La ola global de descontento con el
Presidente de los Estados Unidos es muchas veces impulsada por criterios
culturales progresistas que hubieran reaccionado de igual modo ante cualquier
presidente republicano. Más aún ante el presidente Trump, con su retórica
impulsiva, sus malos modales y una preferencia por conductas anticuadas, hace
ya largo tiempo superadas por las élites comunicadoras, testigos vanguardia—en
general—de los cambios culturales que más tarde o más temprano se producen en
las sociedades a las que pertenecen. Menos visible es la ola de descontento en
las empresas e instituciones financieras norteamericanas con despliegue
multinacional, las que, bien o mal, han llevado a un progreso real en las
condiciones de vida en infinitos países, incluyendo los Estados Unidos. La
reacción práctica de éstas ante la campaña desglobalizadora aún no se percibe en
su posible dimensión.
Del hoy Presidente Trump, lo que
importa no es la crítica cultural de sus convicciones, ni siquiera su tendencia
al autoritarismo infantiloide narcisista, sino su ignorancia acerca de y
su desprecio profundo de la globalización y que hoy sea, justamente, la mejor
expresión de una corriente subyacente en muchos países durante las largas
décadas de la globalización: la tendencia a regresar a soluciones anti-mercado
y nacionalistas ante las nuevas dificultades creadas por la integración
industrial entre países y el libre comercio de bienes y servicios. Los
argentinos hemos vivido exactamente este mismo proceso en los años posteriores
a los globalizadores Menem-Cavallo, con la reacción del atrasado Duhalde y la
posterior dogmatización de su proceso reaccionario a manos de ambos Kirchner.
La propuesta del Presidente Trump es
tan sencilla como antigua: priorizar la producción nacional, en especial en los
sectores de energía, infraestructura, construcción y manufacturas menos
competitivas, y desentenderse, por medio de altos impuestos, de la producción multinacional
y del comercio multilateral. Regresando en el imaginario al próspero pasado
posterior a la Segunda Guerra Mundial, negando la globalización como hecho
irreversible, y sin la vocación ni la información necesaria como para, dentro
de un legítimo espíritu de volver a hacer grande a los Estados Unidos de
América, enfrentar los nuevos problemas de la globalización y analizarlos hasta
resolverlos.
Esta renuncia a la globalización es la principal diferencia entre
quienes se imaginan y hasta sueñan con que puede ser un segundo Reagan y entre
quienes con mayor lucidez ven al nuevo Presidente como la vacuna necesaria
contra las recurrentes tendencias hacia la desglobalización. Hay que recordar,
además, que dichas tendencias han sido fogoneadas tanto por la izquierda
anticapitalista como por las derechas nacionalistas que nunca vieron con buenos
ojos ni la globalización ni el predominio norteamericano como líder de esa
globalización. De ahí las aparentemente inverosímiles alianzas o apoyos, locales e internacionales, que
este nuevo presidente ha cosechado en sus primeras semanas como gobernante.
Para valorizar al
Presidente Trump, se insiste en decir que fue votado por una contundente mayoría
de delegados y, si no por una mayoría popular, por una minoría importantísima y
significativa de los estadounidenses, muchos cansados de los errores sin reformulación
del ex-Presidente Obama, y otros, los menos, identificados con su ilusión de
hacer grande a la Nación por medio de un regreso al pasado glorioso, el de militares victoriosos y salvadores del mundo,
el de una industria nacional que era la más competitiva del mundo, con
norteamericanos en pleno empleo y crecimiento personal, muy pocos inmigrantes
marrones y una población negra sin demasiados derechos. Esa minoría blanca, de
clase obrera, media o alta, no legitima a Trump más que en el resultado
electoral. En cambio, son legítimas sus preguntas angustiadas acerca de un país
que ha dejado de crecer como debería y que no parece tener el éxito de antaño
en el mundo, y, por lo tanto, merece
respuestas reales y un líder mejor formado y más adecuado a sus intereses
profundos que los ayude a comprender el mundo moderno y a enfrentar sus desafíos,
también legítimamente y con chances de un éxito real.
La gestión del Presidente Trump puede durar un
corto tiempo o el período entero, pero difícilmente tenga éxito en su propósito
de hacer de los Estados Unidos más de lo que ya es hoy día. Puede incluso,
empequeñecer a la gran nación aún más de lo que hizo el ex presidente Obama con
su internacionalismo culpógeno y cometer aún mayores errores en su política
internacional. Los Estados Unidos sólo pueden conservar lo adquirido y
desplegarse aún más, con un liderazgo mejorado de la globalización y no
desentendiéndose de ésta. Este período intermedio de marcha atrás, pausa, y
error conceptual en el liderazgo presidencial estadounidense, terminará y el
avance hacia el futuro continuará, porque esa es la lógica de la historia
estadounidense, anclada en un irrenunciable destino global.
Como el kirchnerismo, antídoto
político autoinfligido por los argentinos durante más de doce años antes
de recuperar la salud mental y regresar al camino correcto de una economía
abierta al mundo, el Presidente Trump, desconociendo el mapa y
con una brújula sin imán, llevará inexorablemente a sus compatriotas al
camino del cual nunca debieron haber salido, en las antípodas del que él
lamentablemente eligió. En el mientras tanto, los republicanos lúcidos tendrán
la oportunidad de buscar soluciones globales al problema del desempleo y de
algunas de las desigualdades sociales creadas por el inequitativo reparto de
las ganancias del conjunto, y de reformar y aumentar las innumerables
condiciones de igualdad que la globalización creó en el planeta. Los líderes
demócratas, a su vez, deberán afinar sus ideas acerca de la economía global y
la correlación de éstas con la política internacional, de modo de no cometer
errores, a la vez que reafirmando y expandiendo globalmente su cultura basada
en las libertades personales interesándose, por ejemplo, en la libertad de las
mujeres en los países musulmanes.