Como siempre, la realidad del inmenso progreso internacional y económico de la Argentina durante los años 90, continua siendo la única verdad.
La unión del liberalismo con el peronismo fue el único camino posible además, en aquel momento y lo es hoy, aún más, después de 20 años de destrucción sistemática—por acción u omisión—de la economía argentina y de su lugar en el mundo.
De no haber interferido Duhalde con la ayuda de Alfonsín en 2001-2002, el proceso de crecimiento de la Argentina no se hubiera detenido. Hoy sería una potencia. Y su posición en el mundo sería aún más sólida de lo que fue entonces, en vez de estar sometida hoy a las pésimas decisiones de un kirchnerismo en agotamiento pero aún peligroso en estos tiempos de guerra.
El mundo político local ya adelanta las elecciones presidenciales de 2023 y, en particular, quienes se referencian en el PJ han comenzado la batalla por posicionarse en el partido nacional y en los partidos provinciales. Hoy divididos entre camporistas-cristinistas y albertistas, no ofrecen otro interés que el de suscitar el deseo de que ambos sean arrinconados. Y si es posible, enviados a crear su propia fuerza en otro lugar que no sea el PJ, ya que de peronistas tienen, como ya se sabe, solo las mañas pero no el espíritu.
Existen dirigentes peronistas liberales, menemistas y cavallistas históricos y peronistas republicanos tímidos a la hora de declararse liberales. Lo que no existe aún es una columna peronista liberal que aspire a competir dentro del PJ y ganar. Es posible, además, que la promesa de elecciones libres en una interna abierta no se cumpla, ya que es solo una promesa del actual volátil presidente.
Por lo tanto, convendría ir creando un espacio informal de encuentro de la hoy no explícita hermandad peronista liberal—la que se referencia en el PJ, la del PRO y la de los liberales independientes—y construir una nueva alternativa por ahora informal pero lista para unirse competitivamente para las próximas elecciones bajo un programa común que retome y mejore la política peronista liberal de los años 90.
Al incluir este espacio informal una columna referenciada en el PJ—allí revistarían los gobernadores como Schiaretti, Uñac y otros, así como innumerables intendentes y otras figuras—que eventualmente pudiese ganar la interna peronista, el espacio informal adquiriría automáticamente en alianza el potencial del gran partido nacional, permitiendo así un sólido sostén a la proposición política.
Por el contrario, si dicha columna no pudiese participar en la interna, el peronismo liberal tendría un inmediato espacio de pertenencia desde el cual contribuir a imponer masivamente las ideas peronistas liberales.
La visibilización de esta idea heredera de los años 90 primero y promovida luego por figuras diversas unidas en ese espacio informal tiene la fortaleza de la flexibilidad. Es sanamente movimientista y, a la vez, franca aspirante a un espacio institucional.
Un espacio en el que a la larga, de recuperar el peronismo liberal el PJ, dejaría otra vez en escena como rivales a los dos grandes partidos históricos nacionales. El Partido Justicialista como partido liberal de la producción y el trabajo y el Partido Radical, como expresión de la social democracia.
Muchos anti-kirchneristas pueden negarse a este esquema que, por cierto, explicitaría la ya existente fractura del PRO. Este es un cálculo poco imaginativo, ya que la nueva hermandad, coherente ideológicamente y persiguiendo los mismos fines, superaría la oferta actual y permitiría, además al Partido Radical a aliarse con aquellos del PRO que le son afines y ofrecer una social democracia de mejor calidad que la del kircherismo-albertismo. Mucho voto antiliberal que habitualmente se canaliza en el kircherismo, se refugiaría en un radicalismo sin liberalismo.
No hay que temer entonces a que en las próximas elecciones haya eventualmente tres propuestas. La de un PJ aún cooptado por el kirchnerismo; la de un Partido Radical con el PRO no liberal; y la de la explícita nueva hermandad peronista liberal.
El espacio político quedaría así organizado en tres tercios competitivos con propuestas bien diferenciadas y colaborando a crear una mayor y mejor cultura política entre los argentinos.
La tercera propuesta es en sí misma la mejor demostración de la falsedad de la “brecha” y el por qué ni uno ni otro de los dos bandos logró gobernar con éxito, al evitar combinar los socios correctos.
La tercera propuesta de hermandad peronista liberal une a los que hay que unir, a los que históricamente construyeron la grandeza de la Argentina, opuestos en el tramo revolucionario del peronismo pero fraternalmente unidos desde los años 90.
Hay que comenzar ahora a plantear esta posibilidad.
Visibilizando con nombres y presencias los adherentes a esta hermandad de modo de ofrecer a los argentinos una dirigencia con una visión diferente.
Explicando de modo sencillo cómo sacar al país adelante, con una economía libre, sindicatos modernizados y relanzados, y con una política exterior que apoye y comprenda la globalización.
Y sosteniendo, una vez más, con convicción y firmeza, que la Argentina sí tiene destino de potencia y que si una vez pudimos encaminarla, otra vez podremos.