(publicado en http://peronismolibre.wordpress.com)
Si en nuestro consorcio el
administrador bajo un contrato de cuatro años incumpliera con sus obligaciones
de buena administración, malgastando nuestros recursos, cobrando comisiones
sobre cada servicio, reparación o compra, empleando a porteros y personal de
vigilancia sin idoneidad, descuidando el mantenimiento y buen estado del
edificio, desoyendo además las necesidades de ahorro e inversión para ese
mantenimiento, permitiendo la destrucción generalizada del patrimonio común, el
ingreso irrestricto de ladrones, el asesinato ocasional de algún vecino y un
desorden general que, bajo el pretexto de ser inventor de un nuevo y excelente
sistema de administración sin parangón en el mundo, el administrador no deja de
propagandizar, gastando además nuestro propio dinero en panfletos impresos a
todo lujo que desliza bajo nuestras puertas, no dudaríamos en llamar a un
abogado y cancelar el contrato, aunque tuviéramos que negociar y pagar alguna
penalidad, y, si tuvieramos paciencia, algo que no muchos consorcios tienen, lo
perseguiríamos luego en una causa penal por estafa y defraudación.
Que en estos días, cuando la
Argentina atraviesa una situación semejante a la de este imaginario consorcio
con su inepta y corrupta administración, la única persona pública que se haya
animado a señalar la anomalía de la pasividad de una gran mayoría de diputados,
senadores y otros dirigentes políticos (acompañados por inexplicablemente
respetuosos medios periodísticos que no se animan a ir hasta el fin de la
cuestión “por respeto a la investidura presidencial”) haya sido Elisa Carrió, habla muy mal del peronismo.
Es incomprensible a los ojos de toda
lógica que parta de la necesidad suprema de pensar en primer lugar en el bien
común que, por especulación política del tiempo electoral o conveniencia personal,
los dirigentes de la oposición peronista y los peronistas y filo-peronistas que
forman parte del PRO, ¡y hasta el Papa, que recibe a los ladrones insultando a sus compatriotas!, no señalen la anomalía de
esta administración que no sólo falla en su aptitud para gobernar correctamente
el patrimonio y la vida pública de los argentinos sino que los estafa y roba
impunemente, digitando además los resortes de esa justicia que, de ser
independiente, los encarcelaría.
Señalar la anomalía no significa sólo
ausentarse del Congreso cuando un trío corrupto lo preside, sino tener una
participación activa en la solución del problema, que, como en el caso del
consorcio imaginario, pasa por la necesidad inmediata de encontrar un abogado
que trabaje en una pronta denuncia y rescisión del contrato y en el rápido consenso
de las autoridades del consorcio para designar un administrador interino hasta
el momento de hacer un llamado por concurso.
La estupidez de pensar que porque el
actual gobierno fue electo hasta Diciembre de 2015 hay que soportarlo sólo cabe
en las mentes de aquellos dirigentes que se regodean pensando en que serán los dioses
salvadores en el páramo desolado de tierra arrasada que va a quedar. A los
argentinos nos interesa a esta altura muy poco la suerte de los candidatos y
nos interesa más recordar que la Constitución es un contrato que puede ser
rescindido, en el caso de no ser cumplido en todos sus términos por quienes
fueron elegidos para cumplir con los deberes allí especificados. No de
cualquier manera, no, pero sí de la manera que la Constitución apropiadamente
señala y que hoy sólo está detenida por la
cobardía de los muchos dirigentes, senadores y diputados peronistas que lejos
de honrar al Perón que dio lecciones de carácter e incorruptibilidad en su
lealtad al pueblo, muestran la hilacha de sus peores defectos de codicia, ambición
personal y falta de honestidad.
Yo no quiero a esos peronistas que
deshonran a ese peronismo al que siempre defendí, convencida de que el pueblo
que amó a Perón por justas razones, iba algún día a darse los dirigentes que
como él, supieran honrarlo. Éste es uno de esos días, en el cual alguien debe
liderar la búsqueda del abogado y juntar fuerzas para la remoción de estos
imposibles gobernantes que nos han transformado en la vergüenza del mundo. Como ya dije otra vez, no se trata de
organizar un movimiento destituyente sino, muy por el contrario, ya que no se
trata de una lucha política sino una de defensa constitucional ante la ruptura
de un contrato, de crear un movimiento sustituyente de una mala y deshonrosa
administración por una administración colegiada, interina, honesta y respetuosa
del bien común, hasta que las nuevas elecciones pongan en lugar un nuevo
Contrato.
Esperemos que el nuevo contrato sea con
un nuevo administrador que haya aprendido la lección, incluyendo la lección que
los argentinos todavía nos debemos darle a aquellos que no cumplen el contrato
para el cual los elegimos, nos estafan y nos roban. Estos son los días de dar
esa lección y nuestro mandato al abogado para que proceda, y pronto.