lunes, junio 25, 2007

Y AHORA, ¡ARGENTINA!

Con el triunfo de Macri en el ballotage del 24 de Junio y la certeza de que la ciudad estado de Buenos Aires ha iniciado el viraje hacia el reencuentro con su mejor destino, los porteños y los argentinos tienen por delante la mayor de las batallas: asegurar que la Argentina toda ratifique y acompañe este cambio.
El creciente deterioro de los servicios públicos, la reestatización por descarte de las empresas privatizadas y el gravísimo problema energético que amenazan con deteriorar aún más la comprometida calidad de vida de los argentinos son producto de la paulatina desinversión de empresas que vieron sus contratos quebrados y sus tarifas pesificadas dentro de un marco inflacionario. Los males presentes y los por venir y a conjurar, arrancan con el desatinado golpe de estado institucional de Diciembre de 2001 y con la destrucción de la moneda y de la economía de mercado imperantes en aquel momento. Es necesario salir del mal camino por la puerta donde se entró, es decir, asegurar al mundo que no son los argentinos quienes quebraron los contratos ni quienes traicionaron la palabra del Estado, sino algunos de sus más ineptos políticos. Nadie sino los argentinos puede comprometerse ante el mundo y sostener la legalidad jurídica como el más preciado de los bienes públicos. El regreso de las inversiones y de la empresas eficientes depende de este compromiso. Y este compromiso tendrá lugar en Octubre, cuando en la elección presidencial los argentinos respalden a aquel líder que restaure la legalidad y regrese a la Argentina a su camino de crecimiento y genuino desarrollo.
La lógica del poder irá construyendo, como siempre, el mejor liderazgo posible para este cambio a nivel nacional, pero este liderazgo nada podrá hacer sin el convencimiento y apoyo de una gran mayoría de argentinos. A la clara percepción de deterioro acelerado, los argentinos deben agregar una más exacta discusión del manejo de la cosa pública. Los incipientes liderazgos deben ofrecer razonamientos claros, fundamentados y convincentes que permitan que los argentinos se conviertan, por su propio conocimiento y convicción, en la más sólida garantía del destino elegido.
Muchos dirigentes ignorantes tomaron decisiones desacertadas para el país basados en su escaso conocimiento de la economía argentina y mundial y fueron respaldados por una población que se sentía más cómoda siendo dirigida que dirigiendo. Hoy, los argentinos, habiendo sufrido todo lo que había que sufrir, podemos, por fin, hacernos cargos de nuestro propio destino y decir a aquellos líderes que aspiren a representarnos, no sólo qué queremos, sino cómo lo queremos. En el cómo está el cambio. Y en el paso de dirigidos apáticos a dirigentes participativos, el deseable salto de un país sin formas a un país, por fin, adulto y maduro.
Buenos Aires ya gobierna. La Argentina espera su momento de reingresar al mundo, con algo mejor que la esperanza: su tenacidad y resistencia para buscar la vuelta, y encontrarla.

miércoles, junio 06, 2007

BUENOS AIRES REINA PERO NO GOBIERNA

Otra vez ostentando su más brillante cara de esperanza, la ciudad de Buenos Aires, con su corona de Reina del Plata puesta, reivindicando su tradición de aspirar a lo mejor, harta de vestir los andrajos y la miseria de la izquierda, votó por el cambio, es decir, por volver a ser la que fue. Y la ciudad ganó y reina, pero no gobierna. Falta una segunda vuelta. El domingo 24 de Junio, los porteños deberán decidir si quieren vivir en una ciudad bella, próspera, elegante y honorable o si hacen oídos al empobrecedor discurso kirchnerista que congela a la Argentina y a la ciudad en la gris mediocridad del nivelamiento hacia abajo. La Reina del Plata de Macri o la Cartonera del Plata de Kirchner. Dos estéticas, la del progreso y la del retroceso.

En las próximas semanas, habrá muchas referencias al pasado. Kirchner y los suyos, Filmus e Ibarra, pedirán el voto a los porteños recomendándoles no volver al “nefasto pasado de los 90” creyendo con cierta inocencia que puede convenirles nacionalizar la campaña y hacer reflexionar, no sólo a los porteños sino a los argentinos, acerca de cual es el nefasto pasado en realidad. Otra vez con inflación creciente, con servicios públicos que deben volver a ser estatizados porque las empresas privadas no invierten a raíz de la violación de sus contratos por la pesificación duhaldista, con desorden gremial por la pérdida del poder adquisitivo de los salarios y con una criminalidad aumentada en el espacio público por renuncia del gobierno a promover las fuerzas armadas y de seguridad, este presente es ciertamente el opuesto del pasado de los 90 y muy parecido a los 80, casi igual, sino fuera que Kirchner es aún menos inteligente que Alfonsín. El adjetivo nefasto, si de pasado se trata, podría tener para los porteños una mejor década dónde ubicarse, sólo empardada por los años duhaldistas de Diciembre del 2001 al 2003. La reflexión histórica está casi completa para los porteños, que aún deben contagiar a los argentinos, ya que el Presidente los llama a evaluar el pasado.

Y si es Macri, contra Kirchner-Filmus-Ibarra, la ciudad no sólo deberá reinar en la intención sino asegurar, con su voto, el gobierno. No hay cambio posible, ni recuperación del mejor pasado, ni evolución acelerada hacia esa modernidad de la cual la ciudad de Buenos Aires siempre supo ser la abanderada de Latinoamérica, sin una mayoría que le dé el gobierno de la Ciudad Estado a Macri y a Michetti. Si lo que importa es el futuro, ¿hay mejor fórmula que un joven empresario con la mejor tecnología administrativa y los mejores antecedentes de éxito y una mujer joven capaz de sobrellevar la adversidad personal con la mayor de las alegrías y entereza? ¿Hay algún progresismo mayor al del progreso en los resultados? Que Buenos Aires agregue a su corona, el cetro, y gobierne.