lunes, diciembre 22, 2008

ARGENTINA 2009: EL AZAR O EL ESFUERZO

En estas horas de vigilia, no sólo de la Navidad y el Año Nuevo, sino de los cambios que inevitablemente van a acontecer en nuestra patria, no hay mucho para agregar a lo ya dicho durante el año. Todos sabemos todo. También, todos tenemos ya la intuición de que el momento de autoflagelación que nos hacía clamar “Los pueblos tienen el gobierno que se merecen” está a punto de terminar. Sin proponernos, por fuerza de las cosas, todos hemos comenzado a preguntarnos cómo es que hemos consentido gobernantes que encarnan nuestros defectos y no nuestras virtudes. Bastó la aparición de un hombre sencillo, casi gris, sensato, justo, diciendo “No” desde un lugar de poder para que de pronto nos diéramos cuenta que la buena vieja Argentina no está muerta, y que sus pecados, tentaciones y escasa voluntad de esfuerzo no han podido destruir su meollo.

La Argentina y los argentinos somos buenos. Detrás de la banda de ladrones, de la banda de irregulares que han hecho del Estado –esa representación nacional de los argentinos—la caricatura del estado republicano y democrático que marca la Constitución y de la cohorte compacta de malos políticos que destruyeron toda legalidad institucional y toda legitimidad de poder, se encuentra un pueblo cada día más despierto, más alerta y más sensibilizado a pelear en defensa de sus mejores cualidades.

Existirá siempre la tentación de entregarnos al azar, o a las manos de Dios, que siempre sabe más y hace mejor, pero la experiencia acumulada de tanta mansedumbre o haraganería intelectual y cívica parece ahora abrir el camino a una actitud diferente: la del esfuerzo para pensar de verdad, para evaluar la realidad sin la comodidad de las ideas hechas y para accionar con precisión para lograr objetivos.

Hay una pléyade de nuevos y viejos dirigentes que hoy ponen el acento en la restauración republicana. Se trata de una coalición que se fue formando por necesidad, quizá la más amplia desde los tiempos de la entente Perón-Balbín. De este primer gran conjunto popular, necesario para restaurar el orden, saldrán los dos grandes conglomerados políticos de la modernidad, el que expresa un capitalismo dinámico y globalizador y el que se encuentra más cómodo con políticas socialdemócratas y alianzas internacionales acotadas.

Es más que probable que los nuevos conglomerados aniden en las hoy obsoletas carcasas del Partido Justicialista y del Partido Radical, como forma de aprovechar la tradición y revitalizarla. Pero es posible también que, trazando una línea con el pasado, las dos grandes tendencias políticas de nuestra comunidad –en combate desde los años 90 y hasta la actualidad-- busquen nuevos nombres. Lo que hoy cuenta es la nueva voluntad de realismo y nitidez, el nuevo compromiso con la política, siempre ese arte de lo posible, ese arte de la negociación y de la convivencia.

Nada nuevo, en suma, salvo la nueva vida que nos espera como comunidad organizada una vez que desechemos la vieja piel de nuestros defectos. Nada espectacular, tampoco. Sólo lo que sepamos conseguir con nuestro esfuerzo sostenido, por fin libres del estigma del ignorar nuestras mejores cualidades.
2009, al contrario de lo que muchos creen, va a ser un gran año.