(Publicado en Peronismo Libre;
http://peronismolibre.blogspot.com)
No hace falta mucho para provocar en los argentinos un gesto de espontánea solidaridad con Mauricio Macri: la infame persecución por parte de los Kirchner a través de la manipulación de la justicia sólo precisaba la reafirmación emocional de ver al Gobernador de la Ciudad de Buenos Aires negado y burlado por su propio padre, sonriente en las fotografías junto a la Presidenta y asegurando su lealtad a los enemigos de su hijo. Ambos gestos transforman a Mauricio en un niño dilecto del peronismo, que por naturaleza adopta a los huérfanos y a las víctimas de cualquier injusticia. El justicialismo es, también, justiciero.
La historia política es, sin embargo, otra, ya que Mauricio Macri es sólo uno de los muchos candidatos del peronismo alternativo a los Kirchner y como tal, sometido a la puja interna con otros aspirantes. Es deseable que estos candidatos sean solidarios con él en la ocasión, ya que como resulta evidente, la estrategia del kirchnerismo –el viejo y siempre útil divide y reinarás-- se basa en debilitar a esta única verdadera oposición dentro del espacio peronista. La fuerza combinada de Peronismo Federal, el PRO y demás aliados debe más bien moverse en conjunto y también, en pos de una mayor institucionalidad, asociarse en ocasiones puntuales al radicalismo para terminar con la permanente ilegalidad de procedimientos del Ejecutivo.
Desde el punto de vista del peronismo liberal o liberalismo peronista, lo que se advierte es un pelotón de aspirantes a fecundar la Argentina y permitir el renacimiento de una nación justa, libre y soberana. En el microscopio, podemos ver quienes presentan más fortaleza y aptitud para llegar a la meta, pero el camino es largo y accidentado. Como siempre, llegará el más resistente. De lo que podemos estar seguros es que la naturaleza movimientista y cohesionada -- en el sentido de apuntar hacia el mismo lugar de fecundidad-- del pelotón de candidatos, es lo suficientemente potente como para neutralizar los esfuerzos espermicidas del desesperado kirchnerismo, que olvida en sus cálculos la voluntad receptiva y necesitada de la Argentina. Es, finalmente, la naturaleza, cara visible de la realidad, la que se va a imponer como última verdad.
lunes, julio 19, 2010
jueves, julio 08, 2010
EL PERONISMO LIBERAL Y EL DERECHO DE FAMILIA
(Publicado en Peronismo Libre;
http://peronismolibre.blogspot.com)
Propulsado por el kirchnerismo, el debate sobre el "matrimonio gay" apasiona a buena parte del peronismo cristiano y del liberalismo conservador, quienes ven en este tema la ocasión de reafirmar ya valores cristianos, ya valores conservadores acerca de la familia tradicional y, de modo más mezquino, embestir contra el progresismo en general. En rigor, más que de una creatividad política kirchnerista, se trata de un debate avanzado por la generación setentista, la cual --debemos recordarlo-- fue la que avanzó en el reconocimiento de los plenos derechos de la mujer y de las minorías, y que esta generación se expresó tanto dentro del peronismo como dentro de otras fuerzas políticas. No se trata entonces de un tema político patrimonio del kirchnerismo sino de un tema cultural que toca a la sociedad argentina en su conjunto, y de modo global al conjunto de la humanidad, además, desde los años 60. A su vez, el tema cultural no es sólo un tema de debate cultural sino un tema ampliado por el conocimiento científico más reciente acerca de la conformación de la identidad sexual y también por el avance tecnológico que permite intervenciones antes impensadas en el tema de procreación, readecuación de sexo, etc.
