miércoles, mayo 28, 2025

PERDIDOS EN EL LLANO

 

Las elecciones porteñas cambiaron abruptamente el panorama político. No se trata solo de una actuación del PRO más pobre que lo previsto o de lo que se interpretó bastante prematuramente como una superioridad irreversible del actual presidente sobre Mauricio Macri, el único peso pesado de la política argentina capaz de conducir un proyecto liberal, semejante al del gobierno pero con el agregado de las formas tradicionales de conducción y el respeto a las instituciones.

Lo que las elecciones dejaron es, una vez más, la visión de una ausencia: la de una figura o un espacio político claramente expresivo de la mayoría. Un 47 % de porteños no fue a votar, lo cual minimiza ese 30% del gobierno, presentado como victoria, cuando apenas expresa un 16 % de la voluntad general.

Muy lejos de lo que hoy se quiere vender como verdad, el gobierno cuenta con muy poco. Ni siquiera con lo que sí es cierto, una aprobación masiva de la población por la decisión de buscar una moneda sana, terminando con la inflación. Esta unanimidad era previa a la asunción del gobierno: TODOS los candidatos, Rodríguez Larreta, Bullrich y el mismo Massa (que había anticipado que iba a sorprender con un ministro liberal) iban por un idéntico camino de saneamiento y libertad económica (recordar que el mejor programa, muy superior al actual en su profesionalismo, era el de la Fundación Mediterránea y Melconian).

Hoy en el llano, todas las figuras de ese centro liberal opuesto a los extremismos del actual gobierno y del funesto kirchnerismo, se unen a ese 47% disconforme con todos pero, especialmente, con un gobierno al que solo aprueba en su lucha contra la inflación. En el llano, la ausencia de un liderazgo liberal comprometido con todos sus valores y no solo con uno de los elementos de la economía.

Así, puede leerse como oportunista y circunstancial la alianza del PRO con el gobierno en las próximas elecciones en la Provincia de Buenos Aires. No se elige gobernador. Sólo diputados provinciales y, por lo tanto, ni siquiera haría falta integrar ambos bandos  en un frente o en una lista común, cuando con sumarlos después de las elecciones bastaría para saber cuántos son los que apoyan ideas liberales en contra del kirchnerismo. La suma ganaría siempre a este pero la separación daría un principio de esperanza a todos aquellos que, compartiendo las ideas liberales, no estén de acuerdo con mucho del actual gobierno.

Hay que ver cómo se planta finalmente Mauricio Macri frente al dilema de resistir y conducir o darse absurdamente por vencido ante un enemigo claramente inferior en su representatividad real y profunda. No sólo él: ¿qué hará el peronismo liberal frente a la negación sistemática del gobierno de la justicia social y con quién se expresaran los múltiples dirigentes del centro liberal, desde los radicales hasta Monzó o la Coalición Cívica?

La trampa en la que cayeron las clases más acomodadas de la Ciudad de Buenos Aires, apoyando al gobierno en una inexistente batalla nacional, en vez de apoyar a su probado y exitoso gobierno local del profesionalismo PRO, es también una muestra de la superficialidad, falta de educación política y, como tantas veces, auto-sabotaje, por cobardía o comodidad.

 ¿Hay que volver a recordar la mayoría que votó en 2019 a Alberto Fernández prefiriéndolo a un segundo mandato de Mauricio Macri? Y no, no fue el kichnerismo el que creó la mayoría.

lunes, abril 28, 2025

EL PERONISMO LIBERAL Y EL PRO

En las próximas elecciones porteñas, el peronismo liberal es el gran ausente.

Incapaz durante dos décadas para rescatar el PJ de las manos del kirchnerismo, refugiado en Juntos por el Cambio, ilusionado vagamente con Milei y pronto decepcionado ante un proyecto sin conexión con la justicia social y con modales revolucionarios atrasados, ya que la revolución liberal fue hecha por Menem y Cavallo hace tres décadas, el peronismo liberal permanece ahora paralizado al haber perdido la oportunidad de rescatar esa revolución propia y haber permitido que Milei arrebatase su discurso.

