viernes, agosto 24, 2007

LA RUEDA DE LA FORTUNA

Lo que los argentinos no hemos podido construir, o sea una oposición coherente y homogénea, será, una vez más construido por el azar. Se trate de la mano de Dios o de la Diosa Fortuna en persona, importa menos la definición que comprender el posible escenario político de las próximas semanas.

Lo coherente hubiera sido articular un proyecto nítidamente antagónico al del actual gobierno, uno que retomara el rumbo perdido a fines del 2001 y continuara, corregida y aumentada, la Argentina de los 90, capitalista, modernizada y alineada con los Estados Unidos en un proyecto continentalista. Esto no ha sido posible, aunque se cuenta por lo menos con dos candidatos presidenciales que reivindican ese proyecto, Alberto Rodríguez Saa y Jorge Sobisch, y un tercero, Ricardo López Murphy, en quien la tradición radical puede más que la reivindicación franca del antiguo proyecto peronista en su encarnación Menem-Cavallo. Como la coherencia nunca ha sido una virtud argentina, lo que tenemos como alternativa a los candidatos Kirchner es una incoherente masa de débiles candidatos con distintos argumentos de oposición. A los candidatos mencionados previamente, se agregan el discurso institucionalista de Carrió, valioso aunque oscuro en su formulación de proyecto económico, quizá porque éste es muy semejante al de los Kirchner, y el discurso de modistilla ofendida porque no le respetaron las costuras de Lavagna, principal creativo del proyecto económico Duhalde-Kirchner que se postula para hacer lo mismo pero mejor, ahora siguiendo el hilván.

El destino, que tantas veces nos ha condenado, también nos ha rescatado. A quince días de la presentación final de fórmulas y frentes, puede haber alguna novedad del lado de los candidatos replegados por cálculo y estrategia, y si no la hay, queda aún girando la rueda de la fortuna, incansable en su capacidad de sorpresa. Muchos candidatos dispares no constituyen una fuerza, pero expresan en cambio una no desdeñable interna abierta de la oposición. Si cada argentino toma al vuelo esta única oportunidad de elegir al que más le gusta, al que más lo convence y al que mejor lo interpreta, es difícil que la candidata del actual gobierno pueda eludir un posterior ballotage. Una segunda vuelta con cualquiera: el otro es, a esta altura de la incapacidad nacional para planificar, lo de menos. La misma alta participación que permitiría a un segundo candidato, el mayor de los menores, combatir y vencer al continuismo, serviría también para aventar las actuales sospechas populares de que un gobierno capaz de falsificar los índices del costo de vida y las encuestas, también puede adulterar las elecciones en su favor.

Lejos de cualquier pensamiento basal, fuera de todo intento volitivo, ajena a la necesidad y el deseo, la fortuna hará lo suyo. ¿O no fue Néstor Kirchner presidente cuando menos lo esperaba? Hoy, sin hacer caso a las encuestas que dan a la candidata Kirchner como ganadora, la fortuna ríe y teje sus hilos, que a veces forman una manta protectora, otras una mortaja, y, las más de las veces, una red donde terminan cayendo los más listos, permitiendo así el triunfo de lo imprevisto.