Los millones de personas vivando al nuevo líder, la aún más maravillosa música del pueblo cantada espontáneamente con riqueza y afinación y el color oscuro de la multitud han creado en el imaginario de muchos peronistas una asociación directa entre el Presidente electo de los Estados Unidos y el General Perón. Washington se transformó en un Ezeiza mejor organizado con los tiradores bajo control, el río colorido de gente en la expresión de una mayoría reprimida y Obama en un conductor dedicado a los pobres. En el mundo, la idea de un presidente visto como negro cuando en realidad tiene una madre blanca, se percibe como un castigo a los arrogantes Estados Unidos WASP, blancos, anglosajones y protestantes; la Argentina toda, en este caso, no podía faltar tampoco al envidioso castigo y, peronista o no, se regocijó con el triunfo.
Si recordamos una tradición argentina, racista ella –claro- que sostiene que el regalo de un muñeco o muñeca negra representa la mejor expresión de buena fortuna para quien la recibe, el mundo puede estar bien contento. Las mismas elites encargadas de llevar a buen puerto el proceso de globalización de la economía mundial y que eligieron a Ronald Reagan, a George H. Bush, a Bill Clinton y a George W.Bush han promovido consistentemente la candidatura y triunfo de Obama. No hay que ver en él entonces su apariencia física, ni de negro y ni siquiera de mulato, ya que nunca se ha dedicado a la lucha por los derechos civiles ni hecho su carrera política en representación de lo que a pesar de la millonaria movilización el día de la jura sólo constituye una minoría del 13% de la población estadounidense, y tampoco el miembro del Partido Demócrata preocupado por los trabajadores, cuando estos son tradicionalmente mayoritariamente blancos y republicanos.
Hay que ver en Obama, más bien, al talentosísimo abogado de Harvard, educado en las metas de la globalización, adiestrado por quienes pretenden que los Estados Unidos continúen siendo la cabeza visible del cambio mundial y prever que, bajo su liderazgo, las metas capitalistas y financieras van a tomar un nuevo giro hacia su perfeccionamiento y no hacia su desaparición. Desde un punto de vista estratégico, privilegiará más el comando compartido en el mundo y tenderá a disminuir el poder nacional expandido a imperial propuesto por aquellos sectores de los Estados Unidos más conservadores en sus instrumentos para avanzar la libertad en el mundo.
Más allá de la defensiva posición del actual gobierno argentino, que no comprendiendo la mejor chance para la Argentina, sólo atina a salvar sus propias ropas con la ayuda de Chávez y Cuba, la asunción del Presidente Obama expone una vez más la debilidad de la diplomacia y la política exterior argentinas. A esta altura, sin embargo, los fundamentos no deberían constituir ningún misterio, ni para el pueblo ni para los dirigentes. Se trata siempre de saber cómo colocar a la Argentina en el continente, para lo cual hay que recurrir a los conservadores estadounidenses que promueven desde siempre una alianza y comunidad continental, yendo más allá de lo estrictamente económico para pasar a lo político y militar, y de cómo colocar a la Argentina en el mundo, para lo cual hay que entrar en la misma reorganización capitalista y financiera que propondrá la avanzadísima administración Obama.
En casa, en el continente y en el mundo, los sucesores de Perón tienen mucho para aprender, estudiar, ponderar, planificar y ejecutar. El Presidente Obama, finalmente, sólo se parece a Perón en el sentido de que así como Perón fue formado y perteneció a la elite militar, él fue formado por la más avanzada elite universitaria de la comunidad global. Más que un solo corazón, entonces, un mismo estilo de cerebro.