La mayor oportunidad de éxito
duradero para el gobierno actual reside en la capacidad que demuestre para
contener a los millones de jóvenes que no estudian, no están capacitados para
ningún trabajo que requiera una mínima formación y que tampoco trabajan
regularmente. Junto a ellos, una segunda categoría de adultos en casi las
mismas condiciones, con alguna capacitación precaria y experiencia laboral,
también precisa una atención urgente. En vez de hablar de un 30% de pobres,
resultaría más apropiado y cercano a un tipo de solución hablar en términos de inserción
comunitaria, educación y capacitación laboral.
Asumiendo que los niños hasta 12
años ya están identificados y cubiertos mínimamente por los planes existentes
que se proveen a sus madres para su alimentación y educación gratuita en la
escuela primaria, quedan por identificar los jóvenes mayores de 12 a 25 años y
asegurarse de insertarlos en un plan de educación y capacitación que sirva a la
vez de pertenencia y control comunitario. Un equipo a cargo de representantes de los
ministerios nacionales de Educación, Trabajo, Interior y Defensa trabajando en
asociación con los ministerios provinciales y equivalentes municipales y en
estrecha colaboración con la CGT nacional y sus delegaciones provinciales y
municipales puede lograr en un corto tiempo una completa red de pertenencia con
educación secundaria específica de bachillerato laboral abreviado de dos años,
de capacitación laboral a cargo de las escuelas sindicales y de inserción
laboral en un régimen de aprendiz, similar a las pasantías.
El programa tendría en cuenta no sólo
la educación, la capacitación y el primer trabajo-aprendiz sino la importancia
de una inmediata inserción comunitaria ya como estudiante ya como aprendiz, de
modo de crear las condiciones básicas de una inclusión genuina y duradera.
Para los mayores de 25 años y hasta los
60 o 65 años en los cuales recibirían la jubilación universal, hay que adjuntar
un programa de capacitación y aprendizaje, voluntario, sumado a la creación de un
seguro de desempleo universal financiado a escala nacional por aportes de los trabajadores
y empleadores, semejante al aporte de las ART.
Los costos de este programa son los
de un censo inicial con identificación obligatoria y empadronamiento para todos los jóvenes de 12
a 25 años (incluyendo a los que ya están insertos en escuelas secundarias,
universitarias o profesionales y no precisan ningún tipo de contención o ayuda
económica); un plan mínimo de ayuda para quienes lo precisen (boleto transporte
hacia y desde la institución educativa, de formación o aprendizaje; seguro de
salud sindical mínimo); adecuación de sedes educativas a ser habilitadas en los
sindicatos e instituciones educativas ya existentes; pago de honorarios mínimos
a docentes sindicales y de viáticos a docentes e instructores voluntarios.
La financiación de estos costos debe
ser conjunta. Junto a la mejor y mayor contribución posible del Estado y de los
sindicatos, hay que ingresar las contribuciones de dinero o voluntariado de todas
las personas, empresas, e instituciones privadas preocupadas por el deterioro
juvenil, muchas veces en el origen de episodios de inseguridad. Extender la
responsabilidad a la comunidad, solicitando voluntarios para la instrucción,
capacitación y entrenamiento de los jóvenes, puede originar una gran ola de
simpatía por la iniciativa y, a la vez, solucionar una inmediata integración de
los jóvenes en una comunidad con modelos positivos, cercanos y fáciles de
imitar.
El programa debe ser pensado como un
todo integrado y puesto en marcha al comienzo en pequeños sectores, de modo de ajustar sus
características y equilibrar los aportes públicos, sindicales y privados y
constituir así un modelo a ser repetido a escala a nivel nacional.
Mucho se habla del peronismo como
competidor posible del macrismo. El hecho es que hoy no hay programas
integrales peronistas como supo haber antaño, ni siquiera los fracasados programas de inclusión kirchnerista que sólo crearon más pobres. La mayor parte de los
dirigentes peronistas funcionan con un estatismo en piloto automático y el macrismo, que sí
hace peronismo actualizado cuando apunta a una economía de libre mercado que
asegure trabajo y una riqueza genuina para la Nación, no siempre acierta en
encontrar su modo original de contención social.
El lugar popular de un
peronismo que incluya de verdad a los sectores más desposeídos está vacante y
el actual gobierno está ubicado en una posición privilegiada para hacer un
peronismo tan genuino como el original, que en poco tiempo levante a millones
hacia una sólida pertenencia comunitaria, contando con la ayuda de los
sindicatos y la colaboración del resto de la comunidad, hoy víctima impotente
del fracaso de la política.