Dice Sun Tzu en El Arte de la Guerra:
"Las formaciones son como el agua: la naturaleza del agua es evitar lo alto e ir hacia abajo; la naturaleza de los ejércitos es evitar lo lleno y atacar lo vacío; el flujo del agua está determinado por la tierra; la victoria viene determinada por el adversario.
Así pues, un ejército no tiene formación constante, lo mismo que el agua no tiene forma constante: se llama genio a la capacidad de obtener la victoria cambiando y adaptándose según el enemigo."
En el objetivo de derrotar al oficialismo en las próximas elecciones conviene considerar a la oposición más que dividida, multiplicada. El oficialismo, que cree tener la ventaja de una oposición dividida, tiene frente a sí, en cambio, un ejército numeroso de pequeñas fracciones combatientes, activas, resueltas a predominar, y, lo que es mucho más importante, con una variedad de armas ideológicas y de planificación que permite el ataque por varios flancos.
A este gobierno se lo puede atacar por izquierda, por no cumplir mínimamente con los requisitos de una democracia igualitaria, por la ostentación y la corrupción de las figuras gobernantes, y por derecha, por embarcar al país en las aventuras de un Chávez aliado de Iran, por no asegurar la legalidad jurídica necesaria para recuperar inversiones de largo plazo y por no creer en el capitalismo como único productor de riqueza pública.
A este gobierno se lo puede atacar por izquierda y por derecha a la vez, en su falta de respeto por las instituciones, desde las manipulaciones sobre la justicia hasta la ilegal intervención y paralización del Partido Justicialista.
En las próximas elecciones, este gobierno va a ser derrotado por cada argentino en forma individual. Lejos de caer por la abrumadora fuerza de una oposición unida, se debilitará primero y caerá después por la conciencia individual de cada argentino disconforme con el manejo de las instituciones, con el uso del dinero público para pagar campaña y sobornos, con el uso del dinero venezolano para los mismo fines, con el manejo irresponsable de la seguridad pública, y con la falta de visión en el manejo de la economía y de las relaciones exteriores, desaprovechando la coyuntura internacional favorable. Hay muchos candidatos para elegir como nuevos administradores y reemplazar a los actuales. Cualquiera de ellos será mejor, porque lo mejor es el cambio. La mujer del presidente no es el cambio, es lo mismo.
La elección presidencial de octubre será entre lo mismo o el cambio.
Como el agua, el pueblo argentino fluirá.
A menos, claro, que la historia lo haya convertido en hielo, y elija pasar la vida como si estuviera muerto.