domingo, noviembre 13, 2011

DE ESPERANZAS, ALUCINACIONES Y MILAGROS

La súbita esperanza, hoy encarnada en la voz de muchos periodistas antes opositores y en aquella parte de la opinión pública opositora al oficialismo aún confundida por el revés electoral, de que este gobierno en su tercera versión cambie el rumbo económico de la Argentina y su inserción internacional a partir de diciembre tiene fundamentos muy frágiles.

Pensar que la realidad tiene sus leyes y que la realidad va a doblegar finalmente a la ignorancia y a los ideologismos resulta un poco ingenuo a la luz de lo que ha sido la última década argentina en materia de decisiones políticas. Siempre hay una vía de escape para no hacer lo que hay que hacer y, desde Menem y Cavallo, nadie se atrevió aún a profundizar el cambio macroeconómico necesario para el progreso real de la Argentina y a reafirmar los lazos internacionales dentro de su mejor interés. Imaginar que este gobierno por asumir pueda siquiera avanzar en la senda de algunas de las reformas pendientes es soñar despierto. ¡Ojalá lo hicieran! Nos evitaríamos cuatro años más de desazón y encontraríamos el camino perdido a fines del 2001.

Como soñar no cuesta nada más que el riesgo de seguir dormidos, recordamos a modo de despertador cómo debería expresar el cambio el nuevo gobierno para convencernos de que ya no son ellos, sino nosotros.

1) Una integración al total del continente americano –con Estados Unidos y Canadá incluidos- para permitir un despliegue de la Argentina acorde a sus posibilidades de liderazgo de la América Hispánica, creciendo así por encima de su posición actual de segundona de Brasil, cuando no de Cuba y Venezuela, en su voluntaria y errada reclusión en América del Sur.

2) Adhesión total a los principios de libertad económica, tanto en el mercado interno como en el externo, minimizando la intervención del Estado en la economía privada.

3) Reorganización fiscal del país en un esquema totalmente federal y que abandone el centralismo como modelo de avasallamiento y control de las provincias.

4) Reorganización y refinanciación de las fuerzas armadas y de seguridad, con restitución a sus integrantes del orgullo y razón de ser nacional.

5) Reorganización y refinanciación del Poder Judicial.

Es posible que asistamos a un refulgir de vistosas luces de artificio sobre el escenario orientándonos a creer que éste es el cambio que viene. Una reunión con el Presidente de los Estados Unidos por aquí, una audaz reformita por allá, no alcanzarán sin embargo esta vez para sacar un conejo de la galera. La magia se rige por leyes tan duras como las de la realidad y es cualquier cosa menos mágica.

También están los milagros, que las recientes sonrisitas a la Iglesia Católica legitimarían a esperar, pero de esos se ocupa Dios y suceden sólo cuando a Él le parece.

Podemos rezar, eso sí.