domingo, octubre 11, 2020

PERÓN TRAICIONADO

 

Este último 8 de Octubre pocos recordaron la fecha: el 125 aniversario del nacimiento de General Perón, ese fantasma sin reencarnación que aún habita nuestros días políticos, en la saga inconclusa de su histórica revolución.

Amado u odiado, pero sobre todo, usado y abusado, el General sigue presente en su ausencia, inquieto e inquietante, listo para descansar en paz apenas lo que él empezó se termine bien y pueda abandonar el falso protagonismo para entrar en el panteón de la historia, esa historia que celebra y respeta a los verdaderos patriotas, esa historia que siempre tarda en brindar su veredicto final.

En su mensaje previo a las elecciones de 2005, “Unir al peronismo”, publicado en julio de ese año en el diario Clarín, el derrotado en 2003 ex presidente Menem advertía: A confesión de parte, relevo de prueba. El Presidente Kirchner acaba de decretar el certificado de defunción del peronismo. A su criterio, el futuro argentino estará dominado por la puja entre dos grandes fuerzas: una de centro-izquierda, que intenta liderar, y otra de centro-derecha, a la que pretende aniquilar. En ese marco, el peronismo habría perdido su razón de ser. La discusión acerca de si Kirchner es o no es peronista ha perdido entonces todo sentido. Porque si alguna vez lo fue, como algunos todavía creen, él mismo declara que ha dejado de serlo”. Los quince años que siguieron no hicieron más que confirmar esta perfecta definición del quién es quién en el peronismo.

En estos días se habla de dar más poder a Alberto Fernández haciéndolo presidir el Partido Justicialista nacional. Una buena idea, si es para recordarle su peronismo original y forzarlo a apoyarse en éste, que lejos de ser hoy un proyecto izquierdista como el kirchnerismo y continuando lo comenzado en los años 90, es un proyecto de capitalismo-sindicalismo totalmente avanzado, respondiendo siempre a las premisas del General pero con los nuevos instrumentos del siglo XXI.

De todos modos, la mejor tradición peronista indicaría la necesidad de una interna para decidir quien preside el partido y ya el hecho de que la nueva oligarquía kirchnerista continúe designando a dedo a aquellos que Perón quería fueran los genuinos representantes del pueblo, solo nos dice que el peronismo del pasado sigue sin representación. Aquel peronismo que dio derechos e impulsó a los trabajadores hacia arriba, a una ampliada clase media, todavía espera su reencarnación del siglo XXI en una Argentina con un 50 por ciento de pobres y nuevos pobres que esas fuerzas descritas por Kirchner, la de derecha y la de izquierda, nos dejaron, sin que el peronismo pudiese intervenir, transformado en una minoría sin control de su partido, prestando parte de sus miembros a una u otra fuerza, y sin un liderazgo potente que abriese camino a una renovación propia y total.

El panorama actual habla por sí mismo, con dos grandes ausentes en la mesa del poder nacional: el histórico liberalismo previo a la revolución peronista y a su antecesora radical, y el peronismo genuino, ese que un sabio Perón de 125 años hubiera descrito:

1) como el mismo peronismo de la institucionalización que él en persona proclamó en 1974 (sí, ¡el primer peronista republicano fue él, dando por terminada la etapa revolucionaria del peronismo!),

2) como el peronismo de los años 90 que no llegó a ver pero que cumplió a rajatabla con su indicación de terminar la vieja guerra civil peronismo-antiperonismo y usar los mejores instrumentos para estabilizar la Nación y hacerla crecer, y

3) como el peronismo resistente a toda seducción de la izquierda en los años del nuevo siglo y cada vez más compenetrado con el histórico liberalismo, en la mutua necesidad de tener que volver a hacer grande a la Argentina y feliz a su pueblo.

Traicionado por quienes el próximo 17 de Octubre volverán a usar su memoria para conquistar de mal modo el afecto de un pueblo peronista que ni siquiera puede elegir sus propios líderes—no sólo no hay internas en el PJ sino que persiste la lista sábana, el instrumento favorito de las dos nuevas oligarquías que se disputan el poder—el General Perón seguirá recordándonos que la única verdad es la realidad. Y que la realidad es que las dos únicas protestas por la libertad fieles a sí mismas hoy son las de un liberalismo histórico y las de un peronismo genuino aún sostenido por parte de su siempre sólida columna vertebral sindicalista y un considerable aunque envejecido resto de cuadros formados y crecidos bajo el mismo Perón.

Mientras sigan los ataques al peronismo por parte de las dos nuevas oligarquías que se disputan el poder, la Argentina no tendrá solución. Las dos fracasaron: una, la kirchnerista, disfrazada de peronista; la otra disfrazada de liberal, la macrista.

Falta la reacción, el pedir por elecciones internas verdaderas, por la eliminación de las listas sábanas, por la renovación total del plantel político nacional desde abajo hacia arriba. Falta la lucidez de ver que no es en la guerra entre Macri y Cristina y el triunfo de uno u otro que se conseguirá un triunfo para la Argentina, sino en lo opuesto: en el descarte liso y llano de las dos oligarquías aspirantes y en la revitalización de un movimiento de abajo hacia arriba que una a las dos únicas tradiciones señeras de la Nación: el liberalismo del siglo XIX y principios del siglo XX, que hizo grande a la Argentina, y el peronismo del siglo XX, que la hizo grande para todos.