Atrapados en la falsa disyuntiva anarco-capitalismo o kirchnerismo, muchos periodistas y una parte de la opinión pública continúan escépticos: no pueden ver ni creer en el potencial del centro liberal.
Sin embargo, este centro ya se está desplegando silenciosamente,
despojado de ambiciones de coalición ya que, para las próximas elecciones de
2025 donde solo se eligen diputados y senadores, cada integrante de ese espacio
simbólico puede presentar a sus candidatos separadamente.
Es importante recordar qué une a los integrantes de ese
espacio, ya provengan del PRO, del Peronismo, del Radicalismo, de la Coalición
Cívica o de otros partidos. Más allá de sus orígenes y diferencias, están
unidos por una convicción republicana y una creencia innegociable en una
economía de libre mercado. Todos, en mayor o menor medida, lejos de denostar al
Estado como la expresión del poder comunitario en la gestión de los bienes y
servicios públicos, coinciden en la necesidad de hacerlo más eficiente y más
eficaz en la promoción de todos los argentinos.
Los recientes movimientos de Mauricio Macri para
resignificar, con toda justicia, un PRO disminuido por la reciente batalla
electoral pero con una trayectoria potente que lo coloca en la primera línea del
espacio de centro liberal. También, de idéntico modo, Juan Schiaretti refunda
su peronismo liberal en “Hacemos”, con Florencio Randazzo al frente. Por su
parte, Miguel Ángel Pichetto sigue cercano al PRO con su propia formación
peronista. La Coalición Cívica de Elisa Carrió está igualmente activa. El
radicalismo en la gran mayoría de sus principales dirigentes, también forma
parte de este espacio.
Si bien no hace falta una coalición formal, hace falta
nombrar correctamente el espacio que los une: espacio centro liberal, tan opuesto al anarco-capitalismo (y a las
inventadas batallas culturales que lo avergonzarían) como al izquierdismo kirchnerista,
corrupto e incapaz para gobernar.
Hace falta, además, que sus diferentes dirigentes nombren
pública y frecuentemente a ese espacio de centro liberal simbólico, para que
los ciudadanos registren que no se trata de una oposición anti-liberal al
presente gobierno, sino de una oposición liberal superadora, profesional y más
de acuerdo con el sentir tradicional de los argentinos y su muy asentada noción
de comunidad. De comunidad unida, una comunidad
hoy quebrada por los intentos divisionistas de políticos ambiciosos o
sin experiencia.
El hoy silencioso espacio liberal, pasadas las fiestas,
comenzará a expresarse en sus múltiples y valiosas voces y los argentinos
recobraremos nuestro sentido de pertenencia a las mejores tradiciones
políticas, ya sea del liberalismo, del radicalismo, del peronismo o del
socialismo de libre mercado.
También recuperaremos la calma de saber que es posible una
nación con diferentes partidos unidos en una causa nacional común aunque con diferentes
líderes compitiendo y discutiendo las mejores soluciones.
Y, finalmente, por ejercicio libre democrático, sin la
coacción del poder estatal o privado pagado con fondos estatales, encontraremos
más tarde, en las presidenciales de 2027, no por desesperado descarte como en
las elecciones 2023, sino por lúcida elección personal, al líder que mejor nos
represente, el que más se nos parezca, en los deseos y en las formas.