(Publicado en Peronismo Libre;
http://peronismolibre.blogspot.com)
Con su fino instinto para desentenderse de las causas perdidas, los argentinos se distraen con cualquier cosa menos con las intrigas políticas cotidianas. No podrían explicar más de lo que intentan explicar los politólogos, que falta mucho para las supuestas primarias, muchísimo más para la supuesta fecha legal de las elecciones y que no está dicha ni la primera ni la última palabra en materia de candidatos. Vale más entonces interesarse en el fútbol, en los propios problemas domésticos o románticos, incluso en Tinelli, distraído él también en otras cosas que la política, cuando nada se puede hacer para cambiar algo con el propio voto.
No es un tiempo político inocuo ni pasivo, sin embargo. Si bien a la hora de las definiciones carecen de absoluta importancia los golpes de escena de Lilita Carrió, el juego perverso del diario La Nación hermoseando a los Kirchner para desfavorecer los otros contendientes del radicalismo, o los entretejidos en tantos colores como candidatos del Peronismo Federal, es el esfuerzo de cada uno de ellos por clarificar su posición en el panorama electoral lo que al final resolverá el juego.
En el muy criollo momento de contar los porotos, no son ni los guiños ni los engaños los que pueden hacer la diferencia, sino la realidad pura y dura de qué acumuló cada uno a lo largo de la carrera, tanto en prestigio personal como en idoneidad intelectual para resolver los complejos problemas argentinos. Ya hemos dicho antes que el tablero y los jugadores no expresan tantas variantes misteriosas como la cantidad de candidatos y proyectos aspirantes haría suponer, y que la cuenta de los porotos en el caso del peronismo, bastante pareja hoy, dice bastante acerca de lo que finalmente va a suceder, cuando los que están acepten que no pueden quedarse y los que llegan se den cuenta de que les está faltando algo.
Por lo tanto, esta revista prefiere alentar en los argentinos que permanecen distraídamente alerta a toda novedad que pudiera al fin beneficiarlos, la idea de que el candidato que surja finalmente de la cuenta final de los porotos peronistas-liberales lleve adelante, sin prejuicios, un proyecto que asuma -- en la economía, en la reorganización federal del país, en la descentralización, en la defensa y seguridad y en la política exterior enlazada con lo verdaderamente progresista del continente y del mundo-- ambas tradiciones políticas, la del peronismo ya aggiornado por Menem y Cavallo y la del liberalismo hecho carne en muchos independientes a la búsqueda de una posición que armonice izquierda y derecha, capitalismo, tradición e innovación.
Para el peronismo, el poroto más valioso continúa siendo el del reestablecimiento del camino abandonado a fines del 2001, o sea el proyecto del peronismo liberal. El que lo ponga en la mesa gana; también al representar la más clara oposición al radicalismo. Hablar de kirchnerismo y no de peronismo, atrasa, cuando el ignorado y prometedor poroto se encuentra en ese campo. Minado, pero compartido, por eso de las inviolables reglas del truco.