Y amaneció no más. Las PASO, con la contundente
preponderancia en todo el país de Javier Milei, dejaron claro no solo que la
gente tiene bronca sino que ser liberal masivamente en la Argentina ya es
posible.
Por más que muchos quieran negarlo y olvidarlo, la Argentina
y una gran mayoría de argentinos, fue exitosa y contundentemente liberal en la
década de los 90, bajo el gobierno de lo que peronistas y no peronistas aún insisten
en negar—salvo Milei, claro, el único por ahora en reivindicar a este gobierno
como el mejor de la democracia y uno de los mejores de la historia.
Parte del actual éxito de Milei proviene del reconocimiento
de este fenómeno que lo inspiró a acercarse al peronismo más popular y volver a
abrirle las puertas del liberalismo como hizo Menem en su momento.
Todo esto, sin embargo, no quiere decir que Milei vaya a
ser presidente, como ya muchos temen, trasladando el temor a un triunfo kirchnerista
al temor a un giro “liberal populista”. La ceguera hacia lo que debería suceder
en la Argentina en materia de liderazgo para sacarla adelante, persiste!
Milei ha hecho el gran favor a los argentinos de descubrir
la inmensa debilidad como candidatos de Larreta y Bullrich, resaltando el error
del renunciamiento de Mauricio Macri.
Pero, también ha hecho un gran favor a los dos candidatos
peronistas que son los que deben finalmente domar el monstruito kirchnerista
para que no pueda volver a molestar nunca más ni como kircherista ni como
pseudo-peronista: Milei reveló el potencial todavía inexplotado por los dos
candidatos peronistas del antecedente y legado del menem-cavallismo.
La reivindicación del peronismo liberal como el que supo,
pudo y podría una vez más sacar a la Argentina del pozo sin odios, ni sangre,
ni mayores conflictos sindicales o populares.
Schiaretti y Massa callan al respecto, eluden, evaden.
Sería hora de que uno de ellos sea realmente competitivo para un electorado
harto de improvisaciones, al que hay que mostrarle un modelo posible porque ya
se hizo, y alentarlo nuevamente en la unión del peronismo con el liberalismo.
Schiaretti debería dejar de felicitar a Duhalde y Alfonsín
por su unión para terminar de pésimo modo la convertibilidad—pesificando y
destruyendo los contratos privados en dólares, el INICIO REAL Y FORMAL DE LA
DECADENCIA QUE YA DURA MÁS DE VEINTE AÑOS—y concentrarse en rescatar el exitoso
gobierno de los 90 del cual formó parte y cuyas ideas más importantes aún
sostiene. Es, además, el receptor fundamental vigente del plan de la Fundación
Mediterránea, la piedra filosofal de un
nuevo éxito. Pero tiene que visibilizarse y comunicar, junto al muy eficiente
mediáticamente Randazzo. No pueden seguir invisibles y tampoco con un discurso
duhaldista. Deben animarse a un discurso explícitamente menem-cavallista. Incluso
seguir planteando el frente de frentes, pero esta vez con Milei, con quien
tendrían esa afinidad, si decidieran por fin asumirla.
A Massa, el otro candidato con un pasado lo
suficientemente liberal como para que su actual oportunista kirchnerización no
moleste, le cabe la misma recomendación: como peronista, asumir el pasado
exitoso del menem- cavallismo y no el pasado fracasado del kirchnerismo. Deberá
convencer a la jefa del espacio, que a esta altura solo quiere su libertad y la
de sus hijos, y que, habiendo sido menem-cavallista en el pasado puede muy bien
aceptar esto como una derrota táctica.
Los tres candidatos tienen fortalezas superiores a las de
la deficiente candidata del PRO.
También tienen los tres debilidades a superar: Milei no
tiene un partido organizado detrás de sí como lo tuvo Menem y estará obligado a
crearlo en muy poco tiempo o a hacer una alianza. Schiaretti debe renunciar a
la cómoda invisibilidad y transformarse en un visitante asiduo de los programas
políticos y noticieros, con un nuevo discurso menem-cavallista que patee el
tablero. Y Massa debería comenzar ya a actuar como un liberal convencido y a
poner las ideas kirchneristas a un costado.
Milei, Schiaretti, Massa: tres candidatos con posibles afinidades,
alianzas o solidaridades, con el objetivo de retomar el camino perdido a fines
de 2001, el camino que Macri intentó retomar sin la inteligencia de
reivindicarlo y reclamar ESE peronismo para sí.
Es el camino que hoy sigue abierto para TODOS los
argentinos sepan que sí, hay un camino, y que sí hay quienes están en condiciones
de reconocerlo y volver a seguirlo para bien de la Argentina y para la paz de
todos.