Hoy se abre, sin embargo, un espacio para terminar con esa invisibilidad y comenzar a recorrer el camino que nunca se debió haber abandonado. Cuando Miguel Ángel Pichetto integró la candidatura presidencial junto a Mauricio Macri se sentó un importante precedente. Si bien la fórmula presidencial no alcanzó a ganar, dejó en claro que el PRO debía, si realmente quería constituir una amplísima mayoría, incluir a ese peronismo sin hogar pero intensamente afín a la propuesta republicana y liberal y con una ventaja: el acceso emocional y doctrinario a los trabajadores y a los informales y desocupados con voluntad de trabajar y ascender.

Hoy, con el rumbo económico liberal aceptado por una amplísima mayoría y ya encaminado por el actual gobierno, se precisa una alianza de centro liberal que una todos los fragmentos dispersos de los diversos liberalismos en un proyecto liberal calmo, sin estridencias y con modales ejemplares—en lo personal e institucional—para poder dar a esa hoy inmensa mayoría de pobres sin educación ni trabajo, un primer horizonte de esperanza junto a un modelo de referencia que los incluya explícitamente.

El gobierno actual puede proveer un camino fiscal virtuoso y quizá una inflación baja con una moneda estable pero poco más. Ese es su rol a cumplir en los dos años y medio de gestión que le quedan. La inversión privada solo aumentará si el proyecto de país incluye calidad institucional y humana. El personalísimo proyecto de poder de Milei y el modelo anarco-capitalista de poco sirven a la hora de recuperar lo perdido: la inmensa clase media de trabajadores educados, la que Perón supo construir en menos de diez años y que sobrevivió a todo, menos a la destrucción sistemática del kirchnerismo.

El PRO, el radicalismo, el peronismo liberal y el resto del centro liberal tienen así hoy la oportunidad de ir construyendo una nueva gran alianza que una el liberalismo tradicional y los partidos populares, con una clara vocación de rescate inteligente de lo que supo hacer de la Argentina un país líder en América Latina.También un país digno de estar en el G-20, donde se llegó, hay que recordarlo una y otra vez, gracias a Cavallo y Menem.

En estas próximas elecciones porteñas, el peronismo liberal puede y debe hacerse visible una vez más junto a Mauricio Macri y el PRO, a título testimonial y para ir construyendo las bases de una nueva alianza formal.

Es importante apoyar a quien hoy lidera la fuerza más sobresaliente del centro liberal y a sus candidatos para comenzar esa reconstrucción con los suficientes votos.

Marcar ese espacio de centro liberal con la figura presidencial con más prestigio y trayectoria para superar al hoy discutible por insuficiente proyecto del gobierno actual. Prepararse para reunir la nueva camada de dirigentes del centro liberal y organizar los cuadros para una efectiva y eficiente reconstrucción de la Argentina.

El peronismo liberal tiene aún su lugar en la historia. La comunidad desorganizada lo espera. ¿Y qué mejor momento para comenzar a organizarla que este, apoyando y reuniendo a los líderes afines con un objetivo común?

sábado, marzo 29, 2025

EL REGRESO DEL PRO

 

Las elecciones provinciales comienzan en abril y en el fragmentado escenario del Centro Liberal asoma un esperado regreso: el de Mauricio Macri dispuesto a recuperar a su golpeado partido y llevarlo otra vez a la victoria. Con un liderazgo claro en el amplio espacio del Centro Liberal, no solo pone fin a las especulaciones acerca de una fusión con el escuálido nuevo partido de Milei sino que ocupa el lugar que jamás debió haber perdido. El de legítimo conductor de una corriente liberal clásica y republicana y generoso promotor de una multitud de líderes que aspiran a sucederlo.

 

No está solo.

 

Junto a él, importantes figuras que jamás negaron su conducción y, al costado, los rebeldes que, con el tiempo, volverán inevitablemente a ser socios o aliados. En los resultados electorales, hay que sumarlos.

 

Enfrente, Milei, que hoy ocupa la presidencia gracias al apoyo electoral del Pro: la prolija y contundente trayectoria política de Mauricio Macri solo se prestó, no se regaló.

 

En el medio: los votantes, sometidos a elegir no entre Milei y Cristina, sino entre Milei y Macri. Ya no se discuten ni el camino argentino ni la política económica liberal, sino quién es el mejor conductor y mejor ejecutivo profesional, proponiendo candidatos aptos para su cargo.

 

Los votantes porteños, por ejemplo, no tendrán que elegir entre las promocionadas dos fatalidades del anarco-capitalismo o el kirchnerismo sino que puede volver a su tradición más querida de un liberalismo clásico. El tercero en cuestión, Mauricio Macri, apuesta con su regreso a liderar ese espacio. En la Ciudad de Buenos Aires, sus muy profesionales y experimentados candidatos son su carta.

