domingo, marzo 09, 2025

EL PODER DEL CENTRO LIBERAL

 


El año electoral ya comenzó y, en apenas un par de meses, veremos los resultados de las primeras elecciones provinciales. Sí, lo que importa es mantener el rumbo liberal de la Argentina, no solo bajando la aún muy alta inflación, sino asegurando las bases de una economía productiva y obligatoriamente exportadora.  En medio de los escándalos atribuibles a la escasa formación política profesional de los actuales improvisados gobernantes, el centro liberal aparece como la única posible garantía de continuidad y profundización adecuada del rumbo hacia una economía abierta y exitosa.

 

El actual gobierno no es el dueño de este tan deseado destino para la Argentina. Antes que él, el peronismo liberal de los seguidores de Menem y Cavallo, el radicalismo liberal de los seguidores de de la Rúa y el liberalismo independiente de Macri, hicieron historia marcando con la misma claridad este rumbo. Hoy, son estos espacios lo que convergen en el centro liberal bajo las figuras de, por ejemplo, Schiaretti, Pichetto, los dos Macri y Monzó, por mencionar solo a los más destacados,  tan dispuestos a apoyar las medidas correctas de este gobierno hacia el rumbo común como para oponerse a las que no contribuyen a este.

 

Es en este sentido que el centro liberal se manifiesta como la mejor garantía del aún no ejecutado programa liberal que traerá la prosperidad a los argentinos. Sin mezclarse con el actual gobierno, como erradamente eligieron otros dirigentes más oportunistas que patriotas, los dirigentes del centro liberal son tanto el seguro para mantenerse en el rumbo correcto como la garantía de continuidad ante cualquier desastre institucional.

 

Ni destituyente ni sumiso, optimista acerca del destino argentino, el centro liberal tiene todo el potencial que los argentinos lúcidos quieran darle en las próximas elecciones que no son presidenciales sino que, justamente, renuevan y consolidan el poder legislativo. El centro liberal  representará a los argentinos y a las provincias y reafirmará así un rumbo que no debe quedar solo en las hoy peligrosas manos de un ejecutivo poco profesional, preocupado por objetivos personales y no por el bien de la Argentina.

 

Al comenzar las campañas, se oirán las voces de todos los dirigentes de este espacio y todas, cada una a su manera, expresarán lo mismo: la certeza de que los argentinos no están solos, que el gobierno no es el único dueño del rumbo liberal y que, por el contrario, los muchos y consistentes representantes históricos y profesionales de este rumbo son los que pueden asegurar su adecuada continuidad.


 Las próximas elecciones no expresarán la lucha entre el mileismo y el kirchnerismo. El kirchnerismo es la negación del rumbo liberal y, por cierto, los argentinos ya comprendieron esto y ahora van por más: la consolidación de este rumbo en manos profesionales, evitando esta vez los improvisados.  

 

Las próximas elecciones expresarán más bien una nueva instancia: la competencia entre el mileismo y el centro liberal, una competencia política y profesional para ver quién, en realidad, puede gobernar con más acierto y transformar de verdad a una Argentina hoy todavía demasiado parecida al pasado.

sábado, enero 25, 2025

LA CONDUCCIÓN SIMBÓLICA DEL CENTRO LIBERAL

 

Más que nunca, cuando el mundo tiene puestos los ojos en la Argentina y en su cambio de paradigma económico, es necesario completar el panorama político no con la oposición extrema del kirchnerismo anti-liberal, sino con una oposición liberal clásica y sin inoportunas desviaciones ideológicas hacia la derecha. El centro liberal reasegura el camino económico elegido y es, además, condición de su mejora.

 

Como la próxima elección es de senadores y diputados, no es necesario pensar en una figura presidencial que compita con el actual presidente pero sí en una conducción simbólica del espacio del centro liberal. Los candidatos son varios y muy valiosos, tanto liberales como radicales y peronistas liberales. Entre ellos, descuella naturalmente Mauricio Macri, como ex presidente, como personalidad mundial ampliamente respetada y como alguien claramente definido en su posición liberal en la economía, la cultura y las instituciones, y en su impecable manejo de la política internacional. Sin necesidad de armar una nueva coalición y sin importar demasiado la actual dimensión del PRO, Mauricio Macri puede ser el primus inter pares del espacio de centro liberal y llevar la voz cantante de un ideario común.

 

Más que forjar una alianza con Milei y quedar atrapado en las malas decisiones, los discursos inadecuados que no representan el sentir de la mayoría de los argentinos y los disensos con fundamento en algunos temas económicos o de política exterior, Mauricio Macri puede servir mejor a los argentinos ayudando al gobierno desde el Congreso. Junto a otros miembros del espacio centro liberal elegidos como senadores o diputados, podrá asegurar y mejorar el rumbo económico cuando corresponda pero también funcionar como reaseguro de la continuidad de una política liberal bajo cualquier circunstancia. El espacio centro liberal potenciado es la garantía de que la Argentina mantendrá su rumbo actual, no destruyéndolo sino apuntalándolo y perfeccionándolo. Una garantía contra todo riesgo para los inversores internacionales.

 

La conducción simbólica del espacio de centro liberal puede traer una bocanada de aire fresco en el ámbito de la política, recordando a los argentinos que quienes los representan deben representarlos bien, dentro y fuera de la Argentina. La mayoría de los dirigentes del centro liberal e incluso, tal vez, la totalidad son consumados profesionales de la política, con ideas liberales en todos los ámbitos y una idéntica y clásica política liberal en la economía y las relaciones internacionales. Una política mucho más semejante a la política profesionalizada y eficaz que conoció la Argentina de los años 90 con Menem y Cavallo, que la expresada por el gobierno actual que se auto-adjudica erróneamente el continuarla cuando, tras un impulso inicial, no hace más que contradecirla.

  

No existe una batalla cultural en el pueblo argentino que no sea la que ya ganó el liberalismo frente al kirchnerismo. El gobierno actual puede instalar falsas batallas para distraer o llamar la atención en las redes y en el aburrido periodismo veraniego, pero los argentinos le responderán con su indiferencia.

 

Si batalla hay, es solo por la interpretación cabal de qué significa ser liberal y cómo el liberalismo no está reñido con la justicia social, ni con el respeto institucional, ni con la libertad de la prensa y de las personas.

 

Tampoco está reñido con las buenas formas que muestran que los argentinos somos un pueblo educado, atento a cómo lucimos ante el mundo pero sin dejarnos engañar por el falso brillo del sensacionalismo.

 

Y somos, además, simpáticos y solidarios y, espontáneamente, más interesados en hacer amigos que enemigos.