¿Quién dijo que no es posible un hoy poco esperado triunfo
de Mauricio Macri?
Antes de que termine octubre, tendremos las elecciones
presidenciales, las legislativas nacionales y otras, igualmente significativas,
como las de la Provincia de Buenos Aires y la Ciudad de Buenos Aires. Cuando
todo parece perdido, revisar lo que se hizo mal para tener que terminar retrocediendo
al pésimo y derrotado gobierno anterior, puede parecer un ejercicio inútil,
pero también, quizá, pueda avivar la llama de la esperanza con un par de
sugerencias legítimas y conseguir que el actual presidente entre por la puerta
del ballotage.
El gobierno del Presidente Macri fue más que bueno en múltiples
y deliberadas áreas e increíblemente carente en dos: su política macroeconómica
y su muy torpe actitud política hacia el peronismo. En este último mes de
campaña puede enmendar las dos situaciones y pasar al frente olímpicamente, si
termina de comprender cuál es su papel en la historia argentina.
En el área de la macroeconomía, debe presentar un plan
sencillo y creíble con un ministro y un programa de estabilidad de la moneda,
que permita en corto tiempo eliminar la inflación, calmar el dólar y bajar las
tasas de interés a niveles internacionales. El ministro quizá pueda ser el
postergado Melconian y el programa monetario, debe estar actualizado pero basado
en nuestra convertibilidad de los años 90, que la gente recuerda por su final,
sólo porque nadie quiere recordar el peronista y liberal éxito de su principio
y su larguísima duración. Ya explicamos todo esto demasiadas veces: el que hoy
todavía no entiende, tampoco entiende la Argentina y su irreversible bi-monetarismo.
El Presidente Macri, en un “last minute
rescue” debería entender y actuar en este sentido, cambiando el final de la
película.
Al peronismo liberal, el Presidente Macri no tiene que
explicarle nada, porque ese peronismo hizo con éxito lo que él no supo hacer.
Sí puede convocarlo, y reconocerle el
éxito de un peronismo que, por cierto, no se reduce al kirchnerismo. Hay
centenas de miles de peronistas que han acompañado en silencio a Macri, y que
estarán dispuestos a hacerlo una vez más si son convocados en nombre de la
misma propuesta con que supieron modernizar la Argentina en los años 90. Querer
fundir a todo el peronismo con el kirchnerismo fue una mala idea, Incluir a
Pichetto en la fórmula fue el excelente comienzo
para retomar la gran idea de unión del peronismo y el liberalismo que aseguró
el éxito en los años 90. La CGT pide que se fijen los sueldos en dólares y sabe
bien lo que está diciendo. Juntos por el Cambio precisa esa inyección de fuerza
y voluntad que sólo el peronismo puede dar—ese peronismo que hoy no está en el kirchnerista
Frente de Todos, aunque quizá si, a regañadientes, con Lavagna o, directamente,
sin liderazgo y en ninguna parte. Está muy bien que en Juntos por el Cambio
estén los radicales que también intentaron con de la Rua y no pudieron, y la
Coalición Cívica con su preocupación más institucional que económica, y los
liberales del PRO, lo que no está bien es haber renunciado a tener lo que queda
de aquel peronismo liberal o del liberal peronismo brillante que supo hacer, de
verdad, un cambio.
No todo está perdido. El Presidente Macri tiene asignado por
la historia el rol de conducción de regreso al camino perdido, el rol de corrección
del equivocadísmo y retrógrado camino elegido por los Duhalde, Lavagna y dos
Kirchner y no puede seguir escondiéndose detrás del cómodo rol de un
desarrollista tibio y tardío, ese rol que lo depositó en el actual fracaso. Moneda
convertible y llamado a los peronistas, hablando en su propio realista lenguaje
y asumiendo el rol que le corresponde. Serás lo que debas ser
y si no, no serás nada.