Schiaretti.

Estos fragmentos no han sido, aún, presentados como el conjunto orgánico que en realidad son: un conjunto que sólo espera a ser nombrado y a identificar a su mejor líder.

Un conjunto que no debe volver a caer en la trampa Macri de intentar absorber el peronismo bajo otra bandera en vez de liderarlo abiertamente, asumiendo la historia de los 90 como la que resolvió el enigma del argentino completo: se puede ser peronista y liberal y reclamar ambas tradiciones como propias.

Los radicales, además de completar su propio trayecto hacia la modernización, tienen además el habitual trabajo de contener a todos los que no son ni serán ni aceptarán nunca ser peronistas o liberales.

Este es el orden tradicional argentino, el orden que fue evolucionando históricamente hasta admitir y consagrar una democracia de adversarios y no de enemigos.

El orden que permite que todos los argentinos—salvo quizá la izquierda nunca demasiado democrática, por otra parte—estén a gusto y bien representados.

El orden que debemos reconocer como nuestra meta más inmediata, alineando todos los esfuerzos hacia su recuperación.

El orden que precede, necesariamente, el pleno regreso de la Argentina al mundo y a la economía global, en las mejores, más seguras y más duraderas y estables condiciones.

jueves, octubre 13, 2022

ARGENTINA: UN PROYECTO DE LEY PARA SELECCIÓN DE LOS MEJORES GOBERNANTES

 

La desesperanza frente al devenir colectivo, la frustración personal y la impotencia para influir en el centro del único problema gravísimo de la Argentina—la manifiesta incapacidad de los reguladores y administradores del Estado—hace que cada argentino no involucrado en la política tema por el futuro de la Argentina y por sí mismos y sus familias.

Se odia a la política y a los políticos.

El voto,  sea  a unos o a otros, no alcanza.

Fuera del Estado y de la política, sin embargo, abundan el talento, el ingenio, el conocimiento, el trabajo serio y responsable. Desde instituciones médicas de élite a empresas industriales o agrícolas de excelente producción con altísimo rendimiento, actual o potencial, podemos estar absolutamente orgullosos de lo que somos y podemos. No nos falta gente.

Sólo nos falta encontrar el modo de proceder con la selección de candidatos para dirigir, regular y administrar el Estado. 

No se trata de elecciones ni de partidos sino de pensar un modo diferente para elegir el personal administrativo, definido en primera instancia por su criterio político de significación, uso y obligaciones del Estado y en segundo lugar—y aquí es donde está la falla que atraviesa a todo el espectro político, desde Milei hasta la izquierda, pasando por el peronismo, el radicalismo y el PRO—la formación, idoneidad y experiencia para ocupar el cargo.

No es suficiente con expresar una ideología, un ideario o una identidad histórica. Esa es solo una primera definición que atraerá a los semejantes, creando identificación simbólica y empatía.

No asegura la calidad profesional del candidato.

Todo aspirante al cargo máximo presidencial, pero también a los cargos subalternos de vicepresidente, senadores, diputados, ministros, secretarios y, desde ya, a las líneas inferiores de la administración pública—nacional, provincial y municipal—debería igualmente poder cumplir con los criterios de selección que fijen los ciudadanos.

Hace falta entonces un urgente proyecto de ley que cree un nuevo criterio de selección aplicable a todos los partidos y consentido por todos como una nueva política nacional que dibuje un nuevo horizonte para las próximas elecciones.

Cada partido sometiendo sus candidatos a la prueba de idoneidad creada por los ciudadanos y convertida en ley por sus representantes.

Este sería el modo democrático y correcto, que no altera el sistema de partidos ni electoral, sino que introduce una nueva regla democrática anterior a la confección de listas, por la cual los ciudadanos se aseguren que sólo los preparados e idóneos aspirantes puedan ocupar un cargo público. Terminar así, por ley, con los presidentes o vicepresidentes que no entienden las reglas más elementales de la economía y/o sin experiencia administrativa, y con los diputados o senadores que no aprovecharon su tiempo en la universidad si es que asistieron, o los ministros sin ninguna formación práctica en su área.

La Argentina está destinada desde siempre a ser un gran país, y los argentinos, un pueblo muy realizado. Su principal problema es que su destino colectivo ha sido dirigido casi siempre por personas sin formación o talento que la supliera o la consiguiera.

No importa la ideología, ya que la idoneidad rápidamente supera las rigideces o costumbres del pasado para encontrar la mejor solución—esto sucede día a día en la actividad privada argentina—sino la formación y capacidad profesional adquirida para el cargo.

¿Por qué hay un 40 o 50% de pobreza? Porque la Argentina no está recibiendo las inversiones que precisa para seguir creciendo, creando trabajo y educando y formando a nuevos trabajadores.

¿Por qué no está recibiendo esas inversiones? Porque no hay un orden macroeconómico y jurídico estable, justo y libre.

¿De quién depende la creación de este orden? De los reguladores y administradores del Estado, que son quienes fijan las reglas generales, las aplican y hacen cumplir, y quienes, además, organizan y administran los recursos públicos.

Elijamos a los mejores, a los más competentes e idóneos. Profesionales, además de políticos.

Aseguremos esta primera selección por medio de una ley de competencia para el cargo público—desde presidente a portero del edificio público--que TODOS los partidos deberán considerar y obedecer, para formar sus listas electorales primero y luego, para limpiar el Estado de ineptos al cargo y elegir también a los mejores aún en los cargos más modestos.

Y así, tendremos el país que podemos y debemos tener.

Es solo una ley, que cualquier partido puede impulsar hoy.

El peronismo, para redimirse de tanto error en las últimas décadas y no tener que especular con el azar de un nuevo Menem con el talento capaz de conseguir y emplear un nuevo idóneo Cavallo. El PRO, porque eso quería desde el comienzo y no lo consiguió durante su único gobierno. Los radicales, a los que siempre les sobró gente honesta pero les falto personal con gran experiencia—Manes puede ser un gran ministro de salud mental, pero...¿presidente y administrador del Estado? Y luego, los liberales de Milei y las variantes de izquierda, incluyendo al kirchnerismo, en ambos extremos, deben presentar algo más que ideas generales y mostrar también gente altamente capacitada para cada cargo que pretendan ocupar.

Se trata solo de una nueva y oportuna ley de competencia profesional para regular y administrar el Estado.

Una ley que puede cambiar todo.

Cambiar, para siempre, el rumbo argentino en la dirección del definitivo éxito.

viernes, septiembre 02, 2022

EL PERONISMO, EL PRO Y LA CONSTRUCIÓN DE UN ESPACIO LIBERAL

 

Con gran irresponsabilidad, tras el intento de asesinato a la vicepresidenta Cristina Kirchner, se sigue hablando de brecha entre el peronismo y el antiperonismo, ubicando al peronismo en un lugar donde por convicciones y tradición, definitivamente no se encuentra. Conviene revisitar, entonces, la historia y ver dónde se encuentra hoy la quizá más importante parte del peronismo, silenciosa, no kirchnerista y sin conducción visible.