 

A su alrededor, en ese mismo centro, los fragmentos de lo que supo reunir en el pasado y lo que aspira a volver a reunir en las diversas legislaturas y el  Congreso de la Nación. El Pro es la punta de lanza, una vez más, del proyecto del Centro Liberal y el propulsor, con su ejemplo, para la pléyade de dirigentes centristas y liberales que aspiran a imponerse por sobre los facciosos e improvisados mileístas.  

 

En los últimos años hubo dos errores importantes. El primero, cometido por la voluble franja independiente de votantes al preferir a Alberto Fernández por encima de Mauricio Macri, cayendo así en la trampa de Cristina Kirchner. Y el  segundo, cometido por Horacio Rodríguez Larreta, arrastrando al Pro al abismo al equivocar su tiempo y desafiar a un Mauricio Macri que debería haber seguido al frente de su partido, sin internas y como candidato presidencial.

 

Como finalmente se comprobó, la gran mayoría de argentinos iba a terminar prefiriendo una Argentina liberal. Y fue tristemente obligada a elegir a un novato extravagante y sin experiencia, solo por falta de una genuina opción liberal clásica.

 

Por esa falta, Mauricio Macri se ha constituido hoy en la figura más importante del espacio político nacional: expresa la oportunidad perdida por error político, no por destino. Entre un Milei cuyas deficiencias para el cargo que ocupa y una Cristina Kirchner en caída libre, él, como ex Gobernador de la Ciudad y como ex Presidente de la Nación, es quién tiene los títulos y el poder para reafirmar el rumbo y señalar el mejor camino político.

 

En este tiempo espiritual de toma de conciencia y reparación de errores, el largo año electoral será un año de clarificación.  La oportunidad de, poco a poco, volver a tener un gobierno adulto, sensato y altamente profesional y la certeza de que es posible construir colectivamente un proyecto que abarque las más queridas tradiciones políticas argentinas, sin inventar nuevas y disparatadas divisiones.

domingo, marzo 09, 2025

EL PODER DEL CENTRO LIBERAL

 


El año electoral ya comenzó y, en apenas un par de meses, veremos los resultados de las primeras elecciones provinciales. Sí, lo que importa es mantener el rumbo liberal de la Argentina, no solo bajando la aún muy alta inflación, sino asegurando las bases de una economía productiva y obligatoriamente exportadora.  En medio de los escándalos atribuibles a la escasa formación política profesional de los actuales improvisados gobernantes, el centro liberal aparece como la única posible garantía de continuidad y profundización adecuada del rumbo hacia una economía abierta y exitosa.

 

El actual gobierno no es el dueño de este tan deseado destino para la Argentina. Antes que él, el peronismo liberal de los seguidores de Menem y Cavallo, el radicalismo liberal de los seguidores de de la Rúa y el liberalismo independiente de Macri, hicieron historia marcando con la misma claridad este rumbo. Hoy, son estos espacios lo que convergen en el centro liberal bajo las figuras de, por ejemplo, Schiaretti, Pichetto, los dos Macri y Monzó, por mencionar solo a los más destacados,  tan dispuestos a apoyar las medidas correctas de este gobierno hacia el rumbo común como para oponerse a las que no contribuyen a este.

 

Es en este sentido que el centro liberal se manifiesta como la mejor garantía del aún no ejecutado programa liberal que traerá la prosperidad a los argentinos. Sin mezclarse con el actual gobierno, como erradamente eligieron otros dirigentes más oportunistas que patriotas, los dirigentes del centro liberal son tanto el seguro para mantenerse en el rumbo correcto como la garantía de continuidad ante cualquier desastre institucional.

 

Ni destituyente ni sumiso, optimista acerca del destino argentino, el centro liberal tiene todo el potencial que los argentinos lúcidos quieran darle en las próximas elecciones que no son presidenciales sino que, justamente, renuevan y consolidan el poder legislativo. El centro liberal  representará a los argentinos y a las provincias y reafirmará así un rumbo que no debe quedar solo en las hoy peligrosas manos de un ejecutivo poco profesional, preocupado por objetivos personales y no por el bien de la Argentina.

