Para el peronismo liberal, la esperanza que trajeron las PASO se diluyó tras
las elecciones legislativas del 14 de noviembre.
El kirchnerismo perdió, pero el
peronismo territorial, que debería haberse rebelado para marcar la
improductividad de la gestión kirchnerista, no lo hizo y acompañó una vez al
victimario de su población, creador del 50% de pobreza.
En los días siguientes, además, la CGT organizó una masiva marcha creando
la ilusión de una falsa opción entre el presidente y el kirchnerismo, como si
el presidente, a esta altura fuera algo sustancialmente diferente de Cristina
Fernández.
O sea, volvió a fallar el
peronismo defensor de los trabajadores y de los pobres, el que precisa con
urgencia una revisión creativa de la política económica y de las leyes
laborales—desde lo más valioso del ideario peronista pero renovado en sus instrumentos
para ser eficaz y cumplir con su propósito.
Así, el PJ-Kircherismo luce hoy como
algo unificado tras la decadencia del kirchnerismo y el simultáneo amontonamiento
insensato de gobernadores, intendentes y sindicalistas, esa otra novedad que
dejaron las legislativas.
La única novedad en el desolador panorama general es que el presidente, en
tanto presidente del PJ, anunció internas abiertas para 2023. Faltaría además,
para terminar con todos los dedos, una
ley que derogue la lista sábana. Pero de eso, no se habla.
En la oposición las cosas no parecen tampoco demasiado prometedoras si
pensamos en la absoluta necesidad de una política liberal sin prejuicios ni
lentitudes.
El radicalismo sigue anotado en la Internacional Socialista y muchos de
los aspirantes del PRO persisten en esa suerte de social- democracia
ligeramente teñida de liberal que caracterizó al gobierno de Macri. Ese
gobierno que SIEMPRE se negó a reconocer el antecedente peronista liberal del
gobierno de Menem y Cavallo.
Sin embargo, la oposición ya no se limita al PRO-radicalismo. Ahora se
cuenta también con el liberalismo de Espert y de Milei, presentado sin aditamentos
y, obligatoriamente, a la búsqueda de un esqueleto territorial que lo contenga.
Similar a la necesidad que llevó al PRO a aliarse con el radicalismo.
¿Habrá ya mismo y de cara al 2023 un germen de gran coalición liberal? Deberían
ya comenzar las conversaciones informales con la mirada puesta en un nuevo
espacio, que no es el PJ (hasta que un gobernador liberal como Schiaretti gane eventualmente
la prometida interna y pueda convocar a un frente) ni el Partido Radical (que
persistirá en su tradicional línea social-demócrata y republicana).
¿Es Cambiemos/Juntos una opción liberal? Además de cambiar una vez más su
nombre, el PRO tendría que declararse terminantemente liberal y el peronismo
republicano que hasta ahora lo acompaña, hacer lo mismo. Pero, temerosos de debilitar
la única oposición hoy visible, los radicales y la Coalición Cívica previsiblemente
lucharán para que continúe la misma coalición anti-todos los peronismos o
captadora de peronistas sueltos social-demócratas o republicanos, pero nunca
francamente liberales.
De los liberales, Espert continúa sin ver lo que el peronismo podría
aportarle, si este fuese considerado con mayor interés y comprensión. Sólo
Milei parece entender esto, siendo el único que en todo el espectro político—salvo
el peronismo liberal que esta página defiende desde siempre—reivindica el
gobierno de Menem-Cavallo como el mejor del último siglo.
Todo el juego está abierto para quienes se den cuenta de que sólo la
absoluta innovación en el modo de pensar la política argentina puede crear la
suficiente masa y fuerza como para lograr el cambio que se precisa.
Un buen modo de iniciar las conversaciones sería el de proponer un
gobierno fantasma paralelo, proponiendo a la ciudadanía:
1) metas claras de corto y largo
plazo,
2) una guía segura para una acción unificada en ambas cámaras del Congreso 3) un conjunto
técnico de expertos con metas liberales para diseñar un completo programa de
gobierno, sin el cual las mejores intenciones volverán a naufragar,
4) un equipo político destinado a clarificar para cada una de las
tradiciones políticas, todo aquello que aún no atinan a comprender y apoyar.
5) un contexto de suavidad y racionalidad para demostrar que es posible
construir en conjunto.
La Argentina se debe a sí misma este salto cualitativo en su dirigencia
para ser la gran nación que debe y puede ser; con un pueblo más feliz que
nunca, dueño por fin de su destino.