Ya sea en la primera versión del periodista Jorge Lanata o en la utilización del consultor de imagen Jaime Durán Barba para construir una campaña que colocase a Mauricio Macri como el gran oponente al oficialismo en 2010, siempre se entendió que la “brecha” enfrentaba al kirchnerismo y a los no kirchneristas, entre los cuales se contaban ya originariamente muchísimos peronistas.

Sin embargo, como los kirchneristas habían llegado al poder de la mano de un peronista, Eduardo Duhalde, y no habían vacilado en ocupar prontamente las instituciones partidarias peronistas y en usar según les conviniese mucho de su historia y símbolos, con el tiempo la brecha volvió a ser la ya histórica antinomia entre peronismo y antiperonismo.

Una interesada división que se reveló utilísima para los dos actores políticos principales posteriores a la muerte de Néstor Kirchner: Cristina Kirchner y Mauricio Macri y que, tras el intento de asesinato a la vicepresidenta por parte de un marginal, puede reavivarse de la peor de las maneras.

Cristina Kirchner se hizo dueña del histórico lado peronista de la antigua antinomia, revisitada ahora por su montonerismo tardío y alejando definitivamente de su movimiento kirchnerista al peronismo,

Mauricio Macri, por su parte, se alió al radicalismo, el antiguo adversario institucional y democrático del peronismo, para vencer al “peronismo” (mucho del cual se refugió sin embargo en sus propias filas, unido no por el amor sino por común espanto al kirchnerismo). Ganó una vez la presidencia pero, no reconocer la realidad le costó perder su reelección y permitir el regreso del kirchnerismo, para decepción de los propios y, mucho más del peronismo real al cual se alió en un tardío último intento con Miguel Angel Pichetto como candidato a vicepresidente.

¿Y cuál era la realidad? La misma realidad que hoy se ve detrás de la agitación de la misma falsa brecha peronismo-antiperonismo, utilizada una vez más por el kirchnerismo—ahora para buscar respaldo político frente a la posible condena de Cristina Kirchner y, con bastante poca creatividad, por la desgastada conducción macrista que, por segunda vez podría cometer el mismo error de no entender cuál es el campo real en el que pueden y deben desenvolverse las instituciones partidarias argentinas y su posibles coaliciones.

En primer lugar, hay que entender dos cosas: que el peronismo ya cerró la vieja antinomia peronismo-antiperonismo con el gobierno de Carlos Menem. La historia argentina tiene dos tradiciones: la liberal semi-colonial que hizo la grandeza de la Argentina y la popular, que culminó cuando el General Perón incorporó para siempre a los trabajadores al poder nacional. Menem hizo la síntesis junto a Cavallo en un fructífero peronismo liberal.

Ese peronismo liberal hoy menospreciado y que debería ser el faro propio del peronismo contra el kirchnerismo, dejando a Macri como un actor posterior en esta historia. Un actor que equivocó su rol al no comprender que su condición de liberal y aspirante a popular lo colocaban automáticamente en el gran espacio peronista y no en el espacio radical.

Hoy el radicalismo lleva la delantera en la organización de su espacio, impecablemente institucional, republicano como siempre y social demócrata como siempre, un lugar respetable, apreciable y el punto de referencia para todo aquel republicano que no quiera ser peronista ni mezclarse con una economía liberal. Sólo le faltaría reincorporar a la mejor dirigente radical, Elisa Carrió, otra incomprendida injustamente apartada de su espacio natural.

En cambio, el PRO y el peronismo siguen sin encontrarse allí dónde deberían: en el espacio común ya diseñado por Menem y Cavallo, un espacio peronista liberal destinado a enfrentar al kirchnerismo también en el espacio interno de la apropiación del PJ. Hay unos cuantos gobernadores peronistas no kirchneristas listos para ordenar, por fin, este espacio y a aliarse en la meta común con el PRO de construir una economía liberal y recuperar la común política exterior--¿o quienes si no Menem y Cavallo permitieron que Macri se luciera y llorara emocionado con el G20 en Buenos Aires? Los liberales de Milei y quizá también Espert pueden sumarse a este espacio, que representaría la mejor chance electoral de la Argentina, con unas PASO ordenadoras.

Los adversarios políticos volverían así a ser el radicalismo social demócrata y este nuevo espacio peronista liberal y los argentinos tendrían así dos versiones republicanas para elegir. El kirchnerismo, aún ocupando nominal y temporariamente el PJ, quedaría así, finalmente expuesto a ser lo que es: una inútil versión montonera, un izquierdismo impotente hasta para hacer cooperativas productivas, algo que también el liberalismo sabrá cómo hacer mejor.

Hay que usar las energías en diseñar y construir el nuevo espacio y no distraerse con las causas judiciales que seguirán su largo y lento curso normal sin dar a esto más importancia que la que tiene (los imputados pueden legítimamente preocuparse, la población no, si el periodismo no la azuza).

No hay que agitar más la ridícula idea de “las dos Españas” o el fantasma de una guerra civil o de otra violencia que no sea la montonera habitual que debe ser reprimida—una vez más—dentro del marco de la ley. No hay ninguna antinomia histórica persistente, sí viejas rabias y rechazos viscerales, que pueden ser pacíficamente albergados en el partido radical, el partido no peronista tradicional. Como siempre.

Un siempre que debe volver a ser un ahora, para regresar a la tranquilidad republicana y democrática. Los argentinos tenemos de verdad, todo lo que precisamos para ser por fin grandes y felices. Incluso los dos grandes partidos necesarios para alcanzar la soñada paz social y emocional.

sábado, agosto 27, 2022

EL PERONISMO TRANQUILO

 

En estos días agitados, con veloces cambios de roles—un Massa que, aún sin la suficiente autoridad o decisión, permite que, por fin, el gobierno se oriente hacia una macroeconomía más sensata, una vicepresidenta que debe enfrentar irrefutables acusaciones que pueden llevarla a ser condenada si no se arrepiente, y un presidente cuyo único rol útil se debate entre ser el punching-ball de la oposición o el desconcertado jefe nacional de un PJ que quizá debería pedir unas PASO y elecciones anticipadas ya mismo—se escucha, por fin, el silencio del peronismo real.

La vicepresidente podrá gritar desde el balcón del Congreso a sus seguidores “¡La marcha! ¡La marcha!” para agregar la épica necesaria a su espectáculo de luz y sonido, pero, los que se la cantarán serán los mismos seguidores de siempre, sus fieles kirchneristas, los de ese montonerismo tardío que muchos jóvenes adoptaron sin mayor reflexión. Los peronistas ya se la cantaron, leales, al General en persona, a quien está dirigida esa marcha.