 

Al comenzar las campañas, se oirán las voces de todos los dirigentes de este espacio y todas, cada una a su manera, expresarán lo mismo: la certeza de que los argentinos no están solos, que el gobierno no es el único dueño del rumbo liberal y que, por el contrario, los muchos y consistentes representantes históricos y profesionales de este rumbo son los que pueden asegurar su adecuada continuidad.


 Las próximas elecciones no expresarán la lucha entre el mileismo y el kirchnerismo. El kirchnerismo es la negación del rumbo liberal y, por cierto, los argentinos ya comprendieron esto y ahora van por más: la consolidación de este rumbo en manos profesionales, evitando esta vez los improvisados.  

 

Las próximas elecciones expresarán más bien una nueva instancia: la competencia entre el mileismo y el centro liberal, una competencia política y profesional para ver quién, en realidad, puede gobernar con más acierto y transformar de verdad a una Argentina hoy todavía demasiado parecida al pasado.

sábado, enero 25, 2025

LA CONDUCCIÓN SIMBÓLICA DEL CENTRO LIBERAL

 

Más que nunca, cuando el mundo tiene puestos los ojos en la Argentina y en su cambio de paradigma económico, es necesario completar el panorama político no con la oposición extrema del kirchnerismo anti-liberal, sino con una oposición liberal clásica y sin inoportunas desviaciones ideológicas hacia la derecha. El centro liberal reasegura el camino económico elegido y es, además, condición de su mejora.

 

Como la próxima elección es de senadores y diputados, no es necesario pensar en una figura presidencial que compita con el actual presidente pero sí en una conducción simbólica del espacio del centro liberal. Los candidatos son varios y muy valiosos, tanto liberales como radicales y peronistas liberales. Entre ellos, descuella naturalmente Mauricio Macri, como ex presidente, como personalidad mundial ampliamente respetada y como alguien claramente definido en su posición liberal en la economía, la cultura y las instituciones, y en su impecable manejo de la política internacional. Sin necesidad de armar una nueva coalición y sin importar demasiado la actual dimensión del PRO, Mauricio Macri puede ser el primus inter pares del espacio de centro liberal y llevar la voz cantante de un ideario común.

 

Más que forjar una alianza con Milei y quedar atrapado en las malas decisiones, los discursos inadecuados que no representan el sentir de la mayoría de los argentinos y los disensos con fundamento en algunos temas económicos o de política exterior, Mauricio Macri puede servir mejor a los argentinos ayudando al gobierno desde el Congreso. Junto a otros miembros del espacio centro liberal elegidos como senadores o diputados, podrá asegurar y mejorar el rumbo económico cuando corresponda pero también funcionar como reaseguro de la continuidad de una política liberal bajo cualquier circunstancia. El espacio centro liberal potenciado es la garantía de que la Argentina mantendrá su rumbo actual, no destruyéndolo sino apuntalándolo y perfeccionándolo. Una garantía contra todo riesgo para los inversores internacionales.

 

La conducción simbólica del espacio de centro liberal puede traer una bocanada de aire fresco en el ámbito de la política, recordando a los argentinos que quienes los representan deben representarlos bien, dentro y fuera de la Argentina. La mayoría de los dirigentes del centro liberal e incluso, tal vez, la totalidad son consumados profesionales de la política, con ideas liberales en todos los ámbitos y una idéntica y clásica política liberal en la economía y las relaciones internacionales. Una política mucho más semejante a la política profesionalizada y eficaz que conoció la Argentina de los años 90 con Menem y Cavallo, que la expresada por el gobierno actual que se auto-adjudica erróneamente el continuarla cuando, tras un impulso inicial, no hace más que contradecirla.

  

No existe una batalla cultural en el pueblo argentino que no sea la que ya ganó el liberalismo frente al kirchnerismo. El gobierno actual puede instalar falsas batallas para distraer o llamar la atención en las redes y en el aburrido periodismo veraniego, pero los argentinos le responderán con su indiferencia.

 

Si batalla hay, es solo por la interpretación cabal de qué significa ser liberal y cómo el liberalismo no está reñido con la justicia social, ni con el respeto institucional, ni con la libertad de la prensa y de las personas.

 

Tampoco está reñido con las buenas formas que muestran que los argentinos somos un pueblo educado, atento a cómo lucimos ante el mundo pero sin dejarnos engañar por el falso brillo del sensacionalismo.

 

Y somos, además, simpáticos y solidarios y, espontáneamente, más interesados en hacer amigos que enemigos.