domingo, agosto 31, 2025

EL CENTRO LIBERAL Y EL REGRESO DEL PERONISMO LEAL

 


Una de las picardías menos mencionadas de Milei, cuando desde sectores antiperonistas se lo acusa de acarrear supuestos defectos peronistas—autoritarismo, verticalismo, populismo—es la de haber registrado el inmenso vacío de conducción dejado por el peronismo leal a la doctrina peronista frente al arrasador y omnipotente kirchnerismo. Haciendo suya la herencia de Menem-Cavallo, no disputada por ningún peronista, se alzó con los votos suplementarios a los del PRO y llegó a la presidencia. Podría haberle ganado Massa, si este se hubiera animado a aggiornar al kirchnerismo y reivindicar una herencia que, con mucho más derecho, era suya.

Ahora que al actual gobierno, que hace rato renunció a cualquier herencia peronista vociferando contra la justicia social, se le puede achacar el otro tradicional defecto del peronismo, revivificado y magnificado por el kirchnerismo, la corrupción, conviene repasar qué es el peronismo leal. En las antípodas del kirchnerismo, expresa un peronismo genuino, no corrupto, que puede ayudar a lograr una verdadera transformación nacional.

El peronismo leal es, como siempre, el peronismo que brega por la justicia social. Opuesto a cierto peronismo ortodoxo propulsor de una continuidad estricta con las políticas del primer peronismo y al kirchnerismo—una versión socialista que poco tiene que ver con la doctrina peronista—el peronismo leal se esforzó por adaptar a esta a la nueva realidad económica global con nuevos instrumentos. Carlos Menem lo comprendió bien, y la economía liberal que implementó Cavallo quedó incorporada a la doctrina para permitir un real crecimiento y modernización.

Faltaron nuevos instrumentos para asegurar una completa justicia social y lograr un real federalismo, pero, otros prestigiosos y leales dirigentes como José Manuel de la Sota, continuaron la reflexión sobre la doctrina y ayudaron a modernizarla. Hoy el peronismo leal, además de sostener la necesidad de una economía liberal, propone un seguro sindical de desempleo, una reforma laboral que permita que todos los trabajadores hoy informales, puedan acceder a sus derechos sin perjudicar el desenvolvimiento de las empresas, y una reforma fiscal que dé una genuina autonomía y responsabilidad a las provincias para permitir el máximo desarrollo nacional.

Finalmente, el peronismo leal, tras la enormidad de la corrupción kirchnerista que manchó su nombre, tiene la obligación de defender la transparencia y el rechazo absoluto a la financiación de la política a través de coimas recibidas por proveedores del Estado. Mientras la práctica corrupta continúa, el peronismo leal tiene en claro que, fuera de la codicia personal, ya nada justifica que la política se financie con sobornos cuando hoy podría hacerlo con donaciones privadas—personales o empresariales—al partido, fundación u organización de su preferencia. Cuando el peronismo estaba proscripto y no había otra forma de financiarse, el uso del Estado o de los sindicatos era el único recurso: una ilegalidad generaba otra ilegalidad. Hoy la libertad política es absoluta y la práctica corrupta es solo el camino corto a la fortuna personal.

El movimiento Provincias Unidas, encabezado por el exgobernador Schiaretti, un ejemplo de peronismo moderno y leal a la doctrina, y otros gobernadores, junto a otras fuerzas de centro liberales, como Somos Buenos Aires, opuestas a muchas de las prácticas de este gobierno, constituye hoy un refugio seguro para el votante peronista leal.

El peronismo leal es el que está tan opuesto al mileísmo como al kirchnerismo.  

El que en un futuro cercano, antes de las próximas elecciones presidenciales de 2027, deberá recuperar el instrumento electoral perdido a manos del kirchnerismo, el hoy maltratado y usurpado PJ.

El que deberá, por fin, concluir la etapa institucional anunciada por el General Perón antes de su muerte, con un Partido Justicialista totalmente institucionalizado que permita la permanente actualización de instrumentos de gestión para una efectiva justicia social y grandeza de la Nación, y la emergencia automática y meritoria de los dirigentes más dotados y representativos.

Cumplida esta etapa, los argentinos no peronistas no deberán temer nunca más al peronismo y, por el contrario, podrán contarlo como uno de los pilares más sólidos del sistema político.