sábado, abril 30, 2022

LA COALICIÓN LIBERAL Y LOS TRES PERONISMOS

 

Los trabajadores peronistas no tienen nada para festejar en el Día del Trabajo.

Y, en cambio, tienen mucho para pensar acerca de lo que apoyan.

Tuvo que aparecer Javier Milei para recordar a los argentinos que el liberalismo gobernó con éxito no sólo en el remoto pasado de colonia informal inglesa sino a fines del siglo XX, con el gobierno peronista liberal de Carlos Menem y Domingo Cavallo.

También Javier Milei, lejos de enfurecerse con los trabajadores peronistas, ha comenzado a hacerse amigo de ellos, en especial de los trabajadores desocupados y los que subsisten con planes miserables, que hoy, como ayer con Menem y Cavallo, están dispuestos a apoyar a todo aquel que entienda cómo se logra una moneda estable, termine con la inflación y libere por fin los miles de inversiones reprimidas por la falta de una moneda estable.

Y está José Luis Espert, que insiste, y con muchísima razón, que antes que pensar en nombres, hay que hacer una mesa de ideas y ponerse de acuerdo en un programa que defina las tres reformas inmediatas: la monetaria, la laboral y la fiscal.

Pero está el vacío de liderazgo del peronismo liberal. Ese peronismo que debería haber reivindicado, antes que Javier Milei, su propio gobierno exitoso de los años 90. Ese peronismo que debería enorgullecerse de haber reconciliado el peronismo y el liberalismo y mostrado, en la práctica, cuál es la infalible fórmula del éxito en la Argentina.

Ese peronismo liberal que hoy debería estar trabajando junto a la CGT y los sindicatos para hacer el plan de rescate de los millones de trabajadores no registrados, desocupados o con planes, actuando como la organización libre del pueblo que Perón separó claramente del Estado.

La coalición liberal recién está comenzando a armarse.

Va a ir muy rápido.

Se están adelantando las elecciones en muchas provincias, ¿no es esa una señal de que deberían adelantarse también las elecciones nacionales?

Esto ayudaría a sincerar ya las coaliciones y los programas.

Falta el gobernador, intendente o dirigente peronista que se anime a dar un paso más allá del que dio Miguel Angel Pichetto con su peronismo republicano al aliarse con el PRO, y se declare peronista republicano y liberal.

Falta el líder del espacio peronista liberal.

El que pueda más tarde recuperar el Partido Justicialista Nacional y el de la Provincia de Buenos Aires, secuestrados por el kirchnerismo.

El líder que no tenga miedo de proponerse como líder de todo el peronismo, hoy partido en tres: el peronismo estatista social-demócrata de un Duhalde y otros, el peronismo liberal hoy invisible como opción para la opinión pública, y el kirchnerismo de izquierda.

La incorporación de uno o más líderes del peronismo liberal aportaría a la coalición liberal para la producción y el trabajo lo que el Partido Radical aportó a Macri.

Y ese aporte estructural a nivel nacional, permitiría que entrasen sin temor a la coalición, los liberales del PRO, Macri, Bullrich y tantos otros que hoy deben refugiarse en un proyecto demasiado tibio para el shock de cambio que la Argentina necesita.

Un cambio como el de los años 90.

No se trata hoy de lo que se vendió en la última década como grieta: “peronistas” contra “neoliberales”.

Ni el kirchnerismo era peronista.

Ni Juntos para el Cambio, liberal.

En el horizonte, hay peronismo desorganizado en todas partes.

Se trata hoy de facilitar la visión sobre las tres realidades políticas en las que los argentinos creen:

Una social-democracia con fuerte intervención estatal

Una izquierda setentista y tradicional

Un liberal-peronismo o peronismo-liberal

Cada una de estas ideas debe estar expresada claramente en una coalición de semejantes y afines.

Las tres coaliciones crearán luego sus programas y formarán su coalición electoral.

Los argentinos podremos así discriminar con claridad lo que elegimos.

Y las PASO y las elecciones generales mostrarán si aprendimos o no la dura lección de este fracaso de veinte años.

sábado, abril 16, 2022

MONEDA ESTABLE: UNA CAUSA NACIONAL

 

El actual gobierno está dividido y débil y además, desorientado, acerca de lo que puede o debe hacer.

Asombra que, en el menú de opciones, no figure en primer término resolver el más grave de los problemas argentinos desde que se terminó la convertibilidad: la falta de una moneda estable y creíble.

Se habla mucho de inflación y solo desde la oposición liberal, de moneda estable.

Esto confunde a mucha gente, e increíblemente, a muchos en el gobierno también: como si la moneda estable fuera una política “neoliberal”.

NO: UNA MONEDA ESTABLE SIRVE IGUAL A LIBERALES, SOCIAL DEMÓCRATAS Y COMUNISTAS.

Una moneda estable es una moneda estable, no una política.

Una moneda estable es la que permite transacciones previsibles. Entre privados, entre el Estado y privados y viceversa, y entre Estados.

Se dice que hace falta credibilidad y poder político para lograr una moneda estable.

Es cierto. Pero también es cierto que, SIENDO LA MONEDA ESTABLE UNA CAUSA NACIONAL, un gobierno débil puede convocar a la oposición, a todas las oposiciones, y consensuar el modo de estabilizar la moneda. 

Este gobierno podría llevar una inmensa calma a los argentinos proponiendo una inmediata mesa de acuerdo, convocando a todos los economistas representantes de la oposición sobre las mejores bases actuales de creación de una moneda estable (redefiniendo el rol del Banco Central, creando una caja de convertibilidad con una moneda o una canasta de monedas, permitiendo un libre uso de moneda extranjera en precios y contratos, y todo aquello que los expertos acuerden como la mejor opción).

La falta de reservas, al estar toda la oposición de acuerdo, puede resolverse con un adelantamiento-préstamo de impuestos de los sectores productivos. Con la certeza de que, con un acuerdo nacional de todas las fuerzas de no modificar las nuevas condiciones de la moneda estable, este préstamo a cuenta de, será estará garantizado y será respetado.

Con una moneda estable, no solo se terminaría la inflación sino que lentamente comenzaría la inversión.

Muchos de los conflictos actuales acerca de qué otras políticas deben organizar la economía, persistirían, al igual que las diferentes ideas de los actores de gobierno y oposición acerca de las mismas. Sin embargo, las discusiones serían más fáciles, ya que habría una moneda estable con la cual discutir las políticas de Estado y una total liberación del sector privado acerca de esta cuestión: los contratos y precios entre privados podrían establecerse sobre una base estable.

Con un acuerdo de todas las fuerzas con el Gobierno, esto es inmediatamente posible. No hace falta seguir desangrando el país y torturando a todos los argentinos durante los próximos dos años por falta de iniciativa y claridad política.

¿Esto dará aire a un gobierno que no lo merece? ¿A un peronismo moribundo que muchos quisieran ver enterrado para siempre?

NO. UNA MONEDA ESTABLE DARÁ AIRE A LOS ARGENTINOS Y PERMITIRÁ UNA VIDA NORMAL.

Las mejores condiciones de esa vida normal—cuántos  impuestos, en qué y cómo gastarlos, con qué leyes—serán la materia de la discusión en las próximas elecciones, donde peronistas, liberales y oposición deberán pensar muy bien qué le proponen a los argentinos para un mayor y mejor crecimiento y una mayor felicidad.