Los peronistas, tranquilos en sus casas, sin lugar institucional más que el prestado, por ejemplo, por Cambiemos, con su PJ nacional y de la Provincia de Buenos Aires obturados por el kirchnerismo desde hace muchísimo tiempo, siguen procesando y aceptando, por fin, que el peronismo de Menem, mejorado, era el camino. Reconociendo que Duhalde se equivocó mucho y mal con la complicidad de Alfonsín) y que el peronismo del siglo 21 debía ser liberal o no ser.

A la vista está: será liberal.

Los peronistas, tranquilos en sus casas hasta que las puertas del PJ se vuelvan a abrir por fuerza de la realidad, no apoyarán ninguna rebelión institucional: ni el juicio político al presidente—por más disparates que diga, destituirlo solo agregará al caos—ni darán el respaldo a la vicepresidente desautorizando a la justicia. No invadirán las calles para pedir nada, porque lo que quieren, ya les llegará, por fuerza de la realidad.

Los peronistas tranquilos ya han aprendido en carne propia el precio de ir contra la realidad y los veinte años de desdicha que han costado, incluyendo al decepcionante interregno de Macri, que también cometió el error de no hacer suyo el peronismo de los años 90, como una realidad de éxito argentino para exhibir: diez años sin inflación, modernización, progreso, inversiones, excelente lugar en el mundo con la Argentina miembro de los 20 países más importantes del mundo.

Por último, los peronistas tranquilos aún no tienen un jefe. Esta es la hora de los finales. Por fin. No hay apuro. Cuando llegue la hora, lo tendrán.

Lo importante es saber que, por debajo del caos y las derrotas, y en medio del actual revoltijo de insensateces y confusiones, el peronismo marcha inexorablemente a cumplir con su destino institucional de gran partido nacional de la producción y el trabajo.

viernes, julio 15, 2022

EL BLOQUEO IDEOLÓGICO DEL GOBIERNO

 


Si la bandera brasileña lleva la inscripción Orden y progreso, la bandera argentina de estos días parece llevar  la de “Ignorancia y desorganización”.

Existe un solo motivo para que este gobierno no haga lo muy obvio que hay que hacer—liberar la economía y organizar mínimamente el Estado—y es la dificultad para superar el bloqueo ideológico que los afecta, a Cristina Kirchner en primer lugar, pero también al Presidente y a Sergio Massa, que suelen pasar por los más abiertos al cambio.

Impresiona fuertemente, desde cualquier lugar que se mire el hoy irresuelto problema de dar un rumbo al país, que estos gobernantes ni siquiera puedan pensar bien en sí mismos y en cómo sobrevivir airosamente al casi año y medio de gobierno que les queda.

¿Por qué no pueden ver lo que le conviene al país para retomar su crecimiento y al mismo tiempo hacer lo que también los beneficiará como políticos?

Porque son víctimas de su propia trampa: de tanto hablar en contra de las políticas que bautizaron como neoliberales, ahora no encuentran la forma de usar en su favor aquello que tanto denostaron.

El bloqueo ideológico que padecen es grave, para el país, pero también para ellos, incapaces de progresar y arrastrando tras de sí a vastísimos contingentes de argentinos, sin darles tampoco la oportunidad de ser beneficiarios de un mejor rumbo.

Superar el bloqueo significa decir, desde su punto de vista—ya sea kirchnerista, ortodoxamente peronista o aún de izquierda—que: “Para no seguir aumentando la cantidad de pobres, crear más trabajo y lograr que los que trabajan tengan mejores ingresos, precisamos inversiones. Hoy las cosas no son como antes y, para lograr inversiones, en este mundo del siglo 21, precisamos dar libertad a los capitalistas y más formación a los trabajadores. Y eso vamos a hacer: usar herramientas diferentes y prácticas para mover la economía hacia adelante”

Con ese simple desbloqueo mental y del discurso, poniendo igualmente el acento en los pobres y los trabajadores, se puede unificar ya mismo el mercado de cambios y convertir los diferentes planes de ayuda a los pobres y desocupados en planes personales (tarjeta de débito personal sin intermediarios) con contraprestación  de estudio, formación profesional o de oficio o trabajo (contraprestación controlada por escuelas e institutos educativos, sindicatos, municipios y Pymes a través de la AFIP). Hacer que estos futuros trabajadores aporten desde ya para su jubilación, comenzando así a incorporar a todos al sistema jubilatorio. Creando adicionalmente un seguro universal que elimine los conflictos por despido y permita que los trabajadores no registrados, se regularicen. Esto implica un alivio veloz del déficit  del Estado, basado en la reorganización eficiente.

Este es un sencillo programita de desbloqueo.  En el post-desbloqueo,  pueden aportar las fuerzas de la oposición con mejoras e implementaciones adicionales.  Pero, es el desbloqueo lo que indicaría, ya mismo y finalmente, un rumbo general intocable para el país, traería un alivio total a la totalidad de los argentinos y comenzaría el camino virtuoso a mejorar.

Es fácil transmitir lo básico: ya se sea kirchnerista, izquierdista o peronista, solo creciendo se podrá dar trabajo y educar para mejores trabajos (¡¡¡se pague o no al FMI, igual hace falta muchísima plata para esto!!!). Y, para crecer, hay que favorecer las inversiones porque los que tienen capital solo lo van a traer si lo pueden mover en libertad y con previsibilidad.

“Si hoy hay que hacer una política económica distinta, pero que hasta China y Rusia adoptaron por practicidad, lo haremos, ¡porque solo pensamos en el bien de nuestros pobres y trabajadores!”,  es una frase que todos comprenderán.

Y con el fin del bloqueo, llegará la primavera de las inversiones y el comienzo del bienestar.

sábado, junio 25, 2022

EL PACTO MACRO

 

¿Debe la Argentina desangrarse hasta 2023? Puede convenirle a cierta oposición para terminar para siempre con las chances electorales de los actuales gobernantes. Pero, por cierto, a los argentinos nos importa muy poco la suerte de los políticos y, en cambio, muchísimo nuestra propia suerte y la de nuestro querido, maltratado y único país.

Por lo tanto, si es posible hacer algo ahora para permitir lo que precisamos—inmediato crecimiento y mucho trabajo—debemos exigir que se haga. Por supuesto, a este gobierno, aunque presente el plan más maravilloso, nadie le creerá y la inversión no llegará. Pero a un programa mínimo firmado por el conjunto de la clase política y la oposición, todos le creerán. Gobierne quien gobierne, ese programa mínimo será respetado por todos. Y refrendado por el Congreso, además. Las dos cámaras.

