El problema de la economía argentina es, antes que nada, un problema político.
El del peronismo que no supo crear un liderazgo alternativo a los Kirchner, reivindicando con orgullo el peronismo liberal de los años 90 y revisando y corrigiendo las deficiencias que el programa supo tener, en especial, a partir de la separación de Domingo Cavallo del gobierno en 1996.
También el problema de la única oposición fuerte al kirchnerismo, la de Mauricio Macri con su partido PRO, que no supo tomar como propia esa herencia y prefirió aliarse con los radicales, en ese sueño no confesado de terminar para siempre, ya no con el kirchnerismo, sino con el siempre maldito e incomprendido peronismo.
La carencia de un liderazgo válido y correctamente orientado, es persistente y no es un problema que las PASO puedan solucionar, si antes no emerge con claridad un líder con las ideas correctas acerca del rumbo que debe tomar el país en su economía, relaciones exteriores y seguridad interior, en particular, y con el temperamento adecuado para conducir a una potencial nueva mayoría de argentinos. Un liderazgo capacitado y entrenado en la conducción y en la gestión.
Cuando Mauricio Macri renunció a ser candidato a presidente, sosteniendo que había ganado la batalla contra su ego, ya que era la hora de los equipos, se equivocaba una vez más, allí donde ningún peronista se hubiese equivocado: no es de ningún modo la hora de los equipos, sino la hora de un nuevo líder. Su ego tenía la razón. Todavía está a tiempo de hacerle caso.
Los peronistas antikirchneristas son posiblemente los más útiles a la hora de imaginar un gobierno capaz de conducir por la senda liberal a la CGT y a los Movimientos Sociales, garantizando la protección a la vez que la evolución hacia el trabajo dentro de un programa de estabilización monetaria y de crecimiento en libertad.
No se ve mucho entusiasmo en los medios por convocarlos, tenerlos en cuenta o ayudarlos a construir esa mayoría. Solo Miguel Ángel Pichetto tiene el pase libre porque está en Juntos por el Cambio. Pero, ¿quién cuenta con Schiaretti? ¿o con los otros gobernadores o ex gobernadores, como Urtubey, que podrían ayudar a crear esa nueva y muy necesaria mayoría liberal y peronista a la vez?
¿Cuánto falta para que se reconozca que la solución liberal del país debe fatalmente incluir como actor principal al peronismo?
Un peronismo maltratado no solo por el kirchnerismo sino por un antiperonismo liberal que no quiere ceder ante la realidad de la historia: la Argentina estuvo bien conducida y bien encaminada no solo por Roca y los gobiernos anteriores a 1930, sino por el peronismo liberal de los 90.
Eso lo comprende y explica bien el liberal Milei. Pero los demás, sólo envidian su popularidad, en vez de aceptar la realidad: la solución es con el peronismo, y no contra él.