miércoles, febrero 21, 2007

A LA RECONQUISTA DE LA ARGENTINA

El año electoral comenzó y la suerte está echada: Macri, el “Principito”, va a combatir para reconquistar la Capital y, en una seguidilla que permiten las nuevas fechas electorales, pelear luego para recuperar la Nación. Ante la ausencia de otros candidatos que expresen una real diferencia con Kirchner o con su equivalente Lavagna, apoyado por los otros dos grandes gestores de la Argentina del fracaso, Duhalde y Alfonsín, y con el Partido Peronista inhabilitado, Mauricio Macri tiene ante sí la epopeya de reconquistar la Argentina.

Heredero de una familia italiana de industriales, expresa mejor que nadie la nueva elite portuaria posterior a Perón. A la vez popular y moderno, y aunque no cultive demasiado el discurso de su linaje político, es hijo cultural del peronismo. Como tal, dará la sorpresa de encarar la batalla electoral con el rigor militar que Perón dejó como lección política: el terreno se gana paso a paso, por etapas, y se lo afirma ganando el total del territorio. El poder se ocupa. No se trata de rectificar solo el modelo de la ciudad: hay que corregir el modelo del país. Primero, Gobernador; luego Presidente, dejando la Gobernación en manos del Vice-Gobernador.

Que gane o pierda no es una cuestión menor: significa que la Argentina gane su chance de regresar a la modernidad o que la pierda, enterrándose aún más en el estatismo y las malas decisiones estratégicas. La opción electoral, tanto en la Ciudad de Buenos Aires, en la elección para Gobernador en Junio como en la elección presidencial de Octubre, es entre este presente parecido a los grandes fracasos del pasado y un futuro en el cual se intentaría retomar la senda extraviada a fines del 2001.

Una creciente conciencia de que el modelo de los noventa expresaba en líneas generales lo mejor de la modernidad y el mejor camino posible para el país, vuelve con cierta oscura insistencia a los días trágicos de fines del 2001 y comienzo del 2002. ¿Qué hubiera sucedido en aquel momento si la ciudadanía en su conjunto hubiera comprendido que el modelo de los 90 era correcto aunque enfrentaba escollos? Hubiera quizá tenido más templanza y coraje frente a la adversidad y trabajado para superar las dificultades; el país no se hubiese atrasado ni hubiese perdido su prestigio internacional y hoy no se estaría escondiendo bajo la alfombra el verdadero problema: no se trataba de cambiar de modelo, para volver al estatismo y a la política exterior chavista, si no de mejorar el modelo existente, seguir peleando por la modernidad y afirmar las relaciones continentalistas con el primer actor de las Americas:, los Estados Unidos.

Lo que Macri tiene por delante, como el candidato elegido para derrotar el actual statu quo, es el regreso al camino perdido y también a los valores de respeto a la propiedad privada, a las instituciones y a las organizaciones gubernamentales de justicia y seguridad. A su cargo quedará, también en la mejor tradición peronista, la explicación clara de donde estamos, de donde venimos y hacia dónde iremos con él, sin la tentación demagógica de consentir a un pueblo desinformado y sin liderazgo, que Duhalde, Lavagna y Kirchner tuvieron alguna razón. No la tuvieron, ni la tienen, aunque la actual bonanza debida a los precios internacionales continúe confundiendo a la opinión pública acerca de sus méritos. Sería muy útil entonces, que Macri en su campaña, explique de qué se trataba el camino abandonado que hay que retomar.

El destino del país siempre cambió por un hombre que hizo punta y señaló hacia donde convenía ir. Hubo toda clase de liderazgos y más de un camino equivocado, pero siempre un pueblo bien dispuesto a escuchar y pensar con inteligencia lo que los más honestos y sagaces de sus líderes tenían para decir. Este año electoral tiene también dos caminos, con muchos aspirantes que señalan el camino de abismo y, por ahora, sólo uno con la cabeza y el carácter para reconocer el camino del éxito. Si Mauricio Macri señala bien, lo seguirán. Los liderazgos duraderos y exitosos no son otra cosa que apuntar en la dirección correcta.

Herederos de la mejor educación, educados para gobernar y obligados a responder con el don de sus mejores cualidades a la comunidad de pertenencia, los principitos saben servir, en la mejor verticalista tradición, a su único soberano: el pueblo.