El gobierno puede estabilizarse si el conjunto de sus dirigentes propone este pacto macro, recogiendo en él algunas de las medidas que ya propone la oposición.

El pacto macro no tiene que proponer mucho sino tres cosas básicas:

1) Estabilización de la moneda consensuada, sin límites al ingreso del dólares y convalidando el bimonetarismo de hecho, con las medidas complementarias tendientes a ir liberando el mercado de cambios

2) Un solo punto de la futura reforma laboral que liberará a los empleadores de los juicios por despido y permitirá la inmediata contratación en blanco: creación de un único seguro de desempleo contra prestación de trabajo formal, estudios, capacitación o empleo temporario, que reemplace todos los planes de pobreza (excepto la AUH). Los empleadores o capacitadores, ya sean las empresas privadas grandes o PYMES, los municipios, los sindicatos, las instituciones educativas o particulares, serán los garantes de que los que reciben el seguro brinden la contraprestación y queden registrados como trabajadores formales o en tránsito para, además, garantizar su aporte, presente o futuro, al sistema jubilatorio.

3) Eliminación paulatina de las retenciones a las exportaciones según nuevo esquema de futura reforma impositiva.

Si el gobierno decide dar vuelta el hoy endiablado tablero y comenzar a ordenar sus fichas, la oposición no podrá no acompañar lo que, en definitiva, es  parte de su propuesta. Recuperará parte de su autoridad hoy perdida y tendrá un mejor futuro que el que se prevé hoy.

Queda el tema de la lucha por derrotar para siempre al kirchnerismo. Pero, lo mejor para la Argentina, es que éste se derrote a sí mismo, cambiando de verdad, tal como había propuesto antes de ganar las elecciones presidenciales y adoptando una política económica eficiente. En vez de neoliberal o liberal, pueden llamarla así: política pragmática eficiente.

La reunión de Cristina Kirchner con Melconian abre una puerta a la posibilidad de este pacto. Ella ya escuchó lo que se puede hacer y está seguramente lista para escuchar cómo hacerlo y sentarse con los otros dirigentes del Frente de Todos a la misma mesa para hacer una propuesta conjunta a la oposición.

Si bien las causas judiciales contra Cristina Kirchner seguirán su inevitable curso, la opinión pública estará más sensible a perdonarla si ayuda con honestidad a enderezar el país. Después de todo, ella solo es culpable de haber dejado en pie un sistema que montó su marido, siguiendo los usos y costumbres políticos tolerados—erradamente—por todos. antes del inmenso fracaso económico. El arrepentimiento y devolución del dinero sustraído al Estado son la salida. Y, por cierto, el fin de toda práctica corrupta en el Estado

En cuanto a Mauricio Macri, la hora de mostrar grandeza y ponerse por encima de todos, no puede serle más propicia.

Y el resto se acomodará y... ¡que Dios reparta suerte, como se desea a los toreros!

 

sábado, mayo 21, 2022

EL PERONISMO COMO SOSTÉN DE LA COALICIÓN LIBERAL

Se distinguen tres formaciones políticas para integrar esta coalición: la del PRO de Mauricio Macri, la del peronismo liberal excluido del kirchnerismo de Juan Schiaretti y la liberal de Javier Milei.

De las tres que eventualmente competirían en la interna de esta coalición, la peronista es la única en condiciones de aportar una estructura nacional.

De completar los huecos del PRO a Mauricio Macri, si éste decidiera separarse de los radicales o de proveer a Javier Milei de la estructura nacional imprescindible para una candidatura presidencial y, por supuesto, de recuperar para amplios sectores del peronismo hoy cooptados por el kirchnerismo,  un lugar de legítima pertenencia y progreso y, con Juan Schiaretti, un liderazgo más adecuado a su tradición de productividad y trabajo.

¿Es posible imaginar una interna presidencial donde compitiesen Macri, Schiaretti y Milei?

Ganase uno u otro, los escenarios de cambio para el país estarían asegurados de un modo doble:

·         Haciendo todas las reformas imprescindibles del Estado y la economía para estabilizar la moneda y obtener la más alta productividad

·         Cuidando a los trabajadores ocupados y desocupados al mejor modo peronista pero por fuera del Estado y de las empresas

En este razonamiento se excluyen los egos y los deseos presidencialistas personales, en favor de la posibilidad de lograr un cambio real de la Argentina, en las condiciones más favorables y menos dolorosas posibles.

Cada uno de los implicados en la coalición tiene de todos modos una misión indelegable:

·         Mauricio Macri debe renovar su vocación de líder popular, tal como supo hacerlo en Boca y como, hasta el último momento de desesperada incorporación de Pichetto, se negó a hacerlo rechazando liderar al peronismo huérfano

·         Juan Schiaretti, un gobernador ejemplar, debe lavar al peronismo del mal nombre que le dejó el kirchnerismo, recordar a los votantes que el peronismo de Menem fue el primero de encontrar la fórmula del éxito aliándose con el liberalismo y dejando que Cavallo reorganizase la economía con un sello profundamente liberal, logrando así una década de estabilidad y progreso que se puede y debe repetir

·         Javier Milei, el líder que tanto atrae a los jóvenes y muy particularmente a la golpeada, maltratada y no educada juventud popular de adhesión peronista, puede hacer el milagro de que las nuevas generaciones puedan ser a la vez peronistas y liberales. Como prácticamente el único líder que en la última década reivindicó el éxito Menem-Cavallo, puede recordar a los jóvenes votantes, además de las ventajas que les ofrecerá una economía libre, que el peronismo verdadero fue siempre una organización libre de trabajadores y aspirantes al trabajo, independiente del Estado, y que se puede tener, a la vez, una economía liberal y una alta protección y seguridad en el trabajo. 

En la desesperanzada Argentina actual, debería esperanzar la idea de una coalición liberal que uniese las ideas y esfuerzos de los tres sectores más compatibles y honestos en su deseo de regreso a una Argentina grande y feliz.

 Esta coalición liberal permitiría además que el resto del espacio político se ordene con las otras dos coaliciones tradicionales: 1) la de la social democracia que incluye al radicalismo, a la Coalición Cívica, y a fragmentos del PRO y del peronismo y 2) la del izquierdismo setentista y el tradicional. 

Este es un nuevo modo de ver el espacio político. No es una utopía, sino la conclusión histórica de las dos tendencias tradicionales del peronismo y el liberalismo que confluyeron hasta unirse en los años 90, unión derrotada después en el 2001. Esta derrota marcó un regreso a la desunión y al enfrentamiento y sobre todo, al fracaso. 

