sábado, marzo 29, 2025

EL REGRESO DEL PRO

 

Las elecciones provinciales comienzan en abril y en el fragmentado escenario del Centro Liberal asoma un esperado regreso: el de Mauricio Macri dispuesto a recuperar a su golpeado partido y llevarlo otra vez a la victoria. Con un liderazgo claro en el amplio espacio del Centro Liberal, no solo pone fin a las especulaciones acerca de una fusión con el escuálido nuevo partido de Milei sino que ocupa el lugar que jamás debió haber perdido. El de legítimo conductor de una corriente liberal clásica y republicana y generoso promotor de una multitud de líderes que aspiran a sucederlo.

 

No está solo.

 

Junto a él, importantes figuras que jamás negaron su conducción y, al costado, los rebeldes que, con el tiempo, volverán inevitablemente a ser socios o aliados. En los resultados electorales, hay que sumarlos.

 

Enfrente, Milei, que hoy ocupa la presidencia gracias al apoyo electoral del Pro: la prolija y contundente trayectoria política de Mauricio Macri solo se prestó, no se regaló.

 

En el medio: los votantes, sometidos a elegir no entre Milei y Cristina, sino entre Milei y Macri. Ya no se discuten ni el camino argentino ni la política económica liberal, sino quién es el mejor conductor y mejor ejecutivo profesional, proponiendo candidatos aptos para su cargo.

 

Los votantes porteños, por ejemplo, no tendrán que elegir entre las promocionadas dos fatalidades del anarco-capitalismo o el kirchnerismo sino que puede volver a su tradición más querida de un liberalismo clásico. El tercero en cuestión, Mauricio Macri, apuesta con su regreso a liderar ese espacio. En la Ciudad de Buenos Aires, sus muy profesionales y experimentados candidatos son su carta.

 

A su alrededor, en ese mismo centro, los fragmentos de lo que supo reunir en el pasado y lo que aspira a volver a reunir en las diversas legislaturas y el  Congreso de la Nación. El Pro es la punta de lanza, una vez más, del proyecto del Centro Liberal y el propulsor, con su ejemplo, para la pléyade de dirigentes centristas y liberales que aspiran a imponerse por sobre los facciosos e improvisados mileístas.  

 

En los últimos años hubo dos errores importantes. El primero, cometido por la voluble franja independiente de votantes al preferir a Alberto Fernández por encima de Mauricio Macri, cayendo así en la trampa de Cristina Kirchner. Y el  segundo, cometido por Horacio Rodríguez Larreta, arrastrando al Pro al abismo al equivocar su tiempo y desafiar a un Mauricio Macri que debería haber seguido al frente de su partido, sin internas y como candidato presidencial.

 

Como finalmente se comprobó, la gran mayoría de argentinos iba a terminar prefiriendo una Argentina liberal. Y fue tristemente obligada a elegir a un novato extravagante y sin experiencia, solo por falta de una genuina opción liberal clásica.

 

Por esa falta, Mauricio Macri se ha constituido hoy en la figura más importante del espacio político nacional: expresa la oportunidad perdida por error político, no por destino. Entre un Milei cuyas deficiencias para el cargo que ocupa y una Cristina Kirchner en caída libre, él, como ex Gobernador de la Ciudad y como ex Presidente de la Nación, es quién tiene los títulos y el poder para reafirmar el rumbo y señalar el mejor camino político.

 

En este tiempo espiritual de toma de conciencia y reparación de errores, el largo año electoral será un año de clarificación.  La oportunidad de, poco a poco, volver a tener un gobierno adulto, sensato y altamente profesional y la certeza de que es posible construir colectivamente un proyecto que abarque las más queridas tradiciones políticas argentinas, sin inventar nuevas y disparatadas divisiones.

domingo, marzo 09, 2025

EL PODER DEL CENTRO LIBERAL

 


El año electoral ya comenzó y, en apenas un par de meses, veremos los resultados de las primeras elecciones provinciales. Sí, lo que importa es mantener el rumbo liberal de la Argentina, no solo bajando la aún muy alta inflación, sino asegurando las bases de una economía productiva y obligatoriamente exportadora.  En medio de los escándalos atribuibles a la escasa formación política profesional de los actuales improvisados gobernantes, el centro liberal aparece como la única posible garantía de continuidad y profundización adecuada del rumbo hacia una economía abierta y exitosa.

 

El actual gobierno no es el dueño de este tan deseado destino para la Argentina. Antes que él, el peronismo liberal de los seguidores de Menem y Cavallo, el radicalismo liberal de los seguidores de de la Rúa y el liberalismo independiente de Macri, hicieron historia marcando con la misma claridad este rumbo. Hoy, son estos espacios lo que convergen en el centro liberal bajo las figuras de, por ejemplo, Schiaretti, Pichetto, los dos Macri y Monzó, por mencionar solo a los más destacados,  tan dispuestos a apoyar las medidas correctas de este gobierno hacia el rumbo común como para oponerse a las que no contribuyen a este.

 

Es en este sentido que el centro liberal se manifiesta como la mejor garantía del aún no ejecutado programa liberal que traerá la prosperidad a los argentinos. Sin mezclarse con el actual gobierno, como erradamente eligieron otros dirigentes más oportunistas que patriotas, los dirigentes del centro liberal son tanto el seguro para mantenerse en el rumbo correcto como la garantía de continuidad ante cualquier desastre institucional.

 

Ni destituyente ni sumiso, optimista acerca del destino argentino, el centro liberal tiene todo el potencial que los argentinos lúcidos quieran darle en las próximas elecciones que no son presidenciales sino que, justamente, renuevan y consolidan el poder legislativo. El centro liberal  representará a los argentinos y a las provincias y reafirmará así un rumbo que no debe quedar solo en las hoy peligrosas manos de un ejecutivo poco profesional, preocupado por objetivos personales y no por el bien de la Argentina.

 

Al comenzar las campañas, se oirán las voces de todos los dirigentes de este espacio y todas, cada una a su manera, expresarán lo mismo: la certeza de que los argentinos no están solos, que el gobierno no es el único dueño del rumbo liberal y que, por el contrario, los muchos y consistentes representantes históricos y profesionales de este rumbo son los que pueden asegurar su adecuada continuidad.


 Las próximas elecciones no expresarán la lucha entre el mileismo y el kirchnerismo. El kirchnerismo es la negación del rumbo liberal y, por cierto, los argentinos ya comprendieron esto y ahora van por más: la consolidación de este rumbo en manos profesionales, evitando esta vez los improvisados.  

 

Las próximas elecciones expresarán más bien una nueva instancia: la competencia entre el mileismo y el centro liberal, una competencia política y profesional para ver quién, en realidad, puede gobernar con más acierto y transformar de verdad a una Argentina hoy todavía demasiado parecida al pasado.