lunes, octubre 24, 2011

LA CONVALIDACIÓN DEL ERROR O LA NUEVA LUCHA

Las falsas y fraudulentas internas de agosto consiguieron instalar la idea de una inesperada aprobación popular al oficialismo y las elecciones de ayer, con una oposición diezmada, confusa y derrotada de antemano, confirmaron la aprobación de una contundente mayoría. Un 54% de argentinos convalidó a este gobierno y sólo un 46% se declaró disconforme y, aún en la pobreza de la oferta opositora, prefirió valientemente a otros candidatos. Del 54% de aprobadores, aproximadamente un 30% conforma esa masa crítica guiada por su propia dependencia económica del Estado y un 10% se nutre de genuinos adherentes ideológicos a la socialdemocracia totalitaria y anti-norteamericana que expresa este gobierno. El restante 14% fue aportado por argentinos cautelosos, miedosos de perder alguna ventaja económica circunstancial y con mala conciencia en cuanto a la importancia de la legalidad, ya sea en las instituciones, las manipulaciones económicas o políticas de diverso tipo, y la corrupción. Ese 14% de argentinos de dudosa envergadura ciudadana y, seguramente, privada, no puede hacer perder de vista, a la hora de juzgar los resultados de estas elecciones que ese 14% definió en gran parte con su cobardía, una carencia aún más grave: la de un liderazgo opositor.

Faltó este liderazgo, no en el señalamiento de las fallas democráticas e institucionales –que fueron sistemáticamente denunciadas por toda la oposición- sino en la exposición ante la opinión pública de un modelo de país diametralmente opuesto al vigente en sus políticas exterior, económica, interior y de seguridad. Este modelo opuesto tuvo apenas una tibia representación en la figura de Alberto Rodríguez Sáa y representa hoy la tarea pendiente del conjunto de peronismo antikirchnerista, del PRO y de los partidos liberales menores que esta vez no se presentaron, ni siquiera como aliados, en la competencia.

El nuevo modelo consiste básicamente en cuatro ideas sencillas:

1) Una integración al total del continente americano –con Estados Unidos y Canadá incluidos- para permitir un despliegue de la Argentina acorde a sus posibilidades de liderazgo de la América Hispánica, creciendo así por encima de su posición actual de segundona de Brasil, cuando no de Cuba y Venezuela, en su voluntaria reclusión a América del Sur a la cual las recientes elecciones han vuelto a condenarla.

2) Una adhesión a los principios de libertad económica, tanto en el mercado interno como en el externo, minimizando la intervención del Estado en la economía privada, una intervención que estas elecciones han convalidado.

3) La reorganización fiscal del país en un esquema totalmente federal y que abandone el centralismo, al cual estas últimas elecciones han vuelto a confirmar como el modelo de avasallamiento y control de las provincias.

4) Una reorganización y restitución del orgullo y razón de ser nacional a las fuerzas armadas y seguridad, en lugar de un aliento a su permanente destrucción y autodestrucción en la búsqueda de supervivencia a través de negocios corruptos e ilegales, aliento que estas elecciones han aprobado, quizá por ciudadanos que no quieren saber demasiado acerca de estas cuestiones.

El trabajo que los aspirantes a líderes de este modelo opuesto deberán iniciar desde ahora es enorme. No sólo debe atender a ese 14% de acomodaticios capaz de dar vuelta una elección y de hundir con el peso de su miedo un país, sino a buena parte del 46% de la oposición, todavía no segura de cuales fueron los aciertos y los errores de los 90, cuales los severísimos errores económicos de este gobierno y cuál es la alianza internacional que nos conviene cultivar. Igualmente, deberán tener un plan consistente de inserción y educación para el 30% de los hoy subsidiados, que forme parte del mercado.

También convendrá que recuerden a los más jóvenes la verdadera historia del peronismo de los años 70, y decirles que, sí, que Perón siempre confió en los jóvenes de aquel momento para llevar adelante sus banderas pero que esos jóvenes no fueron sólo estos que hoy van a intentar gobernarnos según su particular modo de entender la historia, que no era el modo de Perón. Hubo otros, muchos jóvenes, hoy gente ya mayor, que bajo el liderazgo de Perón y sin discutir su autoridad, se entrenaron para buscar la verdad en la realidad y, después de él, continuar pensando en el qué y el cómo para colocar a la Argentina en el buen camino. De ellos será el futuro si son capaces de recuperar el PJ como la casa común, sin ceder ante el kirchnerismo fratricida.

Y sí, como ya muchos han advertido, terminada la elección, comenzó la batalla por el peronismo.