Aprendida la lección, sólo queda como solución el regreso inteligente a la unión que creó el éxito y que nunca se debió abandonar.

martes, mayo 10, 2022

LA INEXORABLE POLÍTICA PERONISTA Y LIBERAL: FALTA EL EJECUTOR

 El perdurable odio de unos por otros nubla la razón colectiva y oculta la obvia solución argentina, que debe ser a la vez peronista—para atender el cuidado y promoción de millones de excluidos—y liberal—para asegurar el crecimiento y la estabilidad.

Se mira la realidad política desde el pasado, manteniendo viva la idea de que peronismo y liberalismo están fatalmente opuestos cuando, sin ir más lejos, la experiencia de los años 90 demostró que no es así y más aún, que la unión de ambos podía generar un inmenso crecimiento y progreso.

Hoy hace falta más: más peronismo, más liberalismo.

Y hace falta el ejecutor: el liberal que entienda cómo puede funcionar el peronismo o el peronista que entienda que se puede hacer un excelente peronismo dentro de una economía liberal.

Al liberalismo le caben las tareas de estabilizar la moneda y hacerla otra vez convertible, de eliminar el déficit fiscal, de eliminar los impuestos recesivos y, en particular, a las exportaciones, y de generar las condiciones necesarias para facilitar la producción y crear una economía ágil y libre.

Al peronismo le caben sus tradicionales tareas de protección de los trabajadores registrados, no registrados, desocupados formados y desocupados no formados—hombres y mujeres sin hijos o con hijos en edad escolar—y las de la organización de condiciones de vivienda, salud y educación para esos sectores—incluyendo a las madres de hijos no escolarizados y a los niños escolarizados o no.  

Los liberales no precisan explicaciones acerca de cómo lograr sus objetivos: las exitosas economías de los países centrales y de muchos otros vienen mostrando el cómo desde hace décadas.

Es el peronismo el que precisa una reconversión en sus métodos para lograr los objetivos de siempre. Mientras el mundo se globalizó con una política general de producción capitalista sin inflación, el peronismo local se aferró a su antiguo estatismo inflacionario, convirtiendo a la Argentina en un país fallido con un 50% de pobres.

El General Perón, sin embargo, dejó una enseñanza clara al promover la organización de los trabajadores por fuera de Estado.

La CGT y los sindicatos son organizaciones libres del pueblo y es por eso que, desde el comienzo, aprendieron a organizarse para proveer salud y turismo a sus afiliados, además de defender el único capital inicial que tienen los trabajadores: el de su trabajo.

Este es el modelo en el que un peronismo reconvertido debe inspirarse y dejar que, mientras desde el Estado se hace la reforma liberal que termine con la inflación y cree las mejores condiciones de productividad, los sindicatos tomen a su cargo la protección social bajo el lema: “No hay otra clase de hombres y mujeres que los que trabajan.”

¿Cómo sería el nuevo modelo?

1) Eliminación de todos los planes superpuestos y creación de un plan único de inclusión—al trabajo o a la educación/formación—con  un seguro de desempleo, personal y bancarizado. Se restituye la dignidad: todos son o van a ser trabajadores.

2) Registro sindical universal y obligatorio de trabajadores, sea cual sea su condición—empleado, desocupado o en formación. Se terminan así la exclusión y el descontrol, ya que junto al registro de sueldo o seguro, existe el de pertenencia como trabajador ocupado o en formación en un sindicato. Sabremos fácilmente quién es quién y qué hace y será más fácil recuperar a los auto-excluidos y cear mejores condiciones de seguridad para todos. 

3) Aporte del trabajador para su jubilación, seguro de desempleo, y educación/formación cuando corresponda

4) Formación técnica y de oficios en los sindicatos. Cursos a cargo de trabajadores desocupados formados pasando su oficio.

5) Creación del bachillerato sindical de dos años que permita un acceso a la universidad a quienes demuestren talentos especiales

6) Simplificación y modernización de las leyes laborales: el trabajador se protege a sí mismo a partir del poder colectivo que le da la asociación sindical.

7) Creación de aseguradora sindical para administrar los aportes y seguros de desempleo

8) Ley de auditoría que asegure que los afiliados tengan poder de control sobre las cuentas sindicales

9) Eliminación del Ministerio de Desarrollo Social, quedando todas las cuestiones que atañen a los trabajadores ocupados o no, a cargo del Ministerio de Trabajo y/o de otros que eventualmente correspondan, p.ej. Ministerio de Educación

10) Creación de ley por la cual todos los trabajadores del Estado entran en situación de disponibilidad sin perder su sueldo  y son reasignados, de modo de permitir un Estado liviano, con empleados altamente formados y productivos y con los trabajadores que hoy están mal ubicados, reasignados allí donde puedan demostrar mejor su capacidad y hacer carrera.

El Estado y las empresas que ocupan trabajadores inicialmente volcarán los recursos necesarios para poner en marcha el nuevo plan virtuoso que, en la medida en que más y más trabajadores se sumen, eduquen, trabajen y aporten deberá sostenerse por sí mismo y liberar tanto a las empresas como al Estado de cualquier obligación hacia sus trabajadores que no sea la del pago del sueldo y las buenas condiciones de seguridad, higiene y otras en sus ambientes de trabajo.

Otro plan especial, nacional y/o provincial que el peronismo puede crear, independiente del Estado aunque también con  su inversión inicial, es el de la creación de cooperativas rurales con la cesión de tierras fiscales improductivas a futuros trabajadores rurales que construirían allí sus viviendas según un  modelo colectivo y racional, trabajarían allí mismo, y pagarían con su trabajo el dinero que se les preste vía crédito bancario para arrancar el proyecto.

Este plan rural debe comenzar a pequeña escala, creando un modelo económico fácil de repetir y/o amplificar y, además, seguramente exportable a países vecinos, de modo de reducir la inevitable presión inmigratoria que se sufrirá cuando la Argentina comience  otra vez a crecer.

Mientras que el liberalismo apura sus planes de reforma de la macro economía el peronismo debería hacer un esfuerzo paralelo para crear su propia reforma compatible para proteger a los trabajadores al mismo tiempo que atrayendo y multiplicando las inversiones locales y extranjeras.

Un trabajo simultáneo sería ideal, demostrando que somos capaces de organizar una reforma que sirva a todos y no perjudique a nadie.

   

sábado, abril 30, 2022

LA COALICIÓN LIBERAL Y LOS TRES PERONISMOS

 

Los trabajadores peronistas no tienen nada para festejar en el Día del Trabajo.

Y, en cambio, tienen mucho para pensar acerca de lo que apoyan.

Tuvo que aparecer Javier Milei para recordar a los argentinos que el liberalismo gobernó con éxito no sólo en el remoto pasado de colonia informal inglesa sino a fines del siglo XX, con el gobierno peronista liberal de Carlos Menem y Domingo Cavallo.

