domingo, marzo 28, 2010

ELOGIO DE LA VERDAD

(publicado en Peronismo Libre; http//peronismolibre.blogspot.com)

En un reportaje publicado hace pocos días en La Nación, Domingo Cavallo no sólo dio su opinión acerca del momento político que vive el Gobierno y de sus escasas opciones de sobrevivir de persistir en los errores de conducción económica del país y de conducción política con la oposición, sino que volvió a describir con su proverbial claridad, los lineamientos de una política económica sana. Más que sus declaraciones, resultaron destacables los comentarios de los foristas. Los finos análisis de Cavallo sobre la marcha de la economía pueden leerse en su blog www.cavallo.com.ar , donde suele además aclarar con paciencia todas las dudas que aún puedan existir sobre su propia gestión, sobre el por qué de algunas de sus medidas condenadas como errores, y sobre las verdaderas razones del fracaso argentino, en las cuales su mayor pecado no fue crearlo –como los enemigos de los años 90 sostienen- sino el no poder evitarlo.

Los comentarios, en cambio, hablan de cómo se piensan los argentinos a sí mismos y de las dificultades que aún tienen para entender cuál es la verdad en la economía y cual es la estrategia para organizarla en beneficio de todos. Estos comentarios, que llegaron a una cantidad descomunal apenas pocas horas después de publicado el reportaje, reportan, por un lado, la máquina organizada de foristas militantes del kirchnerismo y, por el otro, el apasionamiento aún vigente, expresado ya en la denigración, ya en la defensa racional de lo que Cavallo representó como modelo posible de una economía para la argentina. La intensidad de los comentarios, el furor de los insultos y la impotencia de quienes lo aman, sólo dejó en claro una cosa: en tiempos en que nadie sobresale en el panorama de la oposición y en que todos los que se oponen al gobierno parecen compartir su grisura cuando no su confusión, Cavallo emerge como el hombre con inquebrantable claridad y solidez en sus ideas, proponiendo un modelo de país sin fisuras en su razonamiento, con una entrega personal y una probada valentía que la adversidad que lo viene acompañando desde hace más de una década no ha sabido mellar.

Cuando el gobierno sostiene que a la oposición no se le cae una idea, parece ignorar explícitamente a Cavallo, para concentrarse ladinamente en una débil oposición mucho más afín a las prácticas filo-socialistas del Gobierno que lo que la misma oposición está dispuesta a admitir. Al ignorar el Gobierno a quien es su verdadera oposición ideológica y llevar la atención sólo sobre la oposición unida por su republicanismo pero no por su estrategia económica para el país, el discutido gobierno vuelve a ganar tiempo. Mientras más se discutan las formas y menos el fondo del programa económico que se está aplicando, más chances tendrán de quedarse quienes hoy gobiernan. Así, cuando una oposición diferente se expresa en una figura como Cavallo, que desde su aparición ha concentrado la crítica de todas las variantes del peronismo antiguo, del radicalismo, del socialismo y de la socialdemocracia en general, desde el Gobierno se la vuelve a denigrar y a minimizar, usando la misma táctica ya ejercida por Duhalde de sembrar la discordia entre esa figura y los argentinos. La estrategia no es sólo demonizar la alternativa capitalista, sino impedir que se discuta.

El problema, entonces, vuelven a ser los argentinos que se dejan confundir, no piensan, no razonan y admiten la manipulación de los que los someten, maniatan, y llevan al fracaso. Preocupan, entre tantos foristas militantes –pagos o no-, los argentinos de buena fe que no tienen ya la paciencia de separar la paja del trigo, y, una vez más, se entregan mansos a la voz dominante. Por otra parte, se percibe también la inquina persistente de muchos peronistas suficientemente modernizados y de muchos liberales que apoyaron en su momento a Duhalde y a Kirchner en sus dos variantes, mostrando en aquel momento muy pobres reflejos políticos ante lo que sucedía. La respuesta popular de los últimos dos años mejoró, pero aún se registra una inmensa falta de reflexión y análisis. Los argentinos que aún hoy ligeramente descartan los noventa y su frustrada secuela bajo de la Rua, deberían proceder con más aprecio por sí mismos y por el futuro de sus hijos y de la Nación, y considerar las ideas, razones, e incluso la agitada historia de esas ideas en nuestro país, que propone la verdadera oposición a este gobierno. Una oposición que, como la mayoría de los argentinos, hoy no tiene ni un partido único ni representantes asociados, sólo las ideas, que bien comprendidas y hechas valer por una gran mayoría de argentinos capaces de reflexionar sobre su destino, pueden volver a cambiar la historia.

Cavallo, y unas cuantas otras personalidades del espectro político, desparramadas en todos los partidos y desprendimientos de los dos partidos mayores, tienen muy claro un modelo de país capitalista, con reglas operativas simples y sencillas para empresas e inversores, con la reforma federal llevada no sólo al nivel provincial sino municipal y con técnicas de descentralización de última generación que devuelven el poder a los ciudadanos limitando el rol intrusivo del Estado. Por supuesto, este programa de peronismo de superavanzada, recogiendo la propuesta del General Perón en La Comunidad Organizada que daba vía libre a las organizaciones libres del pueblo de modo que ningún Estado lo esclavizara, y del liberalismo de última generación, ese que ni siquiera en los Estados Unidos puede aún abrirse paso, sólo puede horrorizar a aquellos que hacen de los cargos en el Estado centralizado un recurso para aumentar su poder personal y su fortuna, y desconcertar a aquellos republicanos que quisieran librarse de los tiranos pero no de la gestión obsoleta de la administración estatal.

La Argentina no encontrará remedio, ni la eterna guerra civil entre los argentinos tendrá un punto final, si no se abre paso al libre albedrío de cada argentino, fomentando el diálogo y la discusión abierta sobre la organización económica del país. Que estos días el Gobierno se haya salido con la suya en uso ilegal de las reservas, no expresa sólo la falta de conducción y estrategia de la oposición destinada a frenarlo en el Congreso, sino la apatía y el cansancio de los argentinos que no saben ya a quién recurrir para terminar con este dislate. Tal vez ha llegado la hora revolucionaria de que los argentinos se hagan cargo de sí mismos y que vuelvan las reuniones en la Jabonería de Vieytes para independizarse del mal que los viene sojuzgando desde hace ya dos siglos: la propia falta de reflexión y la preferencia por el comportamiento autoritario y violento para tapar la verdad.

No hay demasiadas Argentinas viables posibles: apenas una, y con suerte. ¿Será mucho pedir esta vez a los argentinos, coraje para buscar la verdad y hacerse cargo de ella?