En el caso del llamado “matrimonio gay” lo que se está discutiendo en realidad es el nuevo derecho de familia que debe aplicarse a familias constituidas de un modo diferente al la familia tradicional. La dificultad principal está en la negación de la existencia de este tipo de familias, que existen sin un reconocimiento legal. Una vez más y como la realidad es la única verdad, el peronismo podría tener una vista menos nublada por las preferencias ideológicas del pasado o por la militancia religiosa personal. Como en la Argentina existe la separación de la Iglesia y del Estado, nadie debería discutir la posición de la Iglesia Católica ya que esta forma parte de la esfera privada. Los diputados y senadores deberían en cambio dedicarse a hacer lo que deben, regular la esfera pública, revisando el derecho de familia de forma de abarcar todos los tipos de familia existentes, heterosexuales u homosexuales, unidas o divorciadas, y la normativa a seguir en todas las variantes de unión, desde el matrimonio al concubinato, de separación y divorcio y de procreación, adopción y crianza de niños, en todas las variables. Lo que tenemos, y bien lo han hecho notar algunos legisladores, es una legislación antigua y contradictoria, donde no se puede agregar una nueva normativa sin revisar el conjunto. Es todo el derecho de familia que precisa ser actualizado y modernizado.
Es de sumo interés nacional, por cierto, preservar a la célula básica de la sociedad, que es la familia, sólo que es necesario ahora comprender que existe más de un tipo de familia posible. Más allá de los dogmas, lo que manda es la realidad, y toda realidad merece su legislación, si de verdad pretendemos una comunidad organizada. Desde un punto de vista peronista y desde un punto de vista liberal, nada más justo que reconocer los derechos civiles, y desde un punto de vista espiritual, sólo cabe la generosidad de aceptar nuevas familias para evangelizar.
http://peronismolibre.blogspot.com)
Propulsado por el kirchnerismo, el debate sobre el "matrimonio gay" apasiona a buena parte del peronismo cristiano y del liberalismo conservador, quienes ven en este tema la ocasión de reafirmar ya valores cristianos, ya valores conservadores acerca de la familia tradicional y, de modo más mezquino, embestir contra el progresismo en general. En rigor, más que de una creatividad política kirchnerista, se trata de un debate avanzado por la generación setentista, la cual --debemos recordarlo-- fue la que avanzó en el reconocimiento de los plenos derechos de la mujer y de las minorías, y que esta generación se expresó tanto dentro del peronismo como dentro de otras fuerzas políticas. No se trata entonces de un tema político patrimonio del kirchnerismo sino de un tema cultural que toca a la sociedad argentina en su conjunto, y de modo global al conjunto de la humanidad, además, desde los años 60. A su vez, el tema cultural no es sólo un tema de debate cultural sino un tema ampliado por el conocimiento científico más reciente acerca de la conformación de la identidad sexual y también por el avance tecnológico que permite intervenciones antes impensadas en el tema de procreación, readecuación de sexo, etc.
En el caso del llamado “matrimonio gay” lo que se está discutiendo en realidad es el nuevo derecho de familia que debe aplicarse a familias constituidas de un modo diferente al la familia tradicional. La dificultad principal está en la negación de la existencia de este tipo de familias, que existen sin un reconocimiento legal. Una vez más y como la realidad es la única verdad, el peronismo podría tener una vista menos nublada por las preferencias ideológicas del pasado o por la militancia religiosa personal. Como en la Argentina existe la separación de la Iglesia y del Estado, nadie debería discutir la posición de la Iglesia Católica ya que esta forma parte de la esfera privada. Los diputados y senadores deberían en cambio dedicarse a hacer lo que deben, regular la esfera pública, revisando el derecho de familia de forma de abarcar todos los tipos de familia existentes, heterosexuales u homosexuales, unidas o divorciadas, y la normativa a seguir en todas las variantes de unión, desde el matrimonio al concubinato, de separación y divorcio y de procreación, adopción y crianza de niños, en todas las variables. Lo que tenemos, y bien lo han hecho notar algunos legisladores, es una legislación antigua y contradictoria, donde no se puede agregar una nueva normativa sin revisar el conjunto. Es todo el derecho de familia que precisa ser actualizado y modernizado.
Es de sumo interés nacional, por cierto, preservar a la célula básica de la sociedad, que es la familia, sólo que es necesario ahora comprender que existe más de un tipo de familia posible. Más allá de los dogmas, lo que manda es la realidad, y toda realidad merece su legislación, si de verdad pretendemos una comunidad organizada. Desde un punto de vista peronista y desde un punto de vista liberal, nada más justo que reconocer los derechos civiles, y desde un punto de vista espiritual, sólo cabe la generosidad de aceptar nuevas familias para evangelizar.
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