También Javier Milei, lejos de enfurecerse con los trabajadores peronistas, ha comenzado a hacerse amigo de ellos, en especial de los trabajadores desocupados y los que subsisten con planes miserables, que hoy, como ayer con Menem y Cavallo, están dispuestos a apoyar a todo aquel que entienda cómo se logra una moneda estable, termine con la inflación y libere por fin los miles de inversiones reprimidas por la falta de una moneda estable.

Y está José Luis Espert, que insiste, y con muchísima razón, que antes que pensar en nombres, hay que hacer una mesa de ideas y ponerse de acuerdo en un programa que defina las tres reformas inmediatas: la monetaria, la laboral y la fiscal.

Pero está el vacío de liderazgo del peronismo liberal. Ese peronismo que debería haber reivindicado, antes que Javier Milei, su propio gobierno exitoso de los años 90. Ese peronismo que debería enorgullecerse de haber reconciliado el peronismo y el liberalismo y mostrado, en la práctica, cuál es la infalible fórmula del éxito en la Argentina.

Ese peronismo liberal que hoy debería estar trabajando junto a la CGT y los sindicatos para hacer el plan de rescate de los millones de trabajadores no registrados, desocupados o con planes, actuando como la organización libre del pueblo que Perón separó claramente del Estado.

La coalición liberal recién está comenzando a armarse.

Va a ir muy rápido.

Se están adelantando las elecciones en muchas provincias, ¿no es esa una señal de que deberían adelantarse también las elecciones nacionales?

Esto ayudaría a sincerar ya las coaliciones y los programas.

Falta el gobernador, intendente o dirigente peronista que se anime a dar un paso más allá del que dio Miguel Angel Pichetto con su peronismo republicano al aliarse con el PRO, y se declare peronista republicano y liberal.

Falta el líder del espacio peronista liberal.

El que pueda más tarde recuperar el Partido Justicialista Nacional y el de la Provincia de Buenos Aires, secuestrados por el kirchnerismo.

El líder que no tenga miedo de proponerse como líder de todo el peronismo, hoy partido en tres: el peronismo estatista social-demócrata de un Duhalde y otros, el peronismo liberal hoy invisible como opción para la opinión pública, y el kirchnerismo de izquierda.

La incorporación de uno o más líderes del peronismo liberal aportaría a la coalición liberal para la producción y el trabajo lo que el Partido Radical aportó a Macri.

Y ese aporte estructural a nivel nacional, permitiría que entrasen sin temor a la coalición, los liberales del PRO, Macri, Bullrich y tantos otros que hoy deben refugiarse en un proyecto demasiado tibio para el shock de cambio que la Argentina necesita.

Un cambio como el de los años 90.

No se trata hoy de lo que se vendió en la última década como grieta: “peronistas” contra “neoliberales”.

Ni el kirchnerismo era peronista.

Ni Juntos para el Cambio, liberal.

En el horizonte, hay peronismo desorganizado en todas partes.

Se trata hoy de facilitar la visión sobre las tres realidades políticas en las que los argentinos creen:

Una social-democracia con fuerte intervención estatal

Una izquierda setentista y tradicional

Un liberal-peronismo o peronismo-liberal

Cada una de estas ideas debe estar expresada claramente en una coalición de semejantes y afines.

Las tres coaliciones crearán luego sus programas y formarán su coalición electoral.

Los argentinos podremos así discriminar con claridad lo que elegimos.

Y las PASO y las elecciones generales mostrarán si aprendimos o no la dura lección de este fracaso de veinte años.

sábado, abril 16, 2022

MONEDA ESTABLE: UNA CAUSA NACIONAL

 

El actual gobierno está dividido y débil y además, desorientado, acerca de lo que puede o debe hacer.

Asombra que, en el menú de opciones, no figure en primer término resolver el más grave de los problemas argentinos desde que se terminó la convertibilidad: la falta de una moneda estable y creíble.

Se habla mucho de inflación y solo desde la oposición liberal, de moneda estable.

Esto confunde a mucha gente, e increíblemente, a muchos en el gobierno también: como si la moneda estable fuera una política “neoliberal”.

NO: UNA MONEDA ESTABLE SIRVE IGUAL A LIBERALES, SOCIAL DEMÓCRATAS Y COMUNISTAS.

Una moneda estable es una moneda estable, no una política.

Una moneda estable es la que permite transacciones previsibles. Entre privados, entre el Estado y privados y viceversa, y entre Estados.

Se dice que hace falta credibilidad y poder político para lograr una moneda estable.

Es cierto. Pero también es cierto que, SIENDO LA MONEDA ESTABLE UNA CAUSA NACIONAL, un gobierno débil puede convocar a la oposición, a todas las oposiciones, y consensuar el modo de estabilizar la moneda. 

Este gobierno podría llevar una inmensa calma a los argentinos proponiendo una inmediata mesa de acuerdo, convocando a todos los economistas representantes de la oposición sobre las mejores bases actuales de creación de una moneda estable (redefiniendo el rol del Banco Central, creando una caja de convertibilidad con una moneda o una canasta de monedas, permitiendo un libre uso de moneda extranjera en precios y contratos, y todo aquello que los expertos acuerden como la mejor opción).

La falta de reservas, al estar toda la oposición de acuerdo, puede resolverse con un adelantamiento-préstamo de impuestos de los sectores productivos. Con la certeza de que, con un acuerdo nacional de todas las fuerzas de no modificar las nuevas condiciones de la moneda estable, este préstamo a cuenta de, será estará garantizado y será respetado.

Con una moneda estable, no solo se terminaría la inflación sino que lentamente comenzaría la inversión.

Muchos de los conflictos actuales acerca de qué otras políticas deben organizar la economía, persistirían, al igual que las diferentes ideas de los actores de gobierno y oposición acerca de las mismas. Sin embargo, las discusiones serían más fáciles, ya que habría una moneda estable con la cual discutir las políticas de Estado y una total liberación del sector privado acerca de esta cuestión: los contratos y precios entre privados podrían establecerse sobre una base estable.

Con un acuerdo de todas las fuerzas con el Gobierno, esto es inmediatamente posible. No hace falta seguir desangrando el país y torturando a todos los argentinos durante los próximos dos años por falta de iniciativa y claridad política.

¿Esto dará aire a un gobierno que no lo merece? ¿A un peronismo moribundo que muchos quisieran ver enterrado para siempre?

NO. UNA MONEDA ESTABLE DARÁ AIRE A LOS ARGENTINOS Y PERMITIRÁ UNA VIDA NORMAL.

