La insistencia del
Presidente Macri en las soluciones lentas, parciales y recesivas continúa
preocupando a propios y ajenos. Su persistencia en reivindicar el esquema
electoral elegido para 2019—enfrentar a una Cristina Kirchner líder del
peronismo- complementa el cuadro de enorme incertidumbre, no tanto ya acerca de
sí podrá ser reelegido, sino de lo que la ciudadanía percibe como el paisaje
bien conocido del tablero político dado vuelta, dónde cabe esperar cualquier
cosa. Es decir, tal como indican la desazón y la falta de comprensión
generalizadas—desde el Presidente para abajo—acerca de por qué ocurre lo que
ocurre, hemos entrado en un territorio desconocido. Estamos, una vez más, en la
terra incognita de un destino nacional
donde todo, desde el fracaso más estrepitoso hasta un inesperado éxito, es
posible.
¿Qué se esperaba del
Presidente Macri? Una enérgica política liberal y una muñeca política capaz de
enlazar a ese amplio sector del peronismo que le es afín y que aún hoy no tiene
liderazgo. Sin embargo, salvo la energía inicial desplegada al comienzo para
abolir el cepo y mejorar ampliamente las relaciones internacionales, el Presidente
Macri prefirió protagonizar una tibia y lenta reforma al estilo radical—compatible
en lo político con lo que Jorge Asís llama el tercer gobierno radical, aunque
en rigor sea el séptimo. Así, el Presidente Macri continuó confrontando con el
peronismo, poniéndose incluso inoportunamente en contra a un movimiento obrero
al que hubiera debido asociar. ¿Puede
esto cambiar? ¿Escuchará el Presidente a sus mejores instintos populares? Sí, esto
es todavía hoy absolutamente posible, aunque no se puede asegurar que ocurra.
Lo que sí se puede
asegurar, después de estos casi tres años de reforma lenta y con sólo la mitad
de los socios políticos posibles, es que con la estrategia elegida no se llega
adónde se pretendía llegar ni en lo económico, cada vez más pobres y con
altísima inflación, ni en lo político, cada vez con más divisiones y confusión.
La Argentina no precisa un presidente que use la tradicional división
peronismo-antiperonismo en su favor para un imaginario beneficio electoral—eso ya
no es seguro—sino uno que la elimine,
del mismo modo que hizo Carlos Menem en los años 90, mostrándose como un
peronista capaz de abrazar al liberalismo. El problema del Presidente Macri, es
que actúa como un radical y no como un liberal, sin que ninguno de sus
consejeros le indique la opción que tiene abierta de actuar como lo que es en
realidad, un liberal, capaz de abrazar al peronismo con una pasión que incluya
al movimiento sindical en su conjunto, obligando a todos a avanzar en el camino
de la modernidad. Pero, en la terra
incognita pueden suceder las más inesperadas alianzas y, también, los más
revolucionarios cambios de estrategia.
Más allá de la figura
presidencial, la historia de la Argentina y de los argentinos sigue su curso,
con sus mismas necesidades irresueltas de intensa y veloz reforma y de cabal
comprensión de la alianza política que es imprescindible para llevar a cabo la
reforma con éxito y hacerla perdurar en el tiempo. En la terra incognita, una figura como la de la ex presidenta puede, por
necesidad, hacer un bis del 2015 y volver a usar a Scioli como su
representante, abrazado esta vez por todo el peronismo y representando vengativamente
lo que Macri no proveyó: una continuidad en el tiempo de la Argentina exitosa
de los 90, bendecida hasta por el kirchnerismo a cambio de la libertad de sus
dirigentes.
Todo es posible, incluso
que la visión de un desarrollo impensado de los acontecimientos cree una
realidad totalmente distinta de la cual emerja, ya no la figura salvadora, sino
la necesidad colectiva, claramente expresada, de sentar bases reales pare el
crecimiento y la prosperidad. En estos días de profundas ignorancias exhibidas
en toda su desnudez, llama la atención que la persona con más importante
experiencia en la creación de una economía exitosa—la de los años 90—continúe
siendo asociada al fracaso de un gobierno radical al que no pudo salvar,
ninguneada, ridiculizada e incluso perseguida. En la terra incognita que hemos comenzado a transitar quizá deberíamos
volver a mirar a Domingo Cavallo con la mirada puesta en los hechos tal como
fueron y preguntarle cómo se regresa al buen camino. Si alguien sabe, ese es
él.