Las mejores condiciones de esa vida normal—cuántos  impuestos, en qué y cómo gastarlos, con qué leyes—serán la materia de la discusión en las próximas elecciones, donde peronistas, liberales y oposición deberán pensar muy bien qué le proponen a los argentinos para un mayor y mejor crecimiento y una mayor felicidad.

jueves, marzo 31, 2022

LA OPORTUNIDAD PERONISTA DE LA CRISIS DE GOBIERNO

 

Por suerte, un Milei se da cuenta de que la principal preocupación de la gente es la inflación y pone el tema sobre las mesas de dirigentes y periodistas, hasta ahora más entretenidos en otras cuestiones.

Por suerte, existe un Melconian que también se da cuenta y trabaja con un equipo en la Mediterránea para estudiar el cómo, si convertibilidad o dolarización.

Por suerte, aparecen los dirigentes retrógrados que inmediatamente atacan la convertibilidad o la dolarización como medidas “neoliberales”, mostrando a la vez confusión e ignorancia, y trazando una clara línea divisoria entre los que proponen una solución real para la inflación y los que todavía no entienden de qué se trata.

Por desgracia, en el gobierno—en sus tres líneas, la presidencial, la kirchnerista y la massista—tampoco se tiene clara la diferencia entre una política económica liberal, que los social demócratas, por ejemplo, podrían discutir con argumentos de cierta lógica, y una política de estabilización de la moneda, que debería ser YA una aspiración nacional de liberales, presidencialistas, radicales, cambiemistas, massistas y kirchneristas, sin distinción de ideologías o pertenencias partidarias.

¿Se puede hoy con pocas reservas estabilizar la moneda? Por qué no, si están primero la comprensión de que es imprescindible hacerlo y después la decisión.

En vez de intentar imponer impuestos prepotentes sobre bienes no declarados en el exterior—que no están declarados precisamente por la inestabilidad de la moneda y la costumbre confiscadora de muchos gobiernos, el último el de Duhalde—se podría hacer una colecta voluntaria, tomar un préstamo e incluso sugerir a los Kirchner que hagan un aporte importante en este sentido, ya que muy posiblemente,  serían también afectados por los fondos no declarados en el exterior.

El gobierno, por falta de claridad conceptual y sentido de la oportunidad política, se está perdiendo el liderar esta batalla nacional: la de la lucha por  terminar con la inflación cambiando y sanando la moneda.

No tiene equipos para hacerlo pero puede contratarlos: allí están, a la vista de todos, ¿para qué esperar dos años desangrando el país por ceguera?

El peronismo tiene además tras de sí una corona de laureles en relación a la lucha contra la inflación: la batalla ganada durante diez años por el equipo Menem-Cavallo.

Esa perfecta combinación peronista- liberal que hoy debería inspirar al gobierno en vez de dejarlo hundirse en el barro de los errores de interpretación económica habituales.

La vicepresidente citó en su despacho al embajador de los Estados Unidos. ¡Bien por ella! Es hora de desandar el camino equivocado.

El presidente debería imitarla y redoblar la apuesta y llamar a Milei y a Melconian—¿y por qué no a su viejo amigo Domingo Cavallo para asesorarlos a todos?—y estudiar ya mismo un inmediato plan monetario.

¿Por qué no? El poder político que hoy falta llegaría con sólo anunciar el proyecto y embarcar a todos en la reforma monetaria.

Con el tiempo, se podría discutir el resto, cuán abierta debe estar la economía, el cómo de las reformas laboral y sindical, pero la moneda...a nadie le conviene esperar.

lunes, febrero 28, 2022

LA HERMANDAD PERONISTA LIBERAL

 

 

Como siempre, la realidad del inmenso progreso internacional y económico de la Argentina durante los años 90, continua siendo la única verdad.

La unión del liberalismo con el peronismo fue el único camino posible además, en aquel momento y lo es hoy, aún más, después de 20 años de destrucción sistemática—por acción u omisión—de la economía argentina y de su lugar en el mundo.

De no haber interferido Duhalde con la ayuda de Alfonsín en 2001-2002, el proceso de crecimiento de la Argentina no se hubiera detenido. Hoy sería una potencia. Y su posición en el mundo sería aún más sólida de lo que fue entonces, en vez de estar sometida hoy a las pésimas decisiones de un kirchnerismo en agotamiento pero aún peligroso en estos tiempos de guerra.

El mundo político local ya adelanta las elecciones presidenciales de 2023 y, en particular, quienes se referencian en el PJ han comenzado la batalla por posicionarse en el partido nacional y en los partidos provinciales. Hoy divididos entre camporistas-cristinistas y albertistas, no ofrecen otro interés que el de suscitar el deseo de que ambos sean arrinconados. Y si es posible, enviados a crear su propia fuerza en otro lugar que no sea el PJ, ya que de peronistas tienen, como ya se sabe, solo las mañas pero no el espíritu.

Existen dirigentes peronistas liberales, menemistas y cavallistas históricos y peronistas republicanos tímidos a la hora de declararse liberales. Lo que no existe aún es una columna peronista liberal que aspire a competir dentro del PJ y ganar. Es posible, además, que la promesa de elecciones libres en una interna abierta no se cumpla, ya que es solo una promesa del actual volátil presidente.

Por lo tanto, convendría ir creando un espacio informal de encuentro de la hoy no explícita hermandad peronista liberal—la que se referencia en el PJ, la del PRO y la de los liberales independientes—y construir una nueva alternativa por ahora informal pero lista para unirse competitivamente para las próximas elecciones bajo un programa común que retome y mejore la política peronista liberal de los años 90.

Al incluir este espacio informal una columna referenciada en el PJ—allí revistarían los gobernadores como Schiaretti, Uñac y otros, así como innumerables intendentes y otras figuras—que eventualmente pudiese ganar la interna peronista, el espacio informal adquiriría automáticamente en alianza el potencial del gran partido nacional, permitiendo así un sólido sostén a la proposición política.

Por el contrario, si dicha columna no pudiese participar en la interna, el peronismo liberal tendría un inmediato espacio de pertenencia desde el cual contribuir a imponer masivamente las ideas peronistas liberales.

La visibilización de esta idea heredera de los años 90 primero y promovida luego por figuras diversas unidas en ese espacio informal tiene la fortaleza de la flexibilidad. Es sanamente movimientista y, a la vez, franca aspirante a un espacio institucional.

Un espacio en el que a la larga, de recuperar el peronismo liberal el PJ, dejaría otra vez en escena como rivales a los dos grandes partidos históricos nacionales. El Partido Justicialista como partido liberal  de la producción y el trabajo y el Partido Radical, como expresión de la social democracia.

Muchos anti-kirchneristas pueden negarse a este esquema que, por cierto, explicitaría la ya existente fractura del PRO. Este es un cálculo poco imaginativo, ya que la nueva hermandad, coherente ideológicamente y persiguiendo los mismos fines, superaría la oferta actual y permitiría, además al Partido Radical a aliarse con aquellos del PRO que le son afines y ofrecer una social democracia de mejor calidad que la del kircherismo-albertismo. Mucho voto antiliberal que habitualmente se canaliza en el kircherismo, se refugiaría en un radicalismo sin liberalismo.

No hay que temer entonces a que en las próximas elecciones haya eventualmente tres propuestas. La de un PJ aún cooptado por el kirchnerismo; la de un Partido Radical con el PRO no liberal; y la de la explícita nueva hermandad peronista liberal.

El espacio político quedaría así organizado en tres tercios competitivos con propuestas bien diferenciadas y colaborando a crear una mayor y mejor cultura política entre los argentinos.

La tercera propuesta es en sí misma la mejor demostración de la falsedad de la “brecha” y el por qué ni uno ni otro de los dos bandos logró gobernar con éxito, al evitar combinar los socios correctos.

La tercera propuesta de hermandad peronista liberal une a los que hay que unir, a los que históricamente construyeron la grandeza de la Argentina, opuestos en el tramo revolucionario del peronismo pero fraternalmente unidos desde los años 90.

Hay que comenzar ahora a plantear esta posibilidad.

Visibilizando con nombres y presencias los adherentes a esta hermandad de modo de ofrecer a los argentinos una dirigencia con una visión diferente.

Explicando de modo sencillo cómo sacar al país adelante, con una economía libre, sindicatos modernizados y relanzados, y con una política exterior que apoye y comprenda la globalización.

 Y sosteniendo, una vez más, con convicción y firmeza, que la Argentina sí tiene destino de potencia y que si una vez pudimos encaminarla, otra vez podremos.

viernes, enero 21, 2022

LA REACCIÓN PERONISTA A LA IRRESPONSABLE POLÍTICA EXTERIOR DEL GOBIERNO

 

Un fenómeno que no se aprecia bien: desde que post-últimas elecciones y derrota, el kirchnerismo decidió acoplarse como fuese al peronismo, aún declamando más versiones propias que doctrinarias, la política argentina se simplificó, enriqueciéndose a la vez.

Ya no se trata de la fatal elección de la grieta, que opone a macristas y kirchneristas, sino que hay un camino posible para entender la realidad nacional de otro modo: el peronismo interpelado tiene su propia interpretación de sí mismo, bastante diferente de la del kirchnerismo.

Una interpretación muy oportuna para recordar en estos momentos en que una Cristina Kirchner desesperada en su ahogo judicial, está dispuesta a subirse, y al país con ella, en el primer barco que pase, ruso o chino, da igual, con tal de que tenga más combustible que las canoas cubanas, venezolanas o nicaragüenses.

El ahogo judicial es, por otra parte, lamentable: la mayor culpa del tejido y entretejido de negociados con el Estado es de Néstor Kirchner, no de su viuda ni de sus hijos, culpables solo de la debilidad de seguir usufructuando de la corrupción instalada por el marido y padre. De ello, podrían arrepentirse, y post-devolución de lo mal obtenido, al pueblo no le importaría dar vuelta la página.

Cualquier salida es mejor que, por terror y desesperación, embarcar a la Nación en un viaje sin retorno. No solo el kirchnerismo debería pensar en esto, sino también la oposición no peronista, muchas veces fogoneadora de los caminos sin retorno.

La posición geopolítica peronista es clara: es, desde siempre, continentalista y universalista. Que el continente contenga a los Estados Unidos y a Canadá, es considerado desde hace mucho como una suerte y una bendición para las Américas—mucho antes de la oportunidad lamentablemente perdida del ALCA, oh, por culpa de quién sino de Néstor Kirchner, el verdadero villano de esta historia junto a su compadre Duhalde que lo habilitó, presa del resentimiento contra Menem. 

Ser compañeros y socios de la primera potencia tecnológica del mundo le parece una buena idea a un  peronismo que piensa en el desarrollo de la Argentina y de los demás países atrasados de la región. Ese continentalismo debería ser revitalizado, para bien de todos, y muy especialmente de los pueblos de Cuba, Venezuela y Nicaragua, hoy atrapados en lo que quedó de la antigua guerra fría y sin opción de pertenecer a un nuevo conjunto solidario que las desbloquee.

Que el mundo contenga a potencias aspirantes a la hegemonía como Rusia y China, no preocupa al peronismo ni lo lanzaría tampoco a alianzas extrañas. Con su continentalismo de base, sólo puede concentrarse en la próxima idea, tan prevista por el General Perón como el continentalismo, que es dedicarse a construir las bases posibles de una gobernanza universal en la cual los diversos continentalismos tengan su lugar y las revueltas queden limitadas a conflictos menores. 

Es imposible pensar en términos bélicos de oposición de potencias, cuando es factible y más productivo pensar en términos de resolución de antiguos conflictos—como las relaciones de Rusia con Europa, que deberían abrirse más que cerrarse, o las de Estados Unidos con China, que tras la desastrosa conducción de Trump, deberían volver a mejorar. El mundo ya tiene una bandera global, hecha de las comunicaciones e intereses entrelazados. La oscuridad de estos días es que esa bandera no es aún visible para todos.

El peronismo piensa, desde los inicios de la globalización, en la paz y en cómo coordinar intereses de modo que la armonía global predomine.

Por lo tanto, el peronismo, aún inexplicablemente tímido frente al kirchnerismo--vaya a saber presa de qué complejo porque una mujer es hoy su líder—debe tener una respuesta contundente ante las alarmantes novedades en la política exterior.

Algo que quizá ayude a los dirigentes peronistas no kirchneristas a tomar las riendas de su propio partido y condición, es pensar en el poco talento para gobernar del presidente y su vicepresidenta. No se puede temer a personas sin talento que ni siquiera tienen ya demasiados votantes. Votantes que registran también la falta de soluciones, una consecuencia inevitable de la falta de talento para gobernar. Se sabe hacer el trabajo o no se sabe. Ni Alberto Fernández sabe ni Cristina Kirchner supo o sabe.

Talentoso fue Néstor Kirchner para amasar su fortuna. Cristina Kirchner no fue talentosa como oscura diputada ni para gobernar como presidente—todo lo que hizo de bueno, como propiciar algunas leyes valiosas para las minorías, fue por idea de otros—y tampoco lo es hoy como vicepresidente, preocupada por su propio destino y el de sus hijos y no por el del país. Le falta el talento incluso para darse cuenta de cómo la beneficiaría interesarse de verdad por el país y suplir con aprendizaje su carencia.

El peronismo parece ponerse de pie, otra vez, para pelear su batalla, esa que hasta hoy se negó a dar.

De pie, es un comienzo. Pero hace falta que ocupe el centro de la escena para cambiar, de una vez por todas, la discusión.

Y la realidad